La distorsión del tiempo

La distorsión del tiempo
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Yamila Papa

Última actualización: 14 septiembre, 2019

“Nadie pude bañarse dos veces en el mismo río”
       Heráclito

El tiempo siempre camina a la misma velocidad…pero lo cierto es que no hay dos instantes iguales.

¿De qué depende nuestra percepción del tiempo?

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La respuesta más sencilla probablemente es decir que depende de lo que estemos haciendo. Si queremos ser un poco más precisos diremos que depende de cómo percibamos lo que estemos haciendo.

¿Cuándo el tiempo pasa despacio? Cuando lo miras. Sí, no es broma, la mejor piedra filosofal que tenemos son los relojes que tenemos colgados de las paredes, en la pantalla del móvil, en las muñecas… ¿Quieres hacer los cinco minutos más largos de tu vida? Pues míralo!

Sé que no lo vas a hacer porque te lo diga, pero si tiras de recuerdos seguro que alguna vez apareces haciéndolo. Seguramente fue mientras estabas esperando algo importante. Lo recuerdas por eso. Así, el tiempo es como los adolescentes cuando buscan la independencia, cuánto más deseas que vaya rápido más pesado parece.

Al revés también funciona. Momentos felices, momentos inmensamente felices se escapan, pasan fugaces. Los niños crecen rápido, los primeros besos robados son breves, las mejores noticias no se dan en discursos sino en frases cortas. Lo que quieres saborear tiene la extraña manía de pasar rápido y sin esperar.

El tiempo tampoco es el mismo en el presente que en la nostalgia. Un larga espera puede recordarse como más corta si el autobús llegó a la hora o la maleta, aunque la última del vuelo y tímida, finalmente apareció.

Las emociones y el tiempo

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El miedo es una de las emociones básicas que tiene la propiedad de hacernos creer que todo pasa más rápido. ¿Por qué? Ante la percepción de un peligro, nuestro cuerpo demanda que actuemos lo más rápido posible. Así, el engaño que nos hace nuestro cronómetro interno es su forma de decirnos que no nos podemos quedar quietos.

Siguiendo con el miedo, no hace falta ni siquiera que lo sintamos. Los seres humanos estamos acostumbrados a recopilar información de nuestro entorno. Así, si vemos en otra persona la expresión facial de miedo nuestro reloj interno también se acelera; también nos dice, vamos, es probable que haya que actuar.

Siguiendo con la idea anterior, la percepción de alegría o tristeza en los demás también alteran de la misma forma nuestra percepción temporal. ¿Por qué? Porque son emociones que demandan nuestra participación. Así, una sonrisa nos llama a cooperar o una lágrima nos llama para que consolemos.

¿Qué papel juega la empatía en la percepción del tiempo?

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Si has leído el párrafo anterior seguro que puedes intuir parte de la respuesta. Aquellas personas que identifican más emociones en los demás son aquellas que viven en un montaña rusa con más cambios de velocidad.

Así, estudios realizados con determinados grupos sociales han sido muy reveladores. Sus resultados nos dicen que nuestra percepción temporal se altera más cuando percibimos emociones en rostros de personas que son próximas. Así, por ejemplo, se encontró que el reloj temporal de una persona china estaba más alterado ante una cara de miedo de otra persona china que ante una cara de miedo de una persona de otra región.

Así, lo cierto es que el tiempo que hemos inventado para darle un poco de orden a la realidad no deja de tener una velocidad propia y particular en la que entramos en juego nosotros, pero también nuestro entorno y los demás, con todo lo que ello supone.


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