La vida es muy corta para vivir los planes de otra persona

Cuando empezamos a vivir por y para otra persona, dejamos perder nuestra esencia con el tiempo. Aprender a vivir lo que realmente queremos es la mejor forma de existir plenamente. Reflexionamos sobre ello justo aquí.
La vida es muy corta para vivir los planes de otra persona
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 16 septiembre, 2021

Dicen que la vida es corta, que pasa en un suspiro y que cuando nos damos cuenta, estamos ya viviendo más de los recuerdos que de lo que acontece a nuestro alrededor.

Y la verdad, es que más que temer a esa fugacidad de nuestra existencia, lo que de verdad asusta no son los errores, ni las caídas, ni aún menos las veces que nos hemos perdido en el camino. Lo que aterra, es una vida no vivida, o más aún, haber dejado que nuestros días se fueran ajustados a los planes y sueños de segundas personas.

Yo no estoy en este mundo para cumplir las expectativas de nadie, ni tú estás para cumplir las mías. Somos dos seres que han colisionado en un encuentro maravilloso y que juntos, construyen un camino en común hilando vida, armonizando sueños, planes y objetivos.

En ocasiones, tardamos bastante en darnos cuenta que la vida que mantenemos no nos hace feliz. Al principio nos dejamos llevar, tal vez por amor, tal vez por esperanzas e ilusiones que poco a poco se desgranan en forma de falsedad. En algo que una vez nos prometieron y que nunca se cumplió.

Son muchas las formas en que la vida se oxida al lado de otras personas. A veces son familiares, otras son parejas… Sea como sea, es algo que no debemos permitir.

Porque pocas cosas son tan personales y distintivas como el modo en que de verdad, deseamos vivir la vida. Y nadie debe poner en ella moldes, anclas o hilos de títere para llevarnos por sus propios caminos.

Si vives la vida de otros, dejas de ser tú

mujer con grullas blanca haciendo planes sobre su vida

Tú eres tus valores, tus sueños del ayer y tus deseos del presente. Tú eres tus elecciones, tus ilusiones de la mañana y tus tristezas de la tarde. Eres lo que has conseguido y lo que te queda por alcanzar… ¿Cómo permitir entonces que otros difuminen tu identidad para calzarse tus zapatos sin tu permiso?

Puedes perder tu orgullo por amor, puedes dejar a un lado tus sueños para soñar los de otra persona si así lo deseas, pero lo que nunca, lo que jamás debes permitirte es perder tu dignidad por nadie.

Es necesario transitar por este camino llamado vida de la forma más sencilla posible: en libertad, sin cargas en el corazón, y sin ruido en la mente.

A la vida no hay que tenerle miedo, hay que gozarla con alegría y plenitud. Y si en estos momentos no sientes nada de esto último, si cuando abres los ojos por la mañana te ves azorado/a por un sinfín de emociones negativas, es que tal vez, no estás viviendo la vida que deseas. Tal vez estés en el escenario que otros han creado para ti.

Cuando tu día a día está pautado por el universo personal de otra persona

Hay quien asume, sin saber muy bien por qué, el papel de regente en una relación de pareja. La otra persona, no puede más que girar a su alrededor como un satélite alrededor de un planeta.

Y esto se hace al inicio por amor, porque nos marcamos unas ilusiones y porque durante un tiempo, somos incapaces de ver los detalles que edifican una realidad poco funcional.

  • Hay quien necesita tener el control como quien teme que a la mínima, su castillo de naipes se desplome.
  • La necesidad obsesiva por el control esconde en realidad una baja autoestima que se transforma en autoritarismo e inflexibilidad. Respetar la voluntad del otro y sus espacios personales supone correr el riesgo de perder a esa persona.
  • Ser quien dicta las decisiones, quien elige, quien asume, acepta o rechaza en el día a día ofrece refuerzos a una baja autoestima que es incapaz de mostrar reciprocidad hacia los demás.
mujer con máscara en la mano

La vida plena, auténtica y feliz, no busca prisioneros: nadie pertenece a nadie

No se trata de mantener una vida desprendida sin vínculos, sin relaciones y sin nadie significativo a nuestro lado. Se trata de ser conscientes de que no debemos considerar nada de nuestra propiedad. Ninguna persona pertenece a nadie.

Nadie debería ser dueño de felicidad, porque la felicidad no se posee, se crea como se crea la brisa en las tardes de verano o o el coral en los océanos marinos. La felicidad es un tesoro que no deberías dejar al capricho egoísta de otros.

Puesto que yo no te pertenezco y tú no me perteneces, te elijo en libertad para caminar de tu mano. Para que ambos seamos artífices y creadores de nuestra propia felicidad.

  • Puesto que soy consciente de que todos nacemos libres y tenemos pleno derecho a elegir nuestra forma de vida, respeto tus elecciones, tus valores y tu forma de pensar.
  • Y por ello, me esfuerzo cada día por armonizar mis espacios personales con el espacio en común que ambos compartimos.

Me libero de esa vida que otros habían creado para mi

Hay veces en que los contextos familiares, con madres o padres posesivos, configuran también estos contextos donde acabamos viviendo vidas ajenas que otros crean para nosotros. Las relaciones afectivas y de pareja, son, por otra parte, esos territorios comunes donde más se dan este tipo de dependencias y coacciones vitales.

  • Para vivir una vida feliz y plena no deberíamos “atarnos” a una o varias personas. Es mejor anclarnos a una meta: la felicidad. Porque es este objetivo el que nos hará discriminar quién nos merece y quien no. Y no te merece quien te hace sufrir.

La vida no se sueña ni se la espera ante una ventana mientras otros nos dictan qué hacer y qué no hacer. La vida es riesgo y es coraje, la vida acontece más allá de la zona de confort y de las cadenas que otros nos imponen.

mujer sujetando un glovo en forma de corazón

Imágenes cortesía Pascal Campion, Anna Dittman, Gaelle Boissonard


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