No soy fiel a ti, soy fiel a lo que siento por ti

No soy fiel a ti, soy fiel a lo que siento por ti
Rafa Aragón

Escrito y verificado por el psicólogo Rafa Aragón.

Última actualización: 22 junio, 2019

¿Te has preguntado alguna vez en qué consiste la fidelidad? Para cada uno de nosotros seguro que es diferente, sin embargo, la verdadera fidelidad destaca por su pureza y profundidad.

Utilizamos mucho el fenómeno de fidelidad en las relaciones de pareja, puesto que es un tema que siempre sale a relucir por la gran importancia que le otorgamos. Se entiende que la fidelidad es uno de los valores fundamentales en la pareja y el pilar que sostiene la relación.

Cuando dos personas pactan su compromiso de tener que ser fieles el uno al otro, lo están haciendo como un deber. Como si fuera algo que se puede elegir, o como si hubiese que hacer un esfuerzo para conseguirlo. Es la forma que tenemos de enlazarnos, de atarnos, de sostener una relación. A través de la imposición, a través de la promesa de estar juntos. Sin tener en cuenta que el amor está por encima de todo eso, es algo que fluye y que no podemos encarcelar.

Ser fiel en una relación donde existe el amor implica que no existe el sacrificio, ni la represión del deseo de querer estar con otra persona. Esta tendencia no se produce mientras se mantenga el amor.

El amor es una energía impredecible, y eso es algo que nos da miedo.

soy fiel a lo que siento por ti

La fidelidad como obligación

Se encuentran muchos miedos enmascarados tras la concepción de la fidelidad; confundiéndola en ocasiones, con la posesión. Ser fiel se utiliza en las relaciones como un arma de doble filo, un compromiso que va más allá del amor y del respeto. Escudándose en la moral y en lo correcto, las personas tratan de asegurarse el amor de la otra persona.

Tener que ser fiel acaba siendo más una obligación hacia lo que se debe de hacer, que un acto que realmente tenga que ver con lo que se siente.

Cuando desde un inicio estar con la otra persona y permanecerle fiel supone un esfuerzo puede que algo esté fallando. Si pensamos acerca de lo que nos podemos estar perdiendo o dejando de disfrutar con otras personas, se enciende una alarma que nos indica que nuestro amor no tiene la suficiente fuerza. En esta situación no se posee la entrega suficiente para que exista la fusión con la otra persona y la satisfacción de no necesitar a nadie más. Quizá es momento de preguntarnos si nos estamos forzando a ser fieles o nos sale de forma natural.

fidelidad

Ser fiel a nuestros sentimientos

El sentimiento de amor en la pareja tiene el gran poder de hacer que solo queramos estar con una persona, que solo nos sintamos cautivados y enloquecidos por ella. Que no haya ninguna otra en ese momento que nos pueda interesar. Así, una fidelidad que no pasa por la cultura ni por la moral, sino más bien por el sentimiento, el respeto y la coherencia hacia sí mismo, no resultará una obligación.

Ser fiel a lo que sentimos se trata de algo espontáneo. Se encuentra arraigado profundamente al sentimiento de amor. Siendo fiel a algo más puro, no guardando una fidelidad a la propia persona con la que queremos estar, sino al sentimiento que despierta en nosotros esa persona. Por lo que no importará si ella está disponible para mí o no, puesto que el amor puede incluso ir más allá de tener que ser correspondido. 

La verdadera fidelidad nada tiene que ver con la posesión, ni con la obligación, no tiene que ver con el miedo de que esa persona pueda estar con otra.

Cuando el amor se encuentra realmente presente en la relación, no hay nada que temer.

Reflexión Final

El que exista la infidelidad nos sirve como indicador para comprobar que el amor no está implicado, que ha quedado relegado, y por mucho que se luche para que vuelva a existir, la energía que lo mueve  no es controlable.

Mientras el sentimiento permanezca, le seré fiel a lo que siento, porque me resulta inevitable. Mi energía no me mueve hacia ninguna otra persona que no sea ella, porque todos mis pensamientos, deseos, y mi atención, están volcados en la persona a la que amo. Este sentimiento fluye solo, sin presión, sin obligación. Nada ni nadie me dice a quién debo serle fiel, sin embargo, lo sé. La posesión no existe, al igual que la permanencia.

La fidelidad real es interior y no externa. Un contrato verbal que establezca que no nos seremos infieles está teñido por la posesión, no por la libertad. La fidelidad, en este caso, es impuesta, no libre. La necesidad de retener a la otra persona a nuestro lado tiñe la relación de apego, de necesidad, de dependencia… Todas ellas, emociones dañinas. Cuando fluimos junto a la otra persona, cuando sentimos que caminamos por el mismo sendero, la fidelidad no se habla, no se impone, surge sola.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.