7 emociones incómodas que los niños deben saber gestionar

7 emociones incómodas que los niños deben saber gestionar
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 13 julio, 2019

No es posible mantenerse al margen de las emociones incómodas. Los adultos no podemos hacerlo, y los niños tampoco. Aunque quisiéramos meterlos en una burbuja para que no sufrieran, esto sería completamente contraproducente.

Sin embargo, muchos padres se empeñan en evitar que sus hijos experimentan estas emociones incómodas. Pero esto no es bueno a largo plazo. En algún momento, los niños tendrán que enfrentarse a esas situaciones, al dolor y la frustración. Rescatarlos solo hará que su vida adulta sea más difícil.

No hay que proteger a los niños de las emociones incómodas, sino enseñarles a gestionarlas adecuadamente cuando surgen. Los niños necesitan aprender a lidiar con las emociones incómodas de una manera saludable.

Padre cogiendo en brazos a su hijo

Cómo ayudar a los niños a lidiar con las emociones incómodas

Aunque no es una tarea fácil, enseñar a los niños a lidiar con el dolor, la ira o la rabia, entre otras emociones, les preparará para la vida. Estas emociones incómodas serán cada vez más intensas, por lo que aprender a afrontarlas desde pequeños facilitará su proceso de adaptación y maduración. 

Entrenar a los niños para que sepan lidiar con sus emociones es la mejor forma de preparados para hacer frente a las responsabilidades y decepciones de la vida adulta.

Enseñar a los niños a lidiar con el aburrimiento

El aburrimiento es algo que nos puede asaltar a todos. Sin embargo, los niños son muy propensos a sentirse aburridos y a demandar atención. Pero el hecho de que un niño esté aburrido no implica que un adulto tenga que resolver sus problema. Es más, es bueno que los niños se aburran de vez en cuando.

El aburrimiento estimula en los niños su capacidad innata de ser creativos. Por eso hay que animar al niño a que busque la manera de emplear su tiempo y no ofrecerle un entretenimiento constante.

Hay que animar al niño a que sea proactivo frente a su aburrimiento y a pensar de forma positiva qué hacer para solucionarlo

Niña aburrida

Enseñar a los niños a lidiar con la frustración

Querer ayudar a un niño cuando se siente frustrado es una reacción natural, pero los niños necesitan saber cómo lidiar con esa frustración de manera efectiva. No siempre va a haber alguien ahí para hacerlo, por lo que tienen que aprender a afrontar una situación frustrante.

Si un niños está luchando con un ejercicio de las tareas escolares, con la resolución de un puzzle, la construcción de un juego o tiene dificultad para hacer cualquier cosa no hay que hacer el trabajo por él. Con eso solo se consigue que crezca frustrado

En estos casos, hay que hablar con el niño, ayudarle a que se tranquilice y animarle a que busca una solución. Así aprenderá que para resolver una situación frustrante es necesario calmarse primero. 

Si un niño no tiene oportunidades para resolver sus problemas por sí mismos, puede llegar a desarrollar un sentimiento de indefensión aprendida. Es decir, crecerá convencido que de necesita a los demás  para resolver sus problemas por ellos.

Enseñar a los niños a lidiar con la tristeza

La tristeza es una emoción que nos acompañará a lo largo de la vida. Es algo normal que surge como resultado de eventos y situaciones. Los niños deben aprender a identificar la tristeza y a saber que es algo normal, algo que pasa.

Tu hijo debe aprender que en la vida no es todo alegría y fiesta. Dejarle que viva su tristeza con naturalidad le ayudará a sentirse mejor consigo mismo y sus sentimientos. Como dice uno de los personajes de la novela José Ignacio Cordero titulada El peluquero de la División Azul, la tristeza no es mala, solo está mal vista.

Enseñar a los niños a lidiar con la ansiedad

No es saludable para los niños que experimenten ansiedad constante. Sin embargo, es importante que reconozcan cuándo están ansiosos y que tipo de situaciones desencadenas esta emoción. Solo así podrán aprender a identificarla y gestionarla.

También deben aprender a enfrentarse a los temores que generan esa ansiedad y descubrir que esa emoción no les tiene que impedir conseguir lo que desean, ya sea conseguir su juego favorito y sacar una buena calificación en un examen.

Cuando un niño está ansioso es importante ayudarle a entender lo que le pasa y enseñarle a calmarse. A veces es necesario dejar que exterioricen la ansiedad para poder mostrarles lo que ocurre y ayudarles a superar sus miedos. Reprimirlos no soluciona nada.

Enseñar a los niños a lidiar con la decepción

Niña decepcionada

La decepción aparece a menudo en los niños por muchos motivos, la mayoría de ellos incontrolables. Puede ser que su equipo favorito haya perdido un partido, que no encuentre su dulce preferido, que su amigo esté en otro grupo diferente o que su padre o madre no llegue a tiempo para jugar con él antes de cenar.

Sea cual sea el motivo, la decepción es una emoción que experimentamos a lo largo de toda la vida y que hay que aprender a gestionar. En caso contrario, viviríamos en una constante sensación de fin del mundo.

Evitar que los niños no se sientan decepcionados o compensarle constantemente les hará caprichosos y egocéntricos.

Enseñar a los niños a lidiar con la ira

La ira no es una emoción mala. Lo malo es lo que decidimos hacer cuando surge. Los niños necesitan aprender maneras saludables de lidiar  la ira y los sentimientos de enojo, que la agresividad no es necesaria ni saludable.

Cuando un niño está enojado es necesario enseñarle cómo calmar su cuerpo respirando profundamente y esperando. Contar hasta seis es una fórmula que funciona con niños y adultos y que permite tomar distancia y controlar la situación.

Enseñar a los niños a lidiar con la culpabilidad

No se puede permitir que un niño siempre se libre de la culpa con excusas. Los niños deben aprender a reconocer que su comportamiento afecta a los demás y que una disculpa no acaba con eso. No se trata de avergonzarlos, sino de favorecer una culpa saludable que puede provocar cambios constructivos.

Si admitimos la disculpa de un niño sin ayudarle a reconocer su culpa y, por lo tanto, su responsabilidad, el niño no aprenderá que sus acciones pueden herir a los demás.

 

 

 


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.