Coincidir con alguien es maravilloso, pero conectar es mágico
Coincidir con alguien es fácil, lo hacemos a menudo y con decenas de personas cada día. Sin embargo, lo que es realmente mágico es llegar a conectar. Es chocar de mente y corazón con alguien y descubrir de pronto cómo armonizan nuestros mundos, cómo vemos galaxias donde otros solo ven charcos de lluvia o cómo nuestras risas estallan al mismo tiempo y por las mismas razones… Porque sí, efectivamente, conectar es mágico.
A menudo, nos caracterizamos por esa atracción hacia el mundo de la fantasía o la ciencia ficción sin comprender que la vida misma encierra procesos todavía más increíbles, más mágicos e incluso desconocidos. ¿Qué media en esa conexión entre dos personas que sin conocerse casi de nada coinciden en un mismo punto y un mismo lugar para quedar atraídas la una por la otra?
“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas”.
-Aristóteles-
No hablamos solo del proceso del enamoramiento. Nos referimos también a esa magnífica coyuntura que erige las amistades más sólidas. Las mismas que no saben de tiempo ni distancia, pero sí de complicidades, de pactos y de esa armonía afectiva donde hay una preocupación recíproca y un cariño sincero.
Las personas conectamos, como lo hacen ciertos átomos, como lo hace la Luna al atraer el agua de los océanos provocando las mareas. Tal vez la vida misma sea eso. Dejar que esa fantástica conexión que establecemos con ciertas personas a lo largo de nuestra vida nos lleve hacia un destino puntual, formando parte de un proceso de crecimiento donde permitirnos aprender, compartir, ayudar y ser ayudados dejando una huella emocional imperecedera en corazones ajenos al nuestro…
Conectar es mágico. Conectar es crear puentes entre almas.
Las leyes de la atracción en la amistad
Elena y Sara se conocieron en la universidad. En una clase de comunicación audiovisual el profesor puso un vídeo de los Monty Python que arrancó las risas de toda la clase durante unos segundos. Sin embargo, cuando la mayoría de la clase estaba ya en riguroso silencio y concentrada en tarea, Sara seguía sin poder reprimir su risa. Cuando Elena la escuchó, tampoco pudo evitar lanzar una sonora y rotunda carcajada. Aquello marcó el inicio de su amistad. Una gran amistad.
Cuando hablamos de relaciones afectivas, o incluso de amistad, las investigaciones siempre se orientan hacia un mismo aspecto. Suelen profundizar mucho más en los beneficios que nos aportan este tipo de vínculos que en los desencadenantes. Hablamos de esos procesos subyacentes que configuran esa “mágica conexión” repentina, pero siempre determinante. Ahora bien, hay un aspecto que es necesario saber y que sin duda nos resultará curioso.
La amistad esconde procesos mucho más complejos que aquellos que determinan la simple atracción en una pareja. Hay una serie de leyes y de dinámicas psicológicas que nos interesará conocer y que afirman que conectar es mágico.
La autorrevelación
Las amistades más auténticas no se basan solo en compartir aficiones comunes, en tener unos mismos gustos o valores. De hecho, tampoco el hecho de pasarlo bien juntos determina la fuerza y la trascendencia de una amistad.
Los expertos en psicología social saben que hay un punto de inflexión que determina si esa amistad va a perdurar o no. Hablamos de la autorrevelación. Las personas necesitamos compartir nuestras preocupaciones, nuestros temores e inquietudes con otras personas para obtener apoyo, para sentir esa intimidad y esa complicidad tan terapéutica.
En el momento en que le comunicamos una confidencia a la otra persona y esta es a su vez capaz de custodiarla, de protegerla y de confiarnos apoyo, la magia se inicia. Las personas necesitamos reciprocidad. Aún más, lo que esperamos con esas autorrevelaciones es no ser traicionados. Disponer de un apoyo constante basado en al confianza más firme.
Cuando esa amistad nos abre su corazón y nos ofrece también sus propias revelaciones, esa magia se perpetúa. Porque conectar es mágico.
Conectamos para sentirnos a salvo
El Laboratorio de neurociencia afectiva de Virginia publicó en el 2017 un interesante trabajo. Cuando las personas conectamos emocionalmente con alguien afín, con alguien especial, ya sea una amistad o una pareja, el cerebro cambia. En este órgano fabuloso acontecen procesos tan interesantes como reveladores.
- Se reduce el nivel de cortisol, la hormona del estrés baja su actividad.
- El hipotálamo, esa estructura cerebral vinculada en el proceso de las amenazas, reduce también su actividad.
- Cuando establecemos un vínculo significativo con alguien lo primero que experimenta el cerebro es calma. Se siente a salvo, se percibe seguro. De ahí que podamos decir eso de que conectar es mágico, pero ante todo es saludable. Porque ganamos en equilibrio interno, en menor nivel de ansiedad, miedos y estrés.
El “pegamento” emocional y la ley del espejo
Una vez tenemos claro que podemos confiar en esa persona, necesitamos también de otros procesos. Buscamos dinámicas con las que consolidar ese vínculo de poder que surgió de un hecho casual. Hablamos por supuesto de los “regalos emocionales”. ¿A qué nos referimos con ello? Básicamente a una serie de procesos como la lealtad, la consideración, el apoyo, el reconocimiento…
Asimismo, existe otra idea aún más interesante. Los psicólogos sociales Carolyn Weisz y Lisa F. Wood de la Universidad de Puget Sound, en Tacoma, Washington enunciaron la teoría mirror mirror o del principio del espejo en la amistad. Se trata en realidad de algo tan elemental como trascendente a la vez.
Conectar es mágico porque supone dar con una persona que encaja con nuestra identidad. A su vez, es alguien que actúa como nuestro propio reflejo o nuestro punto de equilibrio. Sería como un faro que nos alumbra siempre con las verdades. Un buen amigo capaz de decirnos, por ejemplo, que cierta persona no nos conviene, alguien que nos hará volver a nuestras esencias, a nuestras raíces.
Conectar es mágico para nuestro cerebro
Hay quien puede llamarlo intuición o sexto sentido, pero nuestro cerebro sabe muchas veces con quién es mejor conectar. Podríamos decir que, de algún modo, hay una voz en nuestro interior que nos indica con quién es mejor salir a tomar un café para diluir las penas y dibujar esperanzas con el humo de un chocolate. A su vez, será ese pinchazo capaz de alertarnos, de indicarnos a quien es mejor evitar.
Somos seres sociales por naturaleza y necesitamos establecer vínculos. Sin embargo, esos lazos deben ser de calidad. Bien es cierto que en ocasiones ese sexto sentido se equivoca. Que erramos con algunas personas. No obstante, nuestro instinto siempre nos empujará a intentarlo una vez más, a seguir buscando, conociendo, conectando…
A nuestro cerebro le agradan las amistades sólidas y perdurables por una razón muy concreta. Nos ayudan a sobrevivir, a conseguir que nuestro día a día tenga más sentido. Ese vínculo satisfactorio es una aspirina para el estrés, es el bálsamo que regula nuestros niveles elevados de cortisol y una inyección directa de dopaminas y serotonina que impulsan el latido de la felicidad.
Dejémonos llevar por casualidad, hagámoslo. Permitamos que la vida nos haga conectar de forma significativa con esas personas especiales que hacen de nuestra realidad un escenario más maravilloso, más cálido e interesante. ¿Has vivido en primera persona la magia de conectar con alguien?
Imágenes cortesía de Jerry LoFaro y Claudia Tremblay
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