Curar las heridas del padre ausente

Las heridas de la infancia influyen en el presente, pero no tienen por qué determinar el futuro. Descubre cómo superar el abandono (físico y/o emocional) de un padre.
Curar las heridas del padre ausente
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 22 marzo, 2024

Hablar de familia despierta en ocasiones ciertas heridas, desilusiones y pequeños ―o grandes― rencores. Una de las figuras que se dan con mayor frecuencia es la del padre ausente. Es muy posible que esta situación te sea conocida, ya sea por que las has vivido en piel propia o la has observado en tu círculo social más cercano.

No nos referimos sólo a la falta física de un padre, sino también a aquellos que, aún «estando», no supieron o no quisieron ejercer su rol. La función paterna implica ser una figura de autoridad, guía y apoyo. 

Cuando no se cumple, puede ocasionar heridas emocionales en los niños y repercutir incluso en la edad adulta. Aunque estas lesiones no sanan de la noche a mañana, con el tiempo y el apoyo adecuado, muchas personas pueden encontrar una sensación de paz y bienestar a pesar del dolor causado por esta experiencia de vida.

¿Cómo es crecer con un padre ausente?

Para algunas personas, esta experiencia implicó un abandono literal, donde el padre dejó el hogar y nunca regresó, o lo hizo de manera muy esporádica e inconsistente. En otros casos, los padres estuvieron físicamente cerca, pero no estuvieron disponibles a nivel emocional.

A veces, al preguntarle a alguien por su familia, cuentan historias sobre sus madres, abuelos, tíos… pero cuando se menciona al padre la sonrisa se fuerza y reina el silencio. Algunos tan solo se encogen de hombros y expresan: «Pues no sé, mi padre… simplemente estaba ahí, sin más».

El hecho de crecer junto a una figura paterna que es incapaz de aportar afecto, cariño o reconocimiento, deja una sensación de vacío en el corazón de un niño que está construyendo su mundo y forjando su identidad.

Desarrollarse con esta carencia es doloroso. Sin embargo, la situación impacta de manera diferente en cada niño y varía según factores como la personalidad, el entorno familiar y el nivel de apoyo emocional que reciban de otras figuras significativas en sus vidas.

Consecuencias psicológicas de crecer con un padre ausente

Crecer con un padre que no expresa afecto, no abraza, no participa en eventos importantes y no contiene, puede tener una serie de secuelas psicológicas y emocionales que afectan la vida en la infancia y en la edad adulta.

En la niñez

Los niños necesitan recibir apoyo y afecto para desarrollarse de manera sana y segura. Esperan recibir amor y reconocimiento pero ¿qué pasa cuando en su lugar encuentran muros? El apego inseguro y la ausencia (física y/o emocional) de un padre genera confusión, sensación de vacío e inseguridad.

Cuando el trato es distante y frío, los pequeños pueden sentir ansiedad por no saber qué esperar. Desarrollan expectativas que no se cumplen y a menudo comparan la forma en que actúa su padre con la de otros padres que ven en su entorno, como los de sus amigos. Es de esperarse que muestren algunas de las siguientes manifestaciones:

  • Dificultad para regular las emociones y gestionar el estrés.
  • Problemas de conducta, como agresividad o rebeldía.
  • Problemas de autoestima y confianza en sí mismos.
  • Baja inteligencia emocional.

Además, es habitual que se hagan preguntas sobre su valía, como si son suficientes, por qué sus padres parecen no quererlos o qué han hecho mal ellos para que su padre no esté presente.

Es muy importante conversar con ellos sobre estas preocupaciones, dejándoles claro que no tienen ninguna responsabilidad en las actitudes de sus padres.

En la adultez

A menudo, esta herida persiste hasta la edad adulta. Los efectos de crecer sin una figura paterna siguen manifestándose cuando eres autónomo, independiente e, incluso, cuando ya has formado tu propia familia.

En algunos casos, las cicatrices que deja esta experiencia pueden ser tan profundas que generan varias de las siguiente consecuencias:

  • Dificultades en las relaciones interpersonales: El temor al abandono y la enorme dificultad para confiar en los demás puede llevarte a establecer relaciones dependientes, donde reina la ansiedad y el conflicto.
  • Problemas de autoestima: La falta de atención y apoyo emocional durante la infancia puede llevarte a sentirte inseguro de ti mismo. Dudas de tu valor y te sientes incapaz de enfrentar desafíos y perseguir metas.
  • Tendencia a la adicción: Para intentar colmar el vacío emocional que te dejó la ausencia, y escapar del dolor que conlleva, puedes ser más propenso a desarrollar adicciones de cualquier tipo.
  • Dificultades en la maternidad o paternidad: Haber crecido sin un padre presente también puede afectar la forma en la que te relacionas con tus propios hijos.
  • Desafíos generales de salud mental: Esta situación puede propiciar la aparición de alguna patología psicológica como la depresión o la ansiedad.


¿Cómo superar el abandono de un padre?

Ahora que has crecido, ves las cosas desde otro ángulo. Es posible que hayas aprendido a convivir con el dolor de la herida y que valores el esfuerzo que hizo tu madre por suplir las carencias de tu padre.

Sin embargo, el vacío del padre ausente sigue ahí, como una sombra del pasado que insiste en ser atendida. Es de esos sentimientos que no se esfuman con facilidad. De hecho, es común que resurjan en noches de insomnio, fechas importantes o momentos de soledad.

Si te preguntas cómo sanar la herida del abandono paterno de forma definitiva, debes saber que no hay un camino único ni una solución rápida. Cada persona tiene su propia forma de sanar y lo que funciona para una puede no funcionar para otra. No obstante, aquí hay algunas recomendaciones que podrían ayudarte en este proceso:

1. Recuerda que tu padre es un ser humano

Tu papá fue un hombre que no supo ejercer su rol. ¿Los motivos? Tal vez no tenía las herramientas, cometió errores de los que no pudo reponerse o enfrentó desafíos personales que limitaron su capacidad para amar y cuidar.

¿Esto justifica el dolor que te causó? No, en absoluto. No se trata de justificar sus acciones, sino de comprender qué hay detrás de ellas y, lo más importante, reconocer que no tienes responsabilidad en ello. Pero, una vez que logres verlo desde una perspectiva más compasiva, podrás comenzar a liberarte del peso emocional que cargas y seguir adelante.

2. Sé consciente de tus emociones y valídalas

Que entiendas que tu padre es un ser de carne y hueso, y, por ende, comete errores, no significa que debas restar importancia o ignorar lo que sientes. Si nunca te has tomado el trabajo de reflexionar sobre cómo te afectó haber crecido con un padre ausente, es crucial que lo hagas.

Es una oportunidad para explorar tus emociones y darles el reconocimiento que merecen. Ignorar tus heridas no las hará desaparecer, al contrario; las intensificará. Entonces, permítete expresarlas y canalizarlas. Si sientes ganas de llorar, gritar, maldecir, abrazar, pues adelante.

3. Cuida a tu niño interior herido

En aquel entonces, no tenías los recursos necesarios para cuidar de ti mismo. Eras una criatura. Pero hoy, como adulto, tienes la capacidad de brindarte amor y atención. Identifica qué necesidades no fueron cubiertas cuando eras pequeño y encuentra formas de satisfacerlas hoy.

Por ejemplo, si tu padre no te hizo sentir importante, puedes trabajar en apreciar tu valía por ti mismo. Al reconocer y celebrar tus propias fortalezas y logros, estás honrando a tu yo del pasado, reconfortando esa parte de ti que fue lastimada.



4. No asumas responsabilidades ajenas

No eres responsable de las decisiones o acciones de tu padre. Su ausencia no tiene que ver contigo, sino con él. Insistimos en este punto: el abandono no refleja cuánto vales como persona ni significa que hayas fallado de alguna manera.

Sin importar las decisiones que hayan tomado los adultos que te rodeaban, eres una persona digna de amor y respeto. Entonces, en lugar de cargar culpas injustas, enfócate en cuestionar creencias limitantes sobre ti y en construir tu propio camino hacia el bienestar.

5. Si estás preparado para hacerlo, perdona

Perdonar a alguien que nos hizo mucho daño no es tarea fácil. Tampoco obligatoria. Sin embargo, puede ser un paso transformador para sanar la herida de abandono de un padre. No se trata de excusar lo que hizo ni de olvidar lo que pasó, sino de liberarte del sufrimiento que conlleva el resentimiento.

Eso sí; no tienes que forzarte a hacerlo si aún no estás listo. El perdón es un proceso personal que puede resultar desafiante y llevar tiempo. Respeta tu ritmo y tus emociones. Nadie mejor que tú sabrá cuándo es momento de dar ese paso.

¿Cómo afecta la herida paterna a las mujeres?

Una duda habitual es cómo el abandono o la ausencia paterna afecta a las mujeres. Algunas investigaciones sugieren que el impacto es distinto en comparación con los hombres, debido a las diferencias en cómo se relacionan con su identidad de género y en cómo perciben los vínculos interpersonales.

Por ejemplo, un estudio difundido en PLoS One plantea que la ausencia del padre y las relaciones familiares disfuncionales se relaciona con niñas y mujeres que adoptan comportamientos más «masculinos» en términos de actitudes y personalidades.

Por otro lado, la falta de una figura paterna sólida puede hacer que sean más propensas a desconfiar de los hombres en la edad adulta. Como respuesta, es frecuente que establezcan relaciones basadas en el miedo al abandono, la necesidad de control y la inseguridad.

Es crucial aclarar que algunas mujeres pueden tener dificultades emocionales debido a la herida paterna, mientras que otras pueden desarrollar relaciones saludables independientemente de esta ausencia.

¿Necesitas ayuda en este proceso? No dudes en pedirla

En muchos casos, las heridas que deja un padre ausente pueden ser profundas y difíciles de superar por cuenta propia. Si este es tu caso, la recomendación principal es que busques a un psicoterapeuta. Un especialista te proporcionará el apoyo y las herramientas necesarias para aliviar tu sufrimiento.


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