No ser amados es una simple desventura; la verdadera desgracia es no amar

Sí, el amor no correspondido es fuerte y puede afectarnos durante mucho tiempo. Sin embargo, al final, el simple hecho de amar es una hermosa experiencia que quienes lo hacen con pasión comprenden con exactitud. Reflexionamos al respecto a continuación.
No ser amados es una simple desventura; la verdadera desgracia es no amar
Rafa Aragón

Escrito y verificado por el psicólogo Rafa Aragón.

Última actualización: 05 septiembre, 2021

Amar sin ser amados puede llegar a ser una de las experiencias más difíciles por las que pasamos en nuestra vida. Es un momento en el que experimentamos el abandono, la tristeza y una sensación de vacío que se vuelve insoportable. No podemos pretender amar sin pagar un alto precio por las consecuencias que tiene.

Al igual que experimentamos el cielo a nuestros pies, y esa maravillosa sensación de que podemos con todo, sin importar nada más. Amar también tiene la otra cara, que se presenta como si la vida de pronto ya no tuviera sentido, como si todo lo construido y vivido ya hubiese perdido todo valor. Los sueños e ilusiones se derrumban, dejando paso a la amargura.

La tendencia natural que tenemos al amar, es la de ir hacia la persona amada, una atracción irrefrenable, imposible de detener sin que haya sufrimiento de por medio

El amor no correspondido se supera

La decepción y el dolor sufrido por el que hemos pasado, nos puede doblegar a los enamorados, dejándonos sumidos en la desesperación; y en la profunda sensación de no poder ya ser capaces de volver a encontrar a otra persona como a la que amamos.

Mujer con paraguas rojo en el parque

Esa sensación es muy común; ya que pertenece a la tristeza que arrastramos, la desesperanza y la estrechez de lo que somos capaces de poder ver, en esa situación que se nos vuelve tan dramática. Sin embargo, los que vivieron todo este proceso, y experimentaron toda la tristeza y soledad que conlleva el no ser amado. Saben muy bien que con el tiempo la estrechez con la que se vivía tiende a ensancharse.

Se aprende a vivir de otra forma, más fortalecidos y con la experiencia de que resulta posible recuperar nuestra alegría y felicidad a pesar de todo. Puesto que nuestra identidad y ganas por vivir no depende realmente de nadie, tan solo de nosotros mismos.

Amar siempre merece la pena

Amar, en cualquier caso, siempre habrá merecido la pena, ya que es un signo de vida. Una experiencia única e irrepetible que cambia nuestro mundo, y nuestra forma de ver las cosas. Adquiriendo una sensibilidad especial para apreciar y valorar cualquier acto de amor. La belleza se vuelve más intensa y nuestras emociones son más reconocibles, por lo que nos resulta más sencillo identificarlas.

Al haber amado hemos compartido nuestra intimidad, hemos reconocido la pureza del saber amar, hemos descubierto aspectos que no sabíamos que teníamos y hemos adquirido un mayor conocimiento acerca de nosotros mismos

Al amar nos hemos abierto en esencia para dar lo mejor de nosotros mismos, lo cual nos muestra la gran belleza que poseemos, y lo privilegiados que hemos sido al haber experimentado el amor en todo su esplendor.

Pareja besándose

No siempre estamos preparados para amar

El amor llega para quien está preparado, para las personas que están en un momento de su vida en el que pueden permitirse incorporar dicho sentimiento en todo su ser. Que el amor se instale en nosotros es un gran privilegio, independientemente de la persona a la que amemos, y si somos correspondidos o no. El amor por sí solo merece la pena, por todo lo que aporta a nuestras vidas.

Para amar hay que estar en una predisposición especial de apertura sentimental. Es necesario que exista una conexión interna, con una sensibilidad que nos permita abarcar todo el mundo de sensaciones que el amor nos depara.

Cuando llega el desamor y no entendemos la causa, es preciso comprender, que no existe la culpa de nadie, ni de nada concreto que nos haya arrebatado esta capacidad para amar

Simplemente hay que entender que se trata de un sentimiento, que igual que vino, puede marcharse, y que mientras dure hay que aprovecharlo, vivirlo, experimentarlo; sin temores y sin desconfianza. Hay que dejarse amar para poder amar, lo cual implica dejar fluir toda nuestra energía sintiendo que somos dignos de amor.

Porque el amor es un estado de pureza, nuestra llama más intensa, el aliento del alma; el suspiro penetrante que da sentido a nuestras vidas…


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