Cerebro y danza: la maravillosa neurobiología del baile

Mover el cuerpo para transformar la mente. En los últimos años, la neurociencia está descubriendo cómo la danza cambia determinadas áreas cerebrales y esto revierte de manera directa en nuestras emociones, memoria y creatividad. Lo analizamos.
Cerebro y danza: la maravillosa neurobiología del baile
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Cerebro y danza conforman un vínculo fascinante que atrae la atención de los neurocientíficos. El baile puede cambiar la arquitectura neurológica de manera excepcional y esto es algo que se ha descubierto de manera reciente. Ver cómo música, danza y movimiento se sincronizan para ir modelando determinadas regiones cerebrales es muy interesante.

Sabemos desde hace décadas que el ejercicio aeróbico mejora el estado de ánimo y reduce el estrés. Ahora, encontramos cada vez más publicaciones sobre cómo el baile eleva las experiencias de alegría, bienestar e incluso felicidad. Es como si la danza fuera a menudo más allá del componente físico para tomar contacto con estados más elevados, esos que nos conectan con emociones intensas y trascendentes.

Tanto es así, que en los últimos años se están desarrollando incluso programas para que las personas con alzhéimer se beneficien de la danza como poderoso ejercicio de estimulación cognitiva y emocional. Pocas cosas son tan poderosas para el ser humano como el movimiento, algo desafiante ya para una sociedad cada vez más tendente al sedentarismo.

“La danza es el lenguaje oculto del alma”.

-Martha Graham-

chico bailando para representar la relación del cerebro y danza

Cerebro y danza, ¿cómo se relacionan?

Para muchos es conocido que un tratamiento eficaz para los trastornos depresivos es la activación conductual. Este tipo de terapia busca, sobre todo, que la persona se involucre en una serie de actividades (conductas) que rompan el ciclo de la negatividad y el estancamiento emocional. El movimiento del cuerpo genera nuevas experiencias que activan a la mente.

Sería un buen recurso facilitar a muchos pacientes clases de baile terapéuticas orientadas con este fin, aunque obviamente no todo el mundo se siente atraído por este tipo de arte. Así, varios científicos, a la hora de comprender la relación que existe entre cerebro y danza, centran sus investigaciones en los bailarines profesionales. Aquellas personas que llevan 5, 15 o 20 años bailando evidencian particularidades neurológicas muy especiales.

Bailar favorece la sincronización neuronal

La sincronización neuronal se define como la capacidad para que distintas células nerviosas del cerebro sincronicen su actividad y emitan impulsos eléctricos al mismo tiempo. ¿Qué beneficio tiene esto? En realidad, uno muy destacado. Una investigación de la Universidad Estatal de Virgina demuestran que los bailarines profesionales tienen una mejor memoria de trabajo.

Este recurso cognitivo es el que nos permite guardar la información a corto plazo y también, manejar de manera más efectiva procesos como la atención o la memoria visopespacial.

Las ondas theta mejoradas en los bailarines

Hay otro aspecto interesante y es el relativo a la sincronización de las ondas theta del cerebro. Estas ondas cerebrales conectan y equilibran el funcionamiento del hipocampo, los ganglios basales y el cerebelo con la corteza cerebral. Esto se traduce en una conexión directa entre la música, las emociones y los movimientos físicos.

Mayor estimulación en la corteza somatosensorial

La corteza somatosensorial está situada en el lóbulo parietal y es una de las áreas más activas en los bailarines. Este área se encarga de regular los siguientes procesos:

  • Coordinación mano-ojo.
  • Información táctil.
  • Sensaciones vibratorias.
  • Movimientos musculares.
  • Los receptores de la corteza somatosensorial reciben la información relativa al tacto, temperatura, dolor y nos informa a su vez, de la posición de nuestro cuerpo.

Cerebro y danza: estimulación para favorecer nuevas conexiones neurales

Cerebro y danza guardan una relación muy saludable gracias a la neuroplasticidad. Estudios, como los realizados en la Universidad de Sao Paulo (Brasil), inciden en cómo los bailarines profesionales desarrollan un cerebro con mayores conexiones neuronales.

Según la ciencia el baile puede alzarse como una terapia muy efectiva para muchas enfermedades neurológicas, tales como los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de Parkinson y la parálisis cerebral. Gracias a la danza optimizamos la  capacidad del cerebro para potenciar su neuroplasticidad.

La danza potencia la creatividad

El baile es un gran estimulante para el cerebro, lo hace más flexible al elevar la conexión nerviosa y favorecer la sincronización. Todo ello revierte de manera directa en los procesos cognitivos. El movimiento estimula a la mente, se rompen los patrones fijos de pensamiento para abrirnos a nuevas perspectivas.

Asimismo, el movimiento del cuerpo alivia el estrés, la preocupación, liberamos endorfinas y todo ello revierte en la creatividad, en el pensamiento innovador.

Cerebro con redes neuronales simbolizando la relación del cerebro y danza

Conclusiones

La danza forma parte de la experiencia humana desde el inicio de los tiempos. Podríamos decir que forma parte de nuestro ADN colectivo. Bailábamos para conectar con nuestros grupos sociales, para hablar con la naturaleza, para expresar emociones, celebrar eventos…

Si cerebro y danza guardan desde hace siglos un vínculo tan estrecho y significativo deberíamos seguir haciendo uso de él. A nuestra manera, como nosotros deseemos y con la música que más nos motive, guste y emocione. Asimismo, no descuidemos la gran relevancia de la terapia de movimiento y baile para las personas con parálisis cerebral y enfermedades neurodegenerativas.

Pacientes con alzhéimer vuelven a conectar con la vida y con su realidad cercana en el momento en que escuchan música. Levantarse y bailar (dentro de sus propias capacidades) supone un estímulo de gran relevancia que vale la pena promover en los programas de estimulación cognitiva.


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