¿Podemos amar a dos personas a la vez?

¿Has sentido alguna vez algo por más de una persona al mismo tiempo? ¿Te has planteado la posibilidad de estar con varias personas? Este debate sigue al día, incluso cuando se dispone de nuevos modelos de relaciones afectivas.
¿Podemos amar a dos personas a la vez?
María Vélez

Escrito y verificado por la psicóloga María Vélez.

Última actualización: 30 junio, 2020

¿Saben de qué película es este cartel, verdad? Se trata nada más y nada menos que de Vicky Cristina, Barcelona, una cinta dirigida por Woody Allen que narra una historia sobre la posibilidad de amar a dos personas a la vez. Este tema ha creado todo tipo de controversias y opiniones muy diversas durante décadas. ¿Es realmente posible amar a más de una persona?

Los clichés y tradiciones de esta sociedad en la que vivimos afirman justamente lo contrario. Hay que buscarse una pareja con quien congeniar, casarse, tener hijos y estar juntos “hasta que la muerte nos separe”. Sin embargo, vivimos en un mundo cada vez más libre de todo tipo de tabúes y estereotipos ya prefijados. Cada vez surgen modalidades de relaciones más libres, en las que sus miembros, siendo conscientes de la situación, no tienen absolutamente ningún problema en relacionarse con otras personas.

¿Significa esto que todos somos capaces de soportar esta situación? Nada más lejos de la realidad. Muchas personas entienden que las parejas es una cosa de dos y no aceptan que terceras personas puedan amar o querer a su pareja. Otras, en cambio, sienten que están en una relación más sana, o se sienten más cómodos, teniendo relaciones no monógamas.

Fidelidad y monogamia

Tradicionalmente, por influencia de la religión cristiana y la cultura, se ha considerado que una relación de pareja sólo podía concebir la monogamia. Dentro de ésta, la fidelidad se estableció como uno de los pilares básicos. El compromiso, el respeto y la honestidad del amor se demuestra siendo fiel a la pareja y no traicionando su confianza.

Es decir, la monogamia se refiere a una idea de exclusividad sexual y afectiva entre dos personas por el tiempo que dure esa relación. En este contexto, hay parejas que consideran infidelidad al hecho de que el otro tenga relaciones sexuales con una tercera persona, o incluso simplemente al sentir deseos.

Por lo tanto, dentro de los modelos de relación tradicionales resulta imposible concebir que sea posible amar a dos personas a la misma vez. Y, si así fuera, no se estaría cumpliendo con los estándares de compromiso, lo que podría hacer terminar la relación. Es más, muchas personas consideran que si se siente algo hacia otra persona es porque su relación actual no es satisfactoria o algo va mal.

Nuevas formas de relación

Actualmente, se calcula que hay países en los que las tasas de divorcio llegan hasta un 58%. Además, estamos viviendo una época en la que buscamos la satisfacción de nuestras necesidades (en todos los sentidos) de forma rápida y a gusto del consumidor. Así, es posible que se haya creado un contexto adecuado para encontrar nuevas opciones de relaciones afectivo-sexuales. O bien, los modelos tradicionales no encajan tanto en este nuevo mundo.

El amor libre es cada vez más popular, especialmente entre los más jóvenes, pues permite explorar de forma individual o conjunta la sexualidad, el amor y la identidad. Esto, que se podría (y muchos lo siguen haciendo) considerar temporal, desviado o incorrecto, es simplemente una manera más de entender las relaciones.

Existen todo tipo de opiniones al respecto. Entre ellas, que en las relaciones abiertas o poliamorosas reina la promiscuidad y sexo descontrolado. En cambio, estas relaciones van más allá. Sus miembros también sienten el compromiso con sus parejas, la conexión emocional y la confianza, estableciendo un vínculo basado en la libertad y no en la posesividad.

Amar a una sola persona, a dos, o más, es posible si así se siente. Incluso es posible tener relaciones románticas con varias personas a la vez, si así se ha consensuado. Lo importante es no juzgar basándonos en nuestro propio pensamiento, sino contemplar la realidad de que existen tantas formas de amar como personas.


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