Qué sucede cuando sentimos vergüenza

Qué sucede cuando sentimos vergüenza
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Yamila Papa

Última actualización: 23 agosto, 2023

Está claro que ya sabemos qué pasa cuando sentimos vergüenza, una emoción que se apodera de nosotros y no nos permite ver lo que está pasando, más allá de notar el calor que brota por nuestra piel y se aloja en el rostro.

Somos un tomate caminando, es lo primero que pensamos. “¡Qué vergüenza, me he caído en la calle!”, “¡Me da vergüenza hablar ante muchas personas!”, “¡No puedo imaginar la vergüenza que sentiría si mi falda se levantara por el viento!” Estas son sólo algunas reflexiones relacionadas a esta sensación.

Cuando sentimos vergüenza es probable que detrás de todo esto haya algún tipo de inseguridad, falta de autoestima o infravaloración de la propia valía

Cuando sentimos vergüenza los motivos se encuentran en la infancia

Cuando sentimos vergüenza esto es algo conocido y del presente, pero tal vez sería bueno remontarnos a una etapa que no nos acordamos para entender por qué nos avergonzamos. Durante nuestro primer año de vida, las relaciones que tenemos con el mundo adulto son positivas, todo lo que hacemos es aplaudido por los padres, familiares o amigos y esto nos da la seguridad de que las cosas van de maravillas.

Sin embargo, cuando empezamos a ser más independientes y a valernos por nosotros mismos, queremos explorar el universo que nos rodea. Entre el año y los dos años de vida, la palabra más repetitiva de nuestros padres o seres queridos es “NO”.

Madre riñéndole a su hija

Ya sea porque queremos tomar algo, ir a un sitio peligroso, etc. Ellos nos quieren proteger y allí es donde surge la vergüenza. Así es, porque se muestra como una reacción visceral causada por el rechazo de la sociedad (en ese momento los padres son la sociedad que conocemos). Esto es algo doloroso y puede activar las mismas áreas del cerebro que se “despiertan” ante un golpe físico.

Ahora bien, la vergüenza es útil en pequeñas dosis, ya que nos permite que desarrollemos un sentido de responsabilidad por nuestro cuerpo y también hacia la sociedad. Podría decirse que estar avergonzados es algo que no deja de estar presente en ningún momento de nuestra vida desde el momento de la primera sensación. Nos sentimos culpables por lo que hacemos o decimos y en definitiva, por lo que somos.

Cuando sentimos vergüenza esto puede ayudarnos positivamente a potenciar nuestro sentido de la responsabilidad, o por el contrario a hacer que nos sintamos culpables

La razón por la cuál la vergüenza es tan poderosa se debe al momento puntual en que comienza a gestarse, es decir, cuando aún somos unos pequeños, dependientes de los cuidados de los demás. Si perdemos la conexión con estas personas, nos quedaremos sin comida, sin refugio, etc.

Esto quiere decir que es importante porque permite mantenernos con vida (por más de que esto parezca demasiado extremista o radical). Basándonos en el hecho de que el trabajo del cerebro es permitir la supervivencia y no aportarnos felicidad, se entiende a la vergüenza como una manera de sentirse culpables por no acatar las órdenes de los superiores.

Sacudirnos la vergüenza

Cuando salimos de ese estado de vergüenza, es decir que nuestra temperatura vuelve a la normalidad, quizás ya no sentimos taquicardias ni sudamos a mares, entonces, recuperamos el equilibrio, ya sea en la mente como en el sistema nervioso autónomo.

Para la psicología, la vergüenza es una transición entre afectos positivos y negativos, ocurre cuando en lugar de aprobación hallamos una reprimenda. Eso queda grabado en la memoria emocional y vuelve a aparecer cada vez que atravesamos una situación similar.

Mujer sintiendo vergüenza

Si sentimos mucha vergüenza, será altamente tóxico para nuestra mente y corazón. ? Puede que esas consecuencias hagan mella durante toda la vida. Los estados prolongados bajo los efectos de la vergüenza, debido a la personalidad de cada uno o a los episodios que hemos vivido, pueden provocar un desequilibrio en el sistema nervioso, lo que además causa una sensación de vulnerabilidad mayor para relacionarnos con los demás o hacer lo que deseamos.

“La vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos otros”

-Jean de la Fontaine-

Si bien ya no podemos volver el tiempo atrás a cuando éramos niños y eliminar la vergüenza de nuestra enseñanza, si tenemos la capacidad para analizar en qué momento sentimos que todos nos desaprueban o no están conformes con nuestras acciones. Quizás sólo sea algo que se encuentra en nuestra mente y es preciso eliminarlo.

¡Aprende a quitarte la vergüenza de a poco, haciendo cosas que hasta este momento no te atreverías y ríete de ello!

Vergüenza, cultura y rechazo

A pesar de que la vergüenza esté en todos nosotros depende mucho de la cultura. Lo que en un país puede ser objeto de vergüenza en otro no. Cuando sentimos vergüenza, en realidad, se esconde el miedo al rechazo. A que piensen que nuestro valor como personas es más bien bajo. Cómo afirma Fernández-Guerro (2016) , la vergüenza tienen un componente de atribuciones internas de responsabilidad: “yo lo he hecho mal”, “yo he metido la pata”. De esta forma se produce un sentimiento de aislamiento y de ocultación.

“El antídoto de la vergüenza es la aceptación”.

-Andrew Morrison-

Boris Cyrulnik, autor del libro “Morirse de vergüenza. El miedo a la mirada del otro“, afirma que la reacción de vergüenza depende, sobre todo, de la reacción del otro. Es decir, cuando el entorno trata de comprender y no de juzgar, la vergüenza se vería reducida o anulada. Así pues, la vergüenza se trata de una interacción entre el entorno cultura y nuestra educación. Cuando nos sentimos juzgados por el entorno seremos mucho más duros con nosotros mismos: “Yo me he equivocado, soy un desastre, no puede volver a ocurrir“. A pesar de ello, lo importante es intentar no dejarnos influir tanto por la opinión de los demás y saber que todos podemos cometer errores.

 

 


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