Las lágrimas no lloradas duelen

Las lágrimas no lloradas duelen
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 06 agosto, 2023

Todos sabemos que reír es bueno, no solo es agradable ver a una persona con el rostro iluminado por una sonrisa, sino que también es beneficioso para nuestro organismo: el cerebro segrega endorfinas, aumenta el nivel de la adrenalina que ayuda a estimular la imaginación; la dopamina, que favorece la actividad mental; y la serotonina, que posee efectos calmantes y disminuye la ansiedad… Es un acto fantástico que está socialmente aceptado y muy valorado, pero ¿Y llorar? ¿Y las lágrimas?
Solo los niños pequeños lo expresan abiertamente, sin disimulos, en cambio los adultos buscamos el refugio de la soledad para desahogarnos, o, lo que es peor, simplemente, lo evitamos. Preferimos contener las lágrimas y seguir adelante apretando los puños. Pero, ¿Es eso bueno para la salud?

“Aprende de todas y cada una de las lágrimas que derrames en tu vida”

-Anónimo-

¿Llorar para ser feliz?

Existen diversos estudios que aseguran que sí, que algo tan inherente al ser humano como es la capacidad de llorar, es necesaria para ser feliz. El doctor William Frey, del Saint Paul Ramsay Medical Center, en Minessota, asegura que las lágrimas son tan necesarias como las sonrisas. 

Mujer llorando lágrimas

Las lágrimas alivian tensiones, suavizan la tristeza y permite que una persona se conozca mejor a sí misma y se relacione de una forma más abierta con los demás. Porque las lágrimas permiten el desahogo y la liberación de las emociones.

Y no solo eso, existen muchas investigaciones que afirman que las personas deprimidas son las que menos lloran; el psiquiatra Cristian Prado, máster en Neurociencias de la Universidad de Chile, explica estos datos al señalar que “un porcentaje de los deprimidos deja de expresar”.

“Hay algo sagrado en las lágrimas. No son señal de debilidad sino de poder. Son las mensajeras de una pena abrumadora y de un amor indescriptible”

-Washington Irving-

Es decir, una parte de la estructura del cerebro se apaga funcionalmente y deriva en una indiferencia ante el dolor, y en una búsqueda desesperada por mantenerse aislados.

Llorar no es una debilidad

En absoluto. Las lágrimas son parte de nosotros mismos, forman parte de nuestro ser y son un mecanismo de escape y alivio, es un modo de equilibrar las emociones, de reordenar nuestros sentimientos… Cumple una función vital en el desarrollo humano y no debemos empeñarnos en callarlas ni tragarlas.

Es curioso comprobar esos momentos en los que, sin querer, acabamos llorando ante otras personas, instante en que nos vemos asaltados por esa común reacción en la que nos intentan consolar diciendo “No llores, no pasa nada, llorar no va a solucionar tus problemas, cálmate”. Y bien es cierto que las lágrimas emocionales no van a resolver aquello que nos hace daño o nos ofusca, pero es un principio.

Llorar desahoga y ofrece tranquilidad, el cuerpo se relaja y, en muchas ocasiones hasta nos quedamos dormidos… Es un modo de liberar ese cúmulo de emociones negativas que nos sobrepasan en algún momento de nuestra vida, ayuda al bienestar posterior y se convierte en un aprendizaje sobre el que gestionar nuestras emociones.

Pareja abrazada nostálgica

Más tarde, una vez calmados y con las fuerzas recuperadas, seguramente empecemos a ver las cosas de otro modo, posiblemente empecemos a sentirnos más seguros para abrir esas ventanas que llenan de oscuridades nuestra existencia. No hay pues que almacenar nuestras lágrimas en pequeños lagos invisibles, estanques que acabarán envenenándonos de tristeza mal llevada.

“Después de mis lágrimas la plenitud de mi soplo blanco”

-Hashimoto Takako-

Basta con buscar un instante, un rincón donde arroparnos de privacidad y, simplemente, llorar… Dejar que las lágrimas fluyan con total libertad. Sin retener ninguna de ellas, sin reprimirnos en ese simple y natural acto de llorar.

La liberación que sentiremos, lo calmados que estaremos una vez echemos todo lo que sentimos fuera, nos hará sentir mucho mejor y abrazar de nuevo el bienestar. Porque llorar no es nada malo, ni negativo. Aunque así nos lo hayan querido transmitir. No te avergüences de tus lágrimas. Enorgullécete y aprende de ellas.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.