Cómo actúa un antidepresivo en el cerebro

Aunque el efecto de un antidepresivo en el cerebro lleva a una sensación de bienestar en poco tiempo, a largo plazo no resuelve el problema. Las pastillas son solamente un apoyo temporal en el proceso de superar la depresión.
Cómo actúa un antidepresivo en el cerebro
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 09 enero, 2019

Un antidepresivo en el cerebro genera cambios fisiológicos que tienen como consecuencia la mejora del estado de ánimo. Estos cambios son inducidos por la acción química de los fármacos y tienen una duración limitada. También generan una serie de efectos secundarios que todavía no han sido comprendidos en toda su extensión.

La depresión es ya casi una epidemia en el mundo. Los casos reportados aumentan año tras año y se sabe que hay subregistro. Esto es: no todos los que padecen esta condición llegan a consulta. Lo que sí se sabe es que el consumo de pastillas ha aumentado en todo el mundo. De ahí la importancia de conocer cómo es la acción de un antidepresivo en el cerebro.

Es importante anotar que las pastillas no son el único camino para tratar el problema. Un antidepresivo en el cerebro modera los síntomas del trastorno, pero no los elimina. Dicho de otra manera, hace que pase a un estado latente, pero no acaba con él. Por eso hay tratamientos exclusivamente enfocados en lo psicológico. También intervenciones alternativas como las que ofrecen el psicoanálisis o la meditación.

El precio para salir de la depresión es la humildad”.

-Bert Hellinger-

La acción de un antidepresivo en el cerebro

Hablar de antidepresivos es hacerlo de una amplia gama de medicamentos. Básicamente encontramos los antidepresivos tricíclicos clásicos, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina (ISRNS).

Antidepresivo liberando sustancia en el cerebro de la persona

Veamos cada uno de ellos más detenidamente:

  • Tricíclicos clásicos. Son los más tradicionales y se componen de un anillo con siete elementos y un nitrógeno terminal con tres elementos. Estimulan la producción de serotonina, pero no inhiben su recaptación. Tienen muchos efectos secundarios.
  • ISRS. Incrementan los niveles de serotonina e impiden que sean recaptados o reabsorbidos por el organismo. Aparentemente son más seguros, aunque el Prozac, marca emblemática de estos, ha sido fuertemente cuestionado por algunos científicos.
  • ISRNS. Son considerados como los más eficaces. Tienen la ventaja de que no producen estados de sedación. Sin embargo, el efecto de este antidepresivo en el cerebro a veces lleva a experimentar temblores, cambios en el apetito y otros síntomas.

Según la mayoría de los científicos, los antidepresivos no causan adicción física, aunque sí pueden generar adicción psicológica. Son varios los estudios en los que se ha verificado un efecto muy nocivo de estas pastillas, particularmente cuando se consumen durante más de cinco años. Un psiquiatra responsable asume los fármacos como una ayuda temporal, no como una condición de la que debe depender un paciente de por vida.

Otras formas de abordar la depresión

Aunque un antidepresivo en el cerebro ayuda a generar y mantener relativamente estable un buen estado de ánimo, finalmente no resuelve el problema central. Sí es posible superar una depresión, pero esto no se logra solamente con pastillas. El tratamiento convencional para este tipo de trastorno exige que a la intervención farmacológica se sume la psicoterapia. Son esos dos factores los que en conjunto abren una salida.

El fármaco es una ayuda pasajera. Sirve para moderar los síntomas y hacer posible el trabajo psicoterapéutico. Los seres humanos no somos solo un cuerpo biológico, sino también seres simbólicos.

Esto quiere decir que los neurotransmisores condicionan nuestro estado de ánimo, pero también lo hace  la forma en la que interpretamos y damos sentido a las experiencias. Ninguna pastilla le otorga sentido a nuestras vidas. Esto se logra solo mediante procesos que permitan reinterpretar y construir nuevos significados.

Mano con pastillas

Enfoques alternativos

Ahora bien, desde el punto de vista psicoanalítico, la depresión no es una entidad clínica por sí misma. Tiene que ver más bien con una forma de ubicarse frente a la realidad. Jacques Lacan habló de la depresión como una manifestación de “cobardía moral”. Sería el efecto de “ceder en el deseo”, es decir, de no reafirmar el ser. La persona no asume la responsabilidad plena sobre su propia vida y sus acciones. El no hacerlo, le lleva a deprimirse.

Desde el punto de vista de las filosofías orientales, la depresión es el fruto del exceso de apegos. El énfasis está puesto en algo externo; lo mismo de lo que se depende. Esa dependencia, a su vez conduce al miedo y a la negación de la transitoriedad. Esta es una de las posibles explicaciones de la depresión.

Algunos estudios nos dicen que las psicoterapias, el psicoanálisis y la meditación pueden llegar a tener efectos similares a los de un fármaco. La acción de un antidepresivo en el cerebro es casi inmediata y corta en el tiempo. La psicoterapia requiere de un esfuerzo superior por parte del paciente y es más lenta. A cambio, carece de efectos secundarios, devuelve al paciente el control de su vida y va dirigida a la raíz del problema.


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  • Del Río, J. (2004). Fármacos antidepresivos y antimaníacos. Florez J (Director). Farmacología Humana. Masson, Barcelona.

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