11 señales que indican si sufres autoabandono
Hay dos formas de sufrimiento que ningún ser humano debería experimentar. El primero es el abandono en cualquiera de sus formas, ya sea parental, de pareja, amistades, etc. El segundo tiene que ver con la desconexión con nosotros mismos, con descuidar necesidades, emociones, valores e identidades. Curiosamente, esta dimensión es la que más nos cuesta reconocer.
Aunque el autoabandono como tal nos parezca un concepto algo extraño, aparece con demasiada frecuencia. Bien es cierto que siempre estamos con nosotros mismos y que nadie puede escapar de su propia piel. Sin embargo, es común dejarnos de lado hasta el punto de poner en manos ajenas dimensiones que deberíamos nutrir por nosotros mismos.
Esta característica, esa dejadez a la hora de revisar, fortalecer y promover el autoconcepto, la autoconfianza o los valores suele tener su inicio en la infancia o adolescencia. Haber crecido en un entorno disfuncional y frío emocionalmente nos convierte a menudo en seres desapegados de sí mismos. Algo así tiene un serio impacto para la salud mental.
La creencia de que nuestras necesidades no pueden satisfacerse, es una dinámica muy frecuente en el registro psicológico de muchas personas.
¿Qué es el autoabandono?
Es una forma de relacionarse con uno mismo caracterizada por la negligencia y la falta de atención a las propias necesidades. El autoabandono puede manifestarse tanto a nivel físico como a nivel emocional o intelectual. Además, es capaz de afectar múltiples ámbitos de la vida de quien lo padece. Veamos algunos ejemplos de esta conducta.
Gabriel siempre le echa en cara a su pareja que lo descuida y que por su culpa no puede rendir bien en el trabajo. Ana atiende todo el día a su madre dependiente, pero cada vez que su amiga Clara la llama porque tiene un mal día, ella acude de inmediato sin importar lo agotada que esté. Roberto se desahoga yendo de fiesta y bebiendo alcohol cada vez que siente ansiedad o estrés.
Estos ejemplos son muestras de cómo las personas se dejan de lado, como quien olvida las gafas en un cajón de la mesita. Intentan moverse por el mundo, pero su miopía severa no les permite verse ante el espejo ni caminar por la calle sin darse de bruces. Abandonarse es descartar o ignorar por completo las experiencias psicológicas internas.
Algo así puede ocasionar situaciones tan diversas y contrapuestas como supeditar a los demás para que validen tu autoestima, o bien convertirte en una figura complaciente sin ninguna autoridad. Desoír lo que necesitas conduce a la disolución del yo, a ese malestar corrosivo que se impregna en toda área de tu existencia.
Veamos esas dinámicas que suelen manifestarse cuando estamos dominados por el desapego interno.
Señales de autoabandono
Tal vez te estés preguntando si padeces este problema. Para ayudarte a resolver esta inquietud, a continuación, te presentamos 11 señales que pueden darte el fundamento para identificar si te has estado autoabandonando.
1. Culpas a los demás de tu infelicidad
Es posible que tuvieras una infancia difícil y que no hayas tenido suerte en el amor. Sin embargo, la responsabilidad última por promover tu bienestar y felicidad está en ti mismo. Como bien decía el psicoterapeuta Albert Ellis, la mejor etapa de nuestra vida llega cuando nos damos cuenta de que nuestros problemas son solo nuestros.
Dejar de culpar a nuestros padres o a la sociedad nos permitirá asumir las riendas de nuestra vida.
2. No pensar en lo que te duele y distraerte son dos necesidades constantes en ti
Después de un día estresante a todos nos agrada desconectar viendo series o quedando con un amigo para tomar algo. Sin embargo, tú acudes de manera persistente a cualquier distractor que te evite tomar conciencia de tu tristeza y dolor emocional.
Esto puede hacer que te vuelques en la comida como mecanismo catártico para aliviar la ansiedad. Ir de compras, pasarte el día jugando a los videojuegos o beber en exceso son también ejemplos de autoabandono.
3. Eres incapaz de poner límites
Los límites son barreras psicológicas que articulas ante los demás para salvaguardar tu bienestar, y para aportar una información necesaria a quienes te rodean. Llevarlo a cabo requiere de una comunicación abierta y asertiva; algo que, como bien sabes, no siempre es fácil llevar a cabo.
Ahora bien, como te caracterizas por ese descuido o desapego hacia ti, te sientes incapaz de decir «no» a cualquier demanda o solicitud. Te dejas llevar, a todo accedes, todo lo asumes, lo aceptas y avanzas con la corriente por mera inercia. Dicho comportamiento se explica por esa incapacidad por salvaguardar tus propias necesidades.
4. Falta de autoconciencia emocional
En un trabajo de investigación de la Universidad del Norte de Carolina se destaca la importancia de la autoconciencia para el bienestar psicológico. Es decir, ser capaces de conectar y comprender nuestros pensamientos y emociones nos permite tener un mayor control sobre nuestras vidas. También ser más felices en cualquier ámbito de la vida.
El autoabandono hace que dejes de responsabilizarte de tus emociones y sentimientos. Esperas que sean los demás quienes te den calma cuando el mundo se agita, que sea tu pareja la responsable de validar lo que sientes, de llenar esos vacíos que no puedes llenar.
Si te abandonas a ti mismo vivirás en una cárcel de sufrimiento en la que asumir valores ajenos y reprimir muchas de tus emociones y sentimientos.
5. Vives en la evitación constante
Vivir en la evitación es negar los problemas que te atosigan y merman tu equilibrio interno. Hacer uso de forma constante de los más variados mecanismos de escape, hace que vivas en la procrastinación, que no admitas lo que te turba y que estés atrapado en el inmovilismo. Ese tipo de existencia, lejos de solucionar algo, provoca que siempre te sientas frustrado.
6. Autoexigencia excesiva
Cuando el abandono se impregna en lo más profundo de tus estratos psicológicos, hace que te conviertas en tu peor enemigo. No te valoras, no aprecias tus logros y la voz crítica alcanza en tu interior unos decibelios ensordecedores.
Además, una realidad que te define es esa autoexigencia que te impide cometer cualquier fallo, que te presiona y te supedita a insufribles estados de ansiedad.
7. Ocultas partes de ti mismo
Inseguridad, miedos, falta de iniciativa… Eres una persona de gran valía y notables competencias, pero dudas tanto de ti misma que prefieres ocultar tus áreas luminosas. Lo haces por miedo a la crítica ajena, a los juicios y a los comentarios que puedan hacer de ti. Tu regla de supervivencia te recuerda que, para evitar ser herido, siempre es mejor esconder ciertas áreas.
8. Eres prisionero de tus dudas
Estás dominado por los pensamientos rumiantes, esos que oxidan toda valía y que te alimentan de dudas. Esto provoca que dejes de confiar en tu intuición, en tu experiencia adquirida e incluso en tus instintos. Te percibes falible, aunque de cara a los demás aparentes ser alguien resolutivo.
9. Actúas en disonancia con tus valores
No vivir en armonía de acuerdo a los valores de uno duele. Lo hace porque, casi sin darte cuenta, actúas y te mueves de acuerdo a los valores de tu familia o pareja, los cuales pueden estar muy alejados de los tuyos. Son los demás los que te guían y te condicionan en casi cualquier aspecto. Esto deriva en un estilo de vida marcado por la insatisfacción y la infelicidad.
10. Evitas hacer actividades agradables
Una de las señales más notables es evitar la participación en actividades que generan placer y bienestar. Ya no tienes pasatiempos divertidos, no le dedicas espacio a tus hobbies, no sales con tus amigos a divertirte y has perdido la capacidad de interesarte en aquellas cosas que antes te generaban satisfacción.
11. Descuidas tu salud física ni mental
A nivel físico, no haces ejercicio, no te alimentas bien, ignoras las señales de alerta de cualquier enfermedad, no sigues los tratamientos médicos, etc. En cuento al plano psicológico, niegas tus malestares emocionales, tienes hábitos y patrones de pensamiento nocivos, tu diálogo interno es negativo, piensas que no mereces estar bien y te niegas a recibir ayuda profesional.
Causas del autoabandono
Las causas varían de un caso a otro y cada persona tiene sus propios motivos. No obstante, hay algunos factores generales que pueden explicar esta forma de abandono, y uno de ellos es la crianza. Haber crecido en un ambiente familiar donde las necesidades emocionales y físicas eran ignoradas o minimizadas puede haber influido en la configuración del patrón de abandono en la vida adulta.
De igual modo, influye mucho haber crecido con cuidadores que se autoabandonaban. La persona, siendo niña, modeló ese comportamiento que continúa arrastrando a su vida adulta. La internalización de estas conductas deja un esquema que afecta el modo en que la persona vive su adultez y sus relaciones con los demás y consigo mismo.
Más allá de la crianza y el vínculo con los cuidadores, podemos hallar otras variables que influyen sobre el abandono de sí mismo. El estrés crónico es una de ellas. Cuando un sujeto es sometido a altos niveles de estrés durante mucho tiempo, tiende a descuidarse por andar buscando la forma de lidiar con las exigencias del medio que lo estresan, lo cual lo lleva a olvidar sus necesidades fisiológicas y psicológicas.
Trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático son otros factores a considerar. El trauma, por ejemplo, deteriora tanto la relación que la persona tiene consigo misma como con la que tiene con el mundo; además, afecta los hábitos saludables de autocuidado.
Consecuencias físicas
La falta de cuidado puede conducir a diversos problemas y afectar la salud y el bienestar físico. Cuando abandonas el cuidado de tu cuerpo, la enfermedad y los malestares empiezan a ser un tema común en tu cotidianidad.
1. Problemas de peso
El abandono puede llevarte a hábitos alimenticios que no favorecen tu salud, como comer en exceso o no ingerir suficientes alimentos. A corto y largo plazo, estas conductas generan alteraciones del peso, obesidad o desnutrición. A su vez, estos problemas vienen acompañados de otras complicaciones físicas y mentales que diminuyen el bienestar y la calidad de vida.
2. Problemas cardíacos
La falta de cuidado físico, la dieta no saludable, el estrés y otros aspectos asociados con el abandono pueden predisponerte a tener problemas cardíacos. Entre ellos, la hipertensión, accidentes cerebrovasculares, etc. Todo depende de las conductas de riesgos asociadas a tu forma de autoabandono.
3. Fatiga y falta de energía
Como no atiendes las señales de tu cuerpo que te piden descanso y recuperación, el cansancio constante, la falta de energía y la fatiga empiezan a ser tus compañeras cotidianas. Además, si no duermes lo suficiente ni te alimentas bien, el agotamiento se acrecentará más.
4. Empeoramiento de condiciones médicas
La falta de cuidado y atención puede llevarte a ser negligente con tu situación médica existente. Por ejemplo, te lleva a no prestarle atención a tus padecimientos físicos (diabetes, asma, hipertensión, etc.) y a olvidarte de seguir el tratamiento recomendado por el médico. Todo esto hace que esas enfermedades que ya tienes se agraven con el tiempo.
Consecuencias mentales
El abandono también tiene repercusiones psicológicas en ti. Sus consecuencias en ese sentido puede deteriorar de manera significativa tu funcionamiento cotidiano y las relaciones que mantienes con otras personas. Veamos algunos de sus efectos.
1. Baja autoestima
Si dejas de cuidarte, es posible que empieces a sentir que no vales tanto. Esto es así porque no te tratas con amor, no velas por tu bienestar y salud. Poco a poco, empiezas a entender que, como no te das cariño, entonces, no eres tan valiosa. En consecuencia, tu autoestima empieza a bajar.
2. Ansiedad
Cuando te abandonas, cultivas un campo fértil para las preocupaciones, el estrés y la ansiedad. La negligencia y la falta de atención hacia el propio cuerpo y la salud mental pueden hacerte sentir abrumado debido a la incapacidad de lidiar con las demandas de tu vida en distintas áreas de desarrollo: trabajo, familia, pareja.
3. Deterioro en las relaciones interpersonales
El abandono puede llevarte al aislamiento social, ya sea porque no participas en las integraciones sociales, por vergüenza o por la baja autoestima. A largo plazo, y debido a esto, tus vínculos empiezan a deteriorarse por falta de dedicación, intimidad, compromiso y apoyo emocional.
4. Depresión
Ignorarte, dejar de lado tus necesidades y no atender tus emociones, puede hacerte sentir triste y desesperanzado. A su vez, la depresión, incrementará tus conductas de abandono. Esta mutua relación afecta de manera considerable tu desempeño diario y perturba aún más la relación que tienes contigo y los demás.
El autocuidado es lo opuesto al abandono. Esta es la palabra mágica que debes tener presente en tu interior en caso de que te sientas identificado con las dimensiones aquí descritas. Es momento de poner la mirada en el interior y ordenar ese universo caótico y solitario que dejaste de lado hace muchos años, por las más diversas razones.
Siempre es buen momento para desarrollar adecuadas habilidades de gestión emocional, responsabilidad personal y asertividad. Empieza mirándote al espejo y conectando con esa figura a la que has dejado de lado demasiado tiempo. Esa persona necesita afecto, validación y compasión. En el momento en que la sientas como tu mejor aliada, todo cambiará para mejor.
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