6 formas de mejorar tus habilidades sociales
Este artículo ha sido revisado en profundidad para garantizar que la información presentada sea lo más precisa posible, cumpla con nuestros estándares de calidad y presente datos respaldados por fuentes confiables, reflejadas en la bibliografía y los enlaces dentro del texto. Más información
«Habilidades sociales» es un concepto poliédrico. Lo «socialmente hábil» puede hacer referencia a multitud de comportamientos adecuados en contextos concretos (como el ámbito de una conversación con un amigo), pero inadecuados en otros (iniciar una charla en el contexto de un funeral) Entonces, ¿cómo distinguirlas?
Ser socialmente hábil implica adaptar la conducta en situaciones muy cambiantes. En este sentido, existen entidades clínicas que reportan un déficit en dichas habilidades. Tal es el caso de los trastornos del espectro del autismo, en concreto, del autismo o del síndrome de Asperger (Moya, 2023).
«Ser socialmente hábil es el primer paso para construir relaciones sólidas y duraderas».
-Stephen Covey-
Habilidades sociales: un concepto complejo
Todos los seres humanos tienen aptitudes para relacionarse socialmente. Es decir, la aptitud o la capacidad para ser socialmente hábil «está ahí». En función de factores muy diversos, como la personalidad, el estilo de apego o los entornos en los que la persona se relaciona con otras, será más o menos hábil desde un punto de vista social.
¿Qué son estas habilidades? Para la psicología cognitiva y para las teorías del aprendizaje, engloban un conjunto de conductas y cogniciones que han sido, son y serán aprendidas a lo largo de la historia personal. En consecuencia, existen vías y mecanismos que dan cuenta tanto de su adquisición, como de su mantenimiento (Díaz et al., 2017). Veámoslas a continuación:
- El feedback interpersonal es clave. Al comunicar, recibimos señales que nos indican si nuestra forma de interactuar es bien o mal acogida por las demás personas. Nos referimos a los gestos, pero también a la postura o al contacto ocular.
- Se puede aprender e «inhibir lo aprendido» en función de lo que observemos. Por ejemplo, un niño puede aprender que para comunicarse es necesario gritar (porque lo observa de su padre), así que para hablar con sus compañeros les grita.
- El refuerzo, en su modalidad positiva o negativa, es el mecanismo que explica por qué a lo largo de la historia biográfica, se originan y mantienen determinadas habilidades sociales en detrimento de otras. Es decir, argumenta cómo tales habilidades se «ejecutan y mantienen» en función de si son reforzantes o aversivas para la persona.
Otro aspecto clave a resaltar son las expectativas que tienen las personas sobre qué significa ser socialmente hábil. Estas expectativas pueden ser elevadas y generar frustración, porque son imposibles de cumplir (por ejemplo, comunicarse exactamente igual que Oprah Winfrey) o ajustadas a la realidad (iniciar una comunicación o tolerar las pausas y silencios).
Albert Bandura lo explica muy bien a través de su concepto de «expectativas de autoeficacia». Estas aluden a ‘cómo de eficaz se siente la persona en mitad de una conversación’: «me siento cómodo hablando sobre este tema», «he podido aportar un punto de vista diferente entorno a esta cuestión» o «¿seré capaz de afrontar esta interacción social?».
«Ser socialmente hábil no es solo una cuestión de inteligencia emocional, sino también de tener la habilidad de leer el lenguaje corporal y las señales no verbales de los demás».
-Malcolm Gladwell-
Claves para ser socialmente hábil
Han sido descritas multitud de formas, conductas y comportamientos que gravitan alrededor del concepto. En este sentido, el experto en psicología Arnold Goldstein las clasificó en 6 grandes grupos que procederemos a describir.
1. El comienzo del universo social
Para ser hábil desde un punto de vista comunicativo hay que saber escuchar. Y escuchar implica diferentes conductas. Una de ellas es ser capaz de dar comienzo a un diálogo, pero también de mantenerlo y de tolerar las pausas.
Para ello, puede ser útil realizar un pequeño guion mental con diferentes preguntas básicas y sencillas que factibles de realizar. Van a constituir las fórmulas de cortesía que utilizaremos de manera preestablecida. Por ejemplo, «¿cómo estás?», o «¡qué día tan…!». Presentarse también es importante: «¡Hola! Soy Gorka, encantado de conocerte».
Otro aspecto importante de la interacción social es el hecho de «agradecer». Se pueden dar las gracias por muchas cosas como una conversación profunda o el hecho de que la otra persona se interese en conversar. De esta manera, ser capaces de realizar cumplidos a otras personas es importante. Y también es normal y válido experimentar emociones como la «vergüenza» al hacerlos.
2. Habilidades sociales 2.0
En este grupo de habilidades «pasamos de lo básico a lo avanzado». Muchas personas presentan dificultades entorno a las conductas de «búsqueda de ayuda» o a la hora de pedir disculpas. Frente a ello, serían útiles las técnicas que buscan entrenar la comunicación de tipo asertivo.
Un aspecto clave del comportamiento social hábil es «ser capaz de dar instrucciones» o de ‘ordenar asertivamente a alguien para que haga algo en concreto’. Por ejemplo, Claudia le dice a su amiga Arantxa que «por favor, cuando llegues a la siguiente intersección, fíjate en el cartel».
3. ¿Qué tal te llevas con la expresión emocional?
Participar en una conversación y tratar de conseguir un cambio en la otra persona es una meta que muchos sujetos persiguen. El arte de persuadir a quien está enfrente de que haga algo en concreto, implica conocer qué emociones experimenta en el momento de la interacción, qué piensa y qué desea.
Es decir, alude al hecho de poner en práctica la empatía y de «mimetizarse» con el otro. La destreza para empatizar es otro ingrediente básico para una conducta socialmente habilidosa. En la misma línea, es relevante saber desde qué cosmos emocional partimos y cómo lo expresamos.
Antes de comprender y entender los sentimientos que albergan otras personas, debemos ser habilidosos a la hora de comprender los propios. Así, podemos brindarnos recompensas cuando logramos etiquetar nuestra emoción y la emoción de los demás (por ejemplo, «me siento irritable» o «Arantxa se siente irritada»).
4. ¿Problemas con la ira?
En ciertas ocasiones y a raíz de la ira o de la irritabilidad, se puede comunicar algo agresivamente. Es importante emplear el autocontrol cuando la comunicación se torna hostil.
Cabe decir que se pueden defender los derechos de cada uno, respetando los ajenos, sin entrar en discusiones destructivas. ¿Un ejemplo? Es posible evitar la comunicación que gravita entorno a la ira compartiendo qué nos hace sentir así, cómo nos gustaría sentirnos y qué podemos modificar para evitar reaccionar con este sentimiento ante un estímulo en concreto.
5. Habilidades sociales como antídoto frente al estrés.
Saber decir «no» a algo que nos causa malestar, dolor o que simplemente dista de ser un hecho que nos apetezca, es una máxima de las personas socialmente hábiles. Para triunfar en una interacción social también hay que saber poner barreras o límites ante determinados mensajes y conductas con el potencial de dañarnos.
Es relevante el hecho de saber responder los mensajes que resultan antagónicos o ante las críticas de otras personas. Facilita dar una respuesta a tales mensajes si la persona se entrena en técnicas de respiración. Estos métodos contribuyen a la reducción de la activación, para enfrentarse mejor en contextos que resultan aversivos.
6. Una habilidad ejecutiva o el arte para organizarse mejor
Ser socialmente hábil es ser planificado. En la sociedad en la que vivimos resultan importantes conductas como «tomar la iniciativa» en una conversación o ver «cuál puede ser la causa» de un determinado problema. Partiendo de ello, las habilidades sociales también impactan sobre el hecho de «saber establecer un objetivo» e implementar comportamientos que permitan su consecución.
Como hemos visto, ser socialmente hábil es un concepto extraordinariamente complejo. Existen intervenciones eficaces para incrementar estas destrezas, como es el caso de la Terapia Cognitiva Conductual (y concretamente, del entrenamiento en habilidades sociales). En este sentido, ser capaz de iniciar, mantener, planificar, defenderse y defender el propio punto de vista, son elementos esenciales para tener éxito en el «universo social».
«Ser socialmente hábil no significa ser un manipulador, sino más bien tener la capacidad de entender a los demás y responder de manera efectiva a su necesidades y deseos».
-Zig Ziglar-