Neuronas espejo, pornografía y riesgos

Neuronas espejo, pornografía y riesgos
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 09 octubre, 2020

Nunca como en este tiempo los seres humanos habíamos tenido acceso a una especie de pornografía a la carta. Es una de las líneas de mayor consulta en Internet. Todos, jóvenes, viejos e incluso niños, podemos acceder a una página para adultos sin prácticamente ninguna restricción. Incluso quienes nunca se habían sentido atraídos por la pornografía, han aumentado la curiosidad por este tipo de contenidos.

Dejando de lado las consideraciones morales que muchos puedan tener al respecto, lo cierto es que las experiencias porno están haciendo surgir nuevos interrogantes sobre el comportamiento humano. Es un hecho que ha aumentado el número de adictos a la pornografía. Y, al parecer, también está cambiando el comportamiento de los no adictos.

Las neuronas espejo y la pornografía

Las neuronas espejo fueron descubiertas accidentalmente en 1992, por el científico Giaocomo Rizzolatti y su equipo. Como el nombre lo indica, este tipo de células hacen que una parte del cerebro funcione como un espejo. Los investigadores trataban con monos y pudieron establecer que las reacciones cerebrales eran similares al realizar un acto, o ver que otro lo realizaba.

Este mecanismo de espejo se verifica en el caso de la pornografía. Quien ve imágenes de un acto sexual en video, no experimenta las escenas como si fueran ajenas. En realidad, las reacciones de su cuerpo y de su mente indican que el observador percibe todo como si fuera el protagonista de la situación. En ese caso, el cerebro no discrimina lo real de lo imaginario. Quien está viendo porno no mira sexo, sino que tiene sexo. Al menos así lo registra su cerebro.

En un estudio realizado en la Universidad de Cambridge, por el Dr. Valerie Voon, se compararon las reacciones cerebrales de un grupo de hombres adictos a la pornografía, con otro grupo que no padecía esa dependencia. El resultado fue que el grupo sano se excitó viendo las imágenes, pero el grupo adicto tuvo una excitación dos veces superior. Esto pone la adicción a la pornografía en el mismo nivel de la adicción al alcohol o a otras drogas psicoactivas.

Los riesgos

La adicción es solo una de las consecuencias del consumo frecuente de la pornografía. En el caso de las personas que no están en ese nivel de dependencia, también se presentan efectos indeseables.

Los videos porno presentan imágenes básicamente ficticias. Se representan técnicas, posturas y situaciones sexuales que rara vez corresponden a las prácticas comunes. Por eso otro de los riesgos del uso intensivo de la pornografía es que muchos de los espectadores dejan de sentir excitación sexual en situaciones reales.

Frente a una película con muchas equis, la realidad puede resultar decepcionante. Y la pareja real puede estar muy por debajo de las capacidades que parecen exhibir las estrellas porno. El cerebro demanda estímulos más intensos para dejar brotar el deseo sexual.

Lo más preocupante es que la sexualidad comienza a orientarse hacia lo que algunas corrientes de psicología llaman “el acto puro”. Este se refiere a ese tipo de acciones básicas, que están precariamente dotadas de significado y, por lo mismo, se tornan compulsivas y angustiantes. No dan cabida al erotismo, en el sentido amplio del término, sino al acto físico y escueto.

El usuario frecuente de los sitios porno es también alguien que, sin que sea muy evidente, se va tornando bastante solitario. Suele suceder que en principio se acuda al porno en pareja, pero con el tiempo se convierta en una práctica privada.

Quizás por todo ello, alguien describió el mundo actual como un terreno en el que seres solitarios y deprimidos se esconden de la realidad detrás de una pantalla.

Imagen cortesía de Camila Arango.


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