Las claves para vencer la envidia

Las claves para vencer la envidia
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 21 julio, 2019

La envidia es una emoción desagradable, que provoca conductas y consecuencias desagradables en los demás. Es, sin duda, uno de los problemas emocionales más frecuentes, y quizás de los que menos se hablan. ¿Cómo actúa la envidia en nuestras vidas? La envidia es una emoción que implica anhelar lo que la otra persona tiene, o querer estar pasando por la misma situación del otro. Envidiar es desear lo que el otro tiene.

Podemos envidiar un puesto de trabajo, un coche, una casa, un buen marido, el carisma de un amigo, el físico de alguien, etc. todo aquello que pensamos que no tenemos y necesitamos obtener para ser felices, sobre todo, el éxito y el triunfo. El objetivo es siempre tener “mayor cantidad”.

“La envidia, el más mezquino de los vicios, se arrastra por el suelo como una serpiente”.

-Publio Ovidio Nasón-.

¿A dónde nos lleva la envidia?

El acto de envidiar nos coloca en un plano de continua insatisfacción y queja, que lentamente nos va destruyendo sin darnos cuenta. Poco a poco, nos va acortando nuestra visión, observando todo a través de una capa de neblina, que no nos permite ver más allá de nuestros ojos. Para una persona envidiosa, el propio tiempo se esfuma, dedicándole al deseo de lo que tienen los otros, opinando y juzgando sobre ello, en lugar de orientarse a alcanzar sus propios sueños.

Alberto Acosta, catedrático de psicología de la Universidad de Granada, afirma que sentimos envidiar cuando queremos ser más que alguien. Anhelamos algo que posee otra persona y creemos que es injusto que esa persona lo tenga y nosotros no”. Añada que los envidiosos suelen envidiar “sobre todo a aquellas personas que la gente tiene en alta estima, que son admirados, que tienen influencia y que han alcanzado éxito”.

mujer envidiando el vestido de su amiga

La envidia nos desvía de nuestro camino, dirigiendo nuestra energía hacia el camino equivocado “el otro”, en lugar de buscar en nosotros mismos las mejores oportunidades. Es por lo tanto, una emoción compleja y cegadora, que nos hace olvidar que somos los protagonistas de nuestras vidas, convirtiéndonos en víctimas que malgastan el tiempo, en vez de vivir bien y permitir que el otro viva como mejor le parezca.

Como decía Napoleón Bonaparte: La envidia es una declaración de inferioridad”. Pero la envidia, como veremos más adelante, es una emoción evitable, ya que podemos echarla a un lado si queremos, y así dejaremos de lastimarnos y descentrarnos de nuestros propios objetivos.

Envidia mala y envidia sana

La envidia sana es aquella en la que se reconoce que el otro tiene algo que deseamos y que aún no tenemos, pero que haremos todo lo posible por conseguir. Es decir, reconocemos que alguien trabajó aquel “extra” que no hemos realizado y que nos falta por recorrer para llegar al mismo lugar. Es sana porque no acarrea dolor, ni frustración. Nos puede servir como impulso e inspiración para alcanzar nuestras metas y objetivos.

Sin embargo, hay otra envidia que es más enfermiza, ya que genera una continua desazón, infelicidad, dolor y frustración por no poder tener lo que el otro tiene o ha conseguido, de tal manera, que inhabilita todo aquello importante para conseguirlo. Es una emoción destructiva.

envidia

Cuando tu deseo por lo que el otro tiene te causa un gran malestar, entonces tu envidia no es sana, es enfermiza.

Este último tipo de envidia, ciega a las personas ante el valor de sus propias vidas, pues se niegan a dar valor a todo lo conseguido. Son vidas que desean encarnarse en otras vidas, sin plantearse que quizá si lo hicieran no serían capaces de tolerar y atravesar todo lo sobrellevado hasta alcanzar al éxito. Un dicho popular lo explica muy bien, “Si miras mi éxito, mira también mi fracaso”.

Por ello, es importante tener en cuenta que muchas de las personas que se encuentran hoy en un lugar privilegiado han sido constantes y pacientes, pagando el precio de trabajar y esforzarse, como el deseo de intentar mejorar cada día un poco más.

¿Cómo podemos combatirla?

La envidia se combate preocupándonos de nosotros mismos. Nuestra búsqueda personal es la que nos dará el sentido a nuestras vidas. Nuestros objetivos, nuestras metas, nuestros sueños y propósitos, enfocarán nuestra energía y nuestra forma de actuar. Cada logro del otro, podemos convertirlo en un desafío para nosotros, en una fuente de inspiración.

Es mejor admirar, que envidiar. Cuando envidiamos, el mensaje que enviamos es que queremos destruir al otro, pero cuando admiramos tan solo expresamos que queremos aprender como lo logró el otro. Soñar, proyectarse y ser cada día un poco mejor son las claves que nos indicarán que las limitaciones solo se encuentran en la mente.

Además, tenemos que tener claro que no tenemos que competir con nadie, ni demostrarle nada a nadie, ni siquiera tenemos que llegar a donde el otro llegó. Lo importante, es que intentemos superar nuestros logros y nuestros propios límites. ¡Hay que ser la mejor versión de uno mismo!


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