5 errores frecuentes en la educación de nuestros hijos

Educar a nuestros hijos es mucho más que tener en cuenta sus estudios, implica fomentar la responsabilidad, el amor propio y la autonomía.
5 errores frecuentes en la educación de nuestros hijos
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 17 octubre, 2018

Es común que escuchemos la típica frase “nadie nos enseña a ser padres” y es completamente cierta, sobre todo porque cada niño es distinto y las recetas no sirven. Sin embargo, conocer algunos de los errores frecuentes en la educación de nuestros hijos puede impedir que los cometamos.

En ocasiones es el miedo a equivocarnos lo que hace precisamente que nos equivoquemos: la presión de nuestro entorno puede ser muy grande en este sentido. Por eso, en este artículo proponemos un cambio de perspectiva, la puesta en valor de un punto que reside entre hacerlo todo bien y no hacerlo del todo mal, identificando y corrigiendo los errores frecuentes en la educación de nuestros hijos.

“Al estudiante que nunca se le pide que haga lo que no puede, nunca hace lo que puede”.

-John Stuart Mill-

1.- Querer genios a través de la educación

La necesidad de darles a nuestros hijos herramientas para el futuro con la esperanza de que este sea fantástico es una consecuencia de querer que los hijos sean genios, aunque haya que pagar un precio muy alto. Esto lleva a muchos padres a sobrestimularlos desde pequeños, llenar su horario de actividades o proponerles metas sin descanso.

Filósofos como Epicuro, Heidegger o Byung-Chul han dedicado libros y análisis a las consecuencias en nuestra sociedad de la mala fama que tiene el aburrimiento. Actualmente la psicología y la filosofía enfatizan la importancia del aburrimiento para el desarrollo de la creatividad y la solución de problemas.

Niño con toga que será persona inteligente

Querer genios también implica que nos impacientemos ante las primeras dificultades o ante los primeros resultados malos de nuestros peques. Olvidando que la educación de nuestros hijos es un proceso a largo plazo, que el aprendizaje implica ensayo-error y mucha paciencia. Y también que la autoestima tiene un papel fundamental en los resultados escolares.

En un libro escrito por Colin Rose y J. Nicholl se describe un estudio que comprobó que el 82% de los niños que empiezan la primaria confían bastante en sus habilidades para aprender. Este porcentaje baja hasta un 18% a los 16 años y un poco más antes de ingresar a la universidad.

La educación de nuestros hijos implica entender que es un proceso que se desarrolla a largo plazo en el que la paciencia es fundamental.

Por otro lado, la sobreexigencia sobre los más pequeños incide directamente sobre su autoestima: sientan que no pueden cumplir con nuestras expectativas y que esto lo acoplen en su crecimiento hacia la vida adulta, causándoles bastantes problemas. Pueden llegar a sentirse desmotivados, y como dijo el filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson “Jamás se logro nada importante sin entusiasmo”.

“Aburrirse en el momento adecuado es signo de inteligencia”.

-Clifton Fadiman-

2.- Focalizar todo en el estudio

Cuando convertimos el estudio en el centro de nuestra vida familiar, el mensaje que le damos a nuestros hijos es lo más importante. No creen que los veamos como personas, que tomemos en cuenta su vida personal o emocional. Las preguntas que les hacemos giran alrededor de lo que estudiaron ese día, las notas o los deberes. El resto de circunstancias o valoraciones no importa, o no parece importar.

Podemos llegar a no solicitarles ayuda en casa o a no darles responsabilidades, porque entendemos que su única responsabilidad son los estudios. Centrarnos solo en esto, se descuidan otras áreas, como relacionarse, adquirir habilidades y responsabilidades, gustos o sueños.

Focalizar la educación de nuestros hijos únicamente en el estudio es un error que implica dejar de lado otras áreas importantes como el fomento de la responsabilidad.

3.- Premiar o castigar las notas

Después está el tema de las notas, premiarlas cuando son buenas o castigarlas cuando no lo son. Por un lado, dejamos fuera factores externos e internos que influyen en la concentración, rendimiento, o atención. Por otro lado cuando damos constantemente un refuerzo externo, se pierde la motivación interna.

Como dice Joan Domènech, maestro del colegio Fructuós Gelabert de Barcelona, “El mejor estímulo es descubrir cosas nuevas y desarrollar tus intereses; si hace falta un estímulo material, es que algo no funciona”. Incluso Marx señala los peligros del materialismo, de hacerlo todo por conseguir un objeto, y de convertir a nuestros hijos en pequeños capitalistas.

Lo mejor que podemos hacer es alabar sus buenos resultados con frases como “estoy muy orgulloso de ti” o “te debes de sentir muy orgulloso con tu esfuerzo y los resultados”. Por otro lado, cuando las notas no son del todo buenas, intentar analizar con ellos qué ha podido pasar, para corregir errores.

Por ejemplo, si le cuesta concentrarse, si no se organiza o si no entiende la asignatura y pudiera necesitar un refuerzo adicional, como clases particulares. En este caso el mensaje es “que puedo hacer para ayudarte a ser mejor”.

“Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”.

-Séneca-

4.- Estudiar y hacer los deberes con ellos

En este aspecto del estudio, muchos padres estudiamos y hacemos los deberes con nuestros hijos. Esta acción puede tener muchas consecuencias presentes y futuras. En función de la manera en la que lo hagamos, podemos estar generando una dependencia y que a la larga sean incapaces de enfrentarse a cualquier tarea escolar sin nuestra ayuda.

Además, una mala ayuda con los deberes puede generar conflictos y peleas porque los padres, a pesar de ser los principales educadores, no siempre contamos con las mejores herramientas para ayudar las diferentes materias.

Dejar que cometan errores y que sean los profesores los que los corrijan. Los deberes pueden ser una excelente forma en la educación de nuestros hijos de fomentar la autonomía, que como dice Piaget en su libro El juicio moral del Niño (1932) la autonomía es la capacidad de gobernarse a uno mismo y tomar sus propias  decisiones.

“Aprender sin pensar es esfuerzo perdido; pensar sin aprender, peligroso”.

-Confucio-

Padre haciendo deberes con su hija

5.- No respetar la línea escolar

Otro aspecto, no menos importante, es que muchos padres cuestionamos constantemente la línea que sigue el colegio. Criticamos la cantidad de deberes, los no deberes, los trabajos que mandan, etc. Se supone que cuando elegimos colegio, estamos de acuerdo con la ideología y si lo criticamos, estamos enviando dobles mensajes.

Es verdad que en España se hacen en promedio 6,5 horas a la semana de deberes contra 4,9 horas en otros países. Pero esto depende del centro, de las características del niño, entre otros aspectos y es importante que lo aceptemos, porque lo hemos elegido y así daremos un buen ejemplo a nuestros hijos. Dejemos que, a partir cierta edad, sean ellos quienes tomen la iniciativa para solucionar sus dificultades escolares.

“Yo no soy un maestro: sólo un compañero de viaje al cual has preguntado el camino. Yo te señalé más allá, más allá de mí y de ti mismo”.

-George Bernard Shaw-

No existen recetas para ayudarlos, sin embargo, existe cierta línea que puede orientarnos. Por ejemplo, un plan canadiense llamado Movimiento 24 horas recomienda: entre 9 y 11 horas de sueño, al menos una hora de ejercicio al día y menos horas de ocio con pantallas.

Este movimiento a su vez concluye, “descubrimos que más de dos horas de ocio recreativo con pantallas se asocia con un peor desarrollo congnitivo en los niños”. Por lo tanto, las horas de ocio deberían ser de juego libre y elegidas por ellos, como recalca Patricia M. Sarlé en su libro Enseñar el Juego y Jugar a la Enseñanza.

En cuanto a los estudios es importante que seamos flexibles, pacientes, escuchemos a nuestros hijos y nos pongamos en su lugar. También que no nos centremos solamente en los estudios y descuidemos otros aspectos de sus vidas. Que no perjudiquemos nuestra relación convirtiéndonos en profesores o supervisores de deberes.

Que los dejemos aburrirse y fracasar, sacar malas notas para que puedan aprender de sus errores. Ser autónomos porque eso los fortalece y les da referencias para el futuro, y esa, es la mejor educación que les podremos dar.


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