El arte de fluir cultivando nuestro jardín

El arte de fluir cultivando nuestro jardín
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 14 septiembre, 2019

¿Es posible fluir mientras cuidamos nuestro jardín? Un informe de Europarc España muestra que cuando nos relacionamos con el medio natural gestionamos mejor el estrés de la vida cotidiana. Ver crecer las plantas que con sumo cuidado hemos cultivado nos permite conectar de una manera especial con la naturaleza.

Vivimos en una sociedad que se desarrolla en grandes núcleos urbanos. De ahí que cada vez más personas se apuntan a crear un pequeño huerto o jardín en casa. Así, cultivar está al alcance de todos.

El abuelo de Saramago

José Saramago dedicó una entrañable carta a la memoria de su abuelo. En ella contaba cómo su abuelo se abrazó a los árboles llorando y despidiéndose de ellos antes de morir. Les dedicó sus últimas palabras como si de sus compañeros vitales más queridos se tratara.

El escritor llegó a la conclusión de que su abuelo, un simple campesino analfabeto, había logrado entender con el paso de los años que todos estamos conectados por y en el propio orden que la naturaleza ha creado. En este sentido y actualizando el mensaje a nuestro ritmo cotidiano, quien consigue cultivar su propio jardín acaba obteniendo de esta afición una recompensa especial. Conectar con la naturaleza nos aporta un mayor bienestar psicológico.

“En el fondo de su corazón tal vez, mi abuelo supiera, de un saber misterioso, difícil de expresar con palabras, que la vida de la tierra y de los árboles es una sola vida”.

-José Saramago-

Manos haciendo forma de un corazón sobre un árbol

Un estudio coreano demostró que las personas que son expuestas en sus lugares de trabajo o residencias a imágenes de la naturaleza aumentaron su capacidad de generar sentimientos de placer y bienestar. Las áreas cerebrales que se activaron cuando las personas fueron expuestas a vistas naturales están relacionadas con respuestas emocionales agradables.

Así pues, ¿por qué no aprovechamos la jardinería para mejorar nuestro estado de salud emocional?

El estado de flujo (fluir)

Uno de los psicólogos más reconocidos en el marco de la psicología positiva, Mihaly Csikszentmihalyi, nos dice que los seres humanos podemos llegar a fluir en nuestras actividades cotidianas si somos capaces de concentrarnos y centrar nuestra atención en ellas.

El estado de flujo, tal y como lo denominó Mihaly, es aquel estado en el que nos encontramos cuando la actividad que realizamos nos deja totalmente absortos. La percepción del paso del tiempo desaparece y todo nuestro termina implicado en la tarea.

Este estado se logra cuando conseguimos un correcto equilibrio entre nuestras habilidades y los desafíos propios de la actividad. De esta manera logramos que el resto de estímulos queden fuera de nuestro campo atencional, incluidas las fuentes de estrés, como las preocupaciones.

“El placer aparece en el límite entre el aburrimiento y la ansiedad, cuando los retos se equilibran con la capacidad de la persona para que actúe”

 -Mihaly Csikszentmihalyi-

Mihaly que este estado solemos alcanzarlo porque la actividad responde a motivaciones intrínsecas. Es decir, nos atrae el desempeño de la propia tarea, más allá de su resultado. Este tipo de actividades solemos elegirlas de manera libre, sintiendo así que vale la pena realizarlas como un símbolo de nuestra libertad y voluntad.

En este artículo, hablábamos en concreto de cultivar un jardín. Este tipo de tarea reúne en principio todos los requisitos para ser una tarea con la que fluyamos. No tienen una dificultad muy grande, de hecho el listón lo podemos marcar nosotros. Además, es una tarea con la que siempre estamos expuesto a realizar nuevos aprendizajes. Por último, los frutos siempre podemos mostrárselos a los demás y ser motivo de orgullo.

Fluir en el jardín

En el huerto podemos llegar a fluir. Los cuidados diarios que esta actividad requiere implican una gran capacidad de observación que nos permite tener metas claras a la vez que nos proporciona una retroalimentación inmediata. Cada día que pasa observamos nuevos cambios en las plantas y nuevos desafíos.

Mano rodeando una planta

La atención que tenemos que prestar en esta tarea implica que aprendamos a base del ensayo- error. Las plantas nos dicen claramente qué necesitan y nuestra energía se centra en conseguir lograr que su crecimiento y floración se desarrolle de la mejor manera posible.

Así pues, al cuidar el jardín podemos llegar a fluir mientras nos centramos en metas claras y alcanzables. Estas metas nos ayudarán en palabras de Mihaly a aportar “orden en nuestra conciencia”.

La revolución de los huertos caseros

Dados los beneficios, cada vez más personas deciden aprovechar el espacio del que disponen en casa para cultivar. Y es que cualquier lugar que reuna unas mínimas condiciones puede ser bueno. Cultivar nuestro jardín nos va a permitir:

  • Escapar de un ambiente urbano absorbente en el que los ruidos, el asfalto y la contaminación estropean nuestra calidad de vida.
  • Conocer el ciclo de la vida de los vegetales y las relaciones entre los seres vivos que interactúan con ellos. De inmediato, a nuestro huerto acudirán insectos cuya relación con las plantas en muchos casos es beneficiosa.
  • Adquirir un aprendizaje continuo gracias a la observación que tenemos que dedicar a esta actividad y aprender de nuestros propios errores.
  • Nos proporcionará alimentos sanos que nos harán reflexionar sobre el origen de los mismos, respetando el tiempo natural de maduración.
  • Nos aportará una mayor responsabilidad como consumidores siendo conscientes del valor de apostar por una agricultura local.
Alimentos del huerto

Por todos estos beneficios y muchos más, merece la pena empezar o mantener esta afición en casa… o en su defecto, merece la pena buscar una actividad con la que fluyamos; con la que alcancemos ese estado de inconsciencia temporal y de entrega que nos reporta una sensación de bienestar tan grande.

“Ni los árboles pueden vivir sin la tierra, ni la tierra puede vivir sin los árboles. Incluso hay quien afirma que los únicos habitantes naturales del planeta son ellos, los árboles. ¿Por qué? Porque se nutren directamente de la tierra, porque la agarran con sus raíces y por ella son agarrados. Tierra y árbol, aquí está la simbiosis perfecta”.

-José Saramago-


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