¿Puede una lesión o anomalía cerebral convertirnos en personas malvadas?

¿Puede una anomalía cerebral convertirnos en personas malvadas? Para muchos expertos, puede haber una predisposición, sin embargo, un psicópata por ejemplo sabe muy bien en todo momento lo que está haciendo.
¿Puede una lesión o anomalía cerebral convertirnos en personas malvadas?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 julio, 2020

Se dijo de Patrick Nogueira, el asesino que mató y descuartizó a sus tíos y primos en un chalet de Pioz (Guadalajara), que debido a una anomalía cerebral, tenía sus capacidades volitivas y cognitivas limitadas. Sin embargo, el jurado fue unánime. Entendió que como psicópata, sabía muy bien en todo momento aquello que estaba haciendo, que hubo clara intencionalidad y ensañamiento.

Este veredicto, así como la trascendencia de esta historia marcada por la violencia más extrema, ha despertado una vez más el antagonismo entre una parte y otra de la comunidad científica y criminalística. ¿Puede una lesión o anomalía cerebral convertirnos de pronto en unos psicópatas capaces de matar? ¿Se explica la maldad humana únicamente en términos biológicos?

Cabe señalar que en España ha sido la primera vez que se presentan pruebas de neuroimagen para justificar un acto criminal. Sin embargo, en Estados Unidos llevan años valorando estudios de medicina nuclear para explicar por qué algunos criminales tienen su capacidad de autocontrol tan limitada. Con ello, se resuelve si la persona debe cumplir la pena en un psiquiátrico o en una cárcel.

La asociación americana de jueces, por ejemplo, lleva más de 27 años aceptando como pruebas estos estudios. El más sonado fue sin duda el de Herbert Weinstein, acusado en 1992 de estrangular a su mujer y lanzarla al vacío por un balcón. Los jueces, entendieron tras ver las tomografías cerebrales, que la presencia de un quiste en la membrana aracnoidea podría haber sido un factor importante a la hora de explicar las motivaciones del crimen.

Sin embargo, muchos psicólogos ponen el punto de atención en un hecho muy concreto: los psicópatas no son simples enfermos mentales. Un psicópata sabe muy bien lo que está mal y lo que está bien. Aún más, entiende que muchos de sus actos son claramente inmorales, sin embargo los lleva a cabo. El sufrimiento ajeno no es una variable que tenga mucho peso cuando decide.

“Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.

-Friedrich Wilhelm Nietzsche-

anomalía cerebral de Patrick Nogueira

La anomalía cerebral y los actos violentos, lo que dice la neurociencia

Al asesino de Pioz le realizaron varias pruebas neurológicas. El PET, por ejemplo, mostró que el joven evidenciaba una baja actividad neuronal en varias zonas del lóbulo temporal derecho de su cerebro. Según explicó el propio Patrick Nogueira se debió a un golpe que se dio en la cabeza siendo adolescente. También contó en el juicio que bebía alcohol desde los 10 años y que sufría bullyng en la escuela.

Los psiquiatras indicaron que esa atrofia cerebral podía ser un claro marcador de la psicopatía, y que como tal, dicho daño neurológico tenía claras repercusiones conductuales. Estudios, como los llevados a cabo por los doctores Adrian Raine y Monte Buchsbaum en 1997, ya establecían también ese tipo de correlaciones entre una anomalía cerebral y los consecuentes actos violentos.

Veamos no obstante, qué más datos nos ofrece la neurociencia.

El caso Phineas

Uno de los casos más famosos de la historia de la medicina es sin duda el de Phineas Cage, toda una referencia en el mundo de la psiquiatría y neurociencia. El 13 de septiembre de 1848, Gage formaba parte de un equipo que estaba construyendo una vía de ferrocarril para la empresa Rutland & Burlington, en Vermont.

En un momento dado, se llevó a cabo la voladura de una roca. La mala suerte quiso que en la explosión se deprendiera una barra de hierro de más de un metro de longitud que acabó incrustada en el cráneo de Phineas Cage. Esa barra entró por el lado izquierdo de su cabeza, pasando por detrás del ojo y saliendo después por la parte izquierda de su pómulo.

  • No perdió la consciencia en ningún momento. Hablaba y se movía con normalidad. Fue llevado a la consulta del doctor John Martin Harlow, quien tras retirarle la barra de hierro y ponerlo en observación pasó a describir aquel caso tan asombroso.
  • Phineas Cage volvió dos meses después a hacer vida normal. Aparentemente y más allá de la pérdida de un ojo, no parecía tener más secuelas.
  • Decimos aparentemente porque el doctor Harlow se preocupó por hacer un seguimiento de aquel caso a lo largo de 20 años, descubriendo que el joven Cage, psicológicamente, ya no era el mismo. Se volvió agresivo, impulsivo, mal hablado, inmoral e irresponsable (términos elegidos por el propio doctor).
  • Era otra persona. Fue de trabajo en trabajo, e incluso formó parte de un circo. Hasta que finalmente, y cumplidos los 38 falleció. Las crisis epilépticas que sufrió en los últimos años eran muy intensas.

Antonio Damasio, célebre neurólogo, es uno de los expertos que más ha profundizado en el caso Cage y en el análisis de su cráneo. Determinó que esa lesión el lóbulo frontal podía alterar su personalidad, emociones y su capacidad para interactuar socialmente.

Cuadro de Phineas Cage

El impacto de la anomalía cerebral en la conducta según la psicología

Muchas voces dentro de la ciencia de la psicología admiten, hasta un punto, la trascendencia del impacto de la anomalía cerebral en el comportamiento humano. Es decir, puede haber una predisposición hacia determinadas conductas, pero no una determinación absoluta.

Es decir, tal y como nos explica el psicólogo y criminólogo Vicente Garrido, una atrofia o una lesión en un lóbulo cerebral no convierte a alguien en un sujeto “predeterminado” para matar. Una imagen cerebral, por ejemplo, no es una radiografía de un pensamiento ni nos dice lo que ha hecho o puede llegar a hacer esa persona.

Hay múltiples factores y condicionantes. Es más, cuando hablamos de psicopatía, cabe señalar que solo una pequeña proporción de ellos llega a cometer asesinatos. Y la razón de ello es evidente: pueden elegir entre hacer el mal o no.

El caso James Fallon

Uno de los casos más interesantes del estudio de la neurobiología del psicópata es el de James Fallon. Este neurocientífico de la Universidad de California en Irvine es precisamente uno de los mayores expertos en la personalidad psicopática. Por tanto, no estamos ante ningún asesino ni ante ninguna persona que haya cometido acto violento alguno.

Sin embargo, el doctor Fallon presenta una peculiaridad. Tiene en su cerebro el gen de la psicopatía y una alteración anatómica que se corresponde al 100% con este tipo de personalidad. Es más, en su árbol genealógico tiene hasta 7 asesinos, siendo uno de ellos Lizzie Borden, una mujer que asesinó y descuartizó a su familia.

James Fallon

A día de hoy, James Fallon lleva una vida normal, no ha cometido actos delictivos y es uno de las mayores referencias en el estudio de la psicopatía y da conferencias por todo el mundo explicando su caso. ¿Qué conclusión podemos obtener por tanto sobre este tema? ¿Puede una alteración cerebral convertirnos en psicópatas? ¿Puede abocarnos a cometer actos violentos como el perpetrado por el asesino de Pioz? La respuesta sigue siendo delicada a día de hoy. No obstante hay algo evidente.

Una singularidad cerebral puede añadir “cierta” predisposición hacia determinados comportamientos, pero no puede conducirnos al 100% y de forma directa al universo de la maldad más atroz. 

 


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  • Garrido, Vicente (2018) Asesinos múltiples y otros depredadores sociales. Ariel
  • Damasio A.R. (2005). «A Modern Phineas Gage». Descartes’ Error: Emotion, Reason, and the Human BrainISBN 014303622X. (First edition: 1994)
  • Furnham, A., Richards, S. C., & Paulhus, D. L. (2013). The Dark Triad of Personality: A 10Year Review. Social and Personality Psychology Compass7(3), 199–216. https://doi.org/10.1002/ijc.31143
  • Zachary Weiss, The Legal Admissibility of Positron Emission Tomography Scans in Criminal Cases: People v. Spyder Cystkopf, 1 SEMINARS CLINICAL NEUROPSYCHIATRY 202 (1996).

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