"Carol": los prejuicios no acaban con el amor

"Carol": los prejuicios no acaban con el amor
Cristina Roda Rivera

Escrito y verificado por la psicóloga Cristina Roda Rivera.

Última actualización: 07 octubre, 2022

No es habitual ver el amor de dos mujeres en pantalla, pero cuando se hace una película como esta se agradece de una forma especial. Más allá de los convencionalismos y prejuicios, la historia de Carol y Therese es tan exquisita que logra cautivar hasta al más “escéptico”. Y es que Carol es mucho más que una película sobre dos lesbianas, que dirían algunos. Es nada más y nada menos que la historia de amor entre dos personas.

Catte Blanchet interpreta a Carol, una distinguida mujer casada y Rooney Mara a Therese Belivet ,una chica joven en busca de su camino profesional y personal. Ambas serán protagonistas de un encuentro casual que derivará en una historia de amor narrada de forma exquisita e intimista, que nos hace conscientes de lo idénticas que son las situaciones, emociones y preocupaciones acerca del amor, sea este entre dos mujeres, entre dos hombres o una mujer y un hombre.

Los prejuicios acerca de la homosexualidad

Nuestra sociedad ha dictaminado durante muchos décadas que el amor para ser amor y real debe ajustarse al dictado heteronormativo, si bien han existido épocas y culturas que nunca han mostrado reticencias respecto las relaciones homosexuales.

No deja de ser una cuestión impregnada de profunda ignorancia, prejuicios, falsa identidad y control social. El comportamiento sexual entre miembros del mismo sexo es algo común en todas las especies.

No es incompatible con la supervivencia de la especie, con el sentimiento comunitario ni cursa con ningún tipo de patología más allá del aguante estoico de un estigma que en ciertos países obliga a amar en clandestinidad, ya que los que dictan la moral se encargan con ella de hacer infelices al resto.

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Los prejuicios y estereotipos acerca de la homosexualidad tienen una profunda marca de ignorancia, pero también una voluntad explícita de marcar un orden sexual entre las personas. Una jerarquía que implica a su vez un control social y económico: modelo predeterminado de casa, hijos e hipoteca .

Altas dosis de ignorancia proporcionan mano de obra barata. Condenar la homosexualidad entra dentro de los planes de los que desean un modelo de pensamiento único que niega la libertad y perpetúa ciertos poderes sociales

Es el juicio que han hecho diversas sociedades lo que convierte a este tipo de conductas en un tabú e incluso un delito. No olvidemos que en muchos países la homosexualidad está condenada con pena de muerte. Una vez más nos damos cuenta que parte de la evolución humana cabalga por senderos sin sentido, con más asiduidad de la esperada por su nivel de evolución.

Cuando el amor arrasa con el prejuicio y se impone sin ninguna duda

Pocas cosas hay tan poderosas para enfrentar el absurdo ataque de ciertos sectores a la conducta homosexual que contemplar una historia de amor que no pretende ser lección sobre nada acerca de nadie. Sin embargo, termina siendo una muestra inusitada de nuestra posibilidad más poderosa: seguir a nuestro corazón y a nuestros instintos. Romper el molde del estereotipo cuando este se opone a la posibilidad de ser felices.

Dos mujeres juntas

Ambas protagonistas se ven envueltas en una historia de amor que no es planeada pero es difícilmente evitable. La película muestra lo difícil que es alimentar una relación que de antemano está condenada socialmente. Más aún cuando no se tiene experiencia y se ha recibido una educación que le confiere a esa conducta un carácter “desviado”.

En la película vemos la dificultad de Carol para integrar en su vida, formada por un marido y una hija, a un amor repentino, que rompe con todo lo que se espera de ella. Así, la película muestra una encarnizada batalla entre el “deber” y el corazón.

Cuando el amor además de libre es verdadero

A veces, es relevante saber lo poco interesada que resulta una relación de cara a la sociedad para ver realmente la carga sentimental que hay en ella. Cuando asumimos y nos embarcamos en una relación que no nos reportará intereses económicos, de reconocimiento o de tranquilidad estamos asumiendo riesgos. Unos riesgos que por otra parte el amor cubre.

Cuando dos personas deciden embarcarse en algo que desde el principio aboca a naufragio parece como si en realidad tomaran el verdadero timón de su vida.

Para las protagonistas de esta historia, aceptar su amor primero y asumir su condición ante la sociedad después, es como asomarse a un precipicio en el que quizás no se tenga una muerte segura, aunque se asume la velocidad y el gran peligro que entraña la caída. Una mujer como Carol con una vida aparentemente perfecta que se niega a no dar cabida a los sentimientos de atracción hacia otras mujeres, ya que es algo que no puede controlar: simplemente sucede.

Therese Bellivet, una joven con una incipiente carrera laboral y un compromiso ya establecido de por medio, decide dejarse llevar por sus sentimientos aunque a veces parezcan engullirla: es temerosa acerca de lo que siente, pero decidida en aceptarlo porque en realidad es lo que le proporciona felicidad.

No parece tener el mismo arrojo y carácter que la experimentada Carol, pero en realidad se muestra sin miedo cuando los sentimientos y la pasión llaman a su puerta. Ambas están más preocupadas en lo inesperado de su historia y en cómo hacerle frente que en luchar contra los prejuicios que las acosan.

Lo que nos transmite esta historia no deja de ser una muestra más de lo que debe suponer para cualquier persona una verdadera historia de amor: para que sea amor debe curar e inspirar. La película nos da una lección importante sin quererlo: quienes ocupan su tiempo en juzgar la vida de los demás acaban consumidos en sus propias miserias.

Gracias a historias como las de Carol tenemos oportunidades de ver reflejado el sentido de la vida que nadie puede apresar ni etiquetar y que todo ser humano persigue: amar y ser correspondidos, sin dañar ni ser dañados.


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