¿Por qué tenemos tan pocos recuerdos de cuando éramos niños?

¿Por qué tenemos tan pocos recuerdos de cuando éramos niños?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 03 octubre, 2018

 

Intentemos pensar en cuando teníamos tres o cuatro años. ¿Recordamos algo? Seguramente, conozcamos anécdotas que nuestra familia nos ha contado o fotos que hemos visto. Pero recordar cosas que nos han ocurrido es más difícil. A esto se le denomina amnesia infantil, que consiste en la incapacidad que poseen los adultos para recordar los primeros años de su infancia o de su niñez. Pero ¿Por qué sucede esto?

Durante nuestra niñez somos como esponjas, lo absorbemos todo. Estamos especialmente receptivos para aprender todo, somos rápidos a la hora de adquirir y retener información de todo tipo. Los niños recuerdan mientras son niños eventos, ocasiones especiales que después en la edad adulta nos resulta difícil recuperar.

 

La teoría de Josselyn y Frankland

 

Josselyn y Frankland determinaron que la amnesia infantil consta de dos fases:

– 2 – 3 años. Durante esta primera fase que abarca desde los dos hasta los tres años apenas recordamos o no recordamos nada.

– 3 – 7 años. En esta segunda fase podemos guardar recuerdos, pero presentamos muchas lagunas.

Estos dos investigadores llegaron a la conclusión, tras un estudio realizado en un Hospital de niños enfermos, que el motivo por el que no podemos recordar nada de los primeros años de nuestra vida se debe a la producción de neuronas. Nuestro cerebro se está formando y está ocupado en producir neuronas que nos sirvan para aumentar la capacidad de aprender y recordar. Este proceso tiene una consecuencia: borra los recuerdos anteriores. Así que al mismo tiempo que somos esponjas vamos perdiendo recuerdos.

 

La importancia de olvidar

 

Olvidar puede parecer algo negativo. Pero, a menos que sea por alguna enfermedad, olvidar es un síntoma de salud. Es un proceso estable para eliminar información que hace espacio para guardar la información importante y bloquear la irrelevante.

En los niños es importante olvidar, pues el proceso de creación de nuevas células para el crecimiento del cerebro provoca que los niños puedan aprender mejor y más rápido. No olvidemos que son esponjas, todo lo retienen, pero solo lo relevante permanece.

Podemos crear una similitud del proceso recuerdo-olvido con el de agarrar-soltar. Es un ejercicio necesario, uno es físico el otro es mental. Pero ambos tienen el mismo resultado: nuestro desarrollo.

 

La idealización de la infancia

 

La idealización de la infancia es un tipo de amnesia infantil. ¿Qué es la idealización? Durante nuestra etapa infantil vivimos en una “burbuja”. Nos distorsionan la realidad con el objetivo de sustituir una infancia real por una infancia feliz. Por este motivo, nos hacen creer en seres imaginarios tales como Papá Noel o el ratoncito Pérez.

Pero, esta idealización conlleva una serie de riesgos. Para empezar, que creamos que todo lo que ha sucedido cuando éramos niños debemos transmitirlo a nuestros hijos. Esto encierra el maltrato. Por ejemplo, cuando los profesores pegaban a los alumnos o incluso los padres. Hay grados, pero seguramente hemos oído alguna vez la frase “a nosotros nos pegaban o nos encerraban para castigarnos, y mire qué bien estamos…”.

Actualmente, el maltrato físico está controlado.  Pero, lo que no se ve es el lenguaje agresivo que muchos padres que se desquician usan con sus hijos “un bofetón a tiempo…”. Es sorprendente ver cómo una madre o un padre utiliza palabras malsonantes contra sus hijos de no más de cinco años.

Tras unos años, cuando los niños se hacen mayores, se vuelven tímidos o agresivos sin saber porqué. Ellos no son conscientes, no recuerdan nada de lo que ha pasado. Pero que no recuerden no significa que las impresiones no permanezcan y marquen su vida.

Ahora ya podemos solucionar nuestras dudas sobre la impotencia de no saber qué ocurrió cuando éramos pequeños. Cuando nuestros padres o abuelos cuentan cosas que hemos hecho pero que, por mucho que nos esforcemos, no logramos recordar. Como hemos visto, es un proceso natural y necesario en nuestro proceso de crecimiento que nos permite desarrollar nuestro cerebro. Y aunque no recordemos cosas los sentimientos e impresiones permanecen.

 


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