Cómo cambia la vida tras la muerte de los padres

Nunca estamos preparados para enfrentar la muerte de nuestros padres. Es una gran adversidad que difícilmente se llega a superar totalmente. Normalmente, lo máximo que se consigue es a asumirla y a convivir con ella.
Cómo cambia la vida tras la muerte de los padres
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 19 noviembre, 2022

Después de la muerte de los padres, la vida cambia mucho. O quizás, muchísimo. Enfrentar la orfandad, incluso para personas adultas, es una experiencia sobrecogedora. En el fondo de todas las personas siempre sigue viviendo ese niño que siempre puede acudir a la madre o al padre para sentirse protegido. Pero cuando se van, esa opción desaparece para siempre.

Vas a dejar de verlos, no una semana, ni un mes, sino el resto de la vida. Los padres fueron las personas que nos trajeron al mundo y con quienes compartiste lo más íntimo y frágil. Ya no estarán aquellos seres por los que, en gran medida, llegamos a ser lo que somos.

“Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre”

-Gabriel García Márquez-

Mirar al horizonte

 

La muerte: de hablar de ella a vivirla, un gran abismo…

Nunca estamos del todo preparados para enfrentar la muerte, más aún si se trata de la de uno de nuestros padres. Es una gran adversidad que difícilmente se llega a superar totalmente. Normalmente, lo máximo que se consigue es a asumirla y a convivir con ella. Para superarla, al menos en teoría, tendríamos que entenderla y la muerte, en sentido estricto, es del todo incomprensible. Es uno de los grandes misterios de la existencia: quizás el más grande.

Obviamente, el modo en el que integremos las pérdidas va a tener mucho que ver con la manera en la que se hayan producido. Una muerte de las llamadas “por causas naturales” es dolorosa, pero lo es más un accidente o un asesinato. Si la muerte fue precedida por una larga enfermedad, la situación es muy distinta a cuando se produjo de manera súbita.

También incide la diferencia en tiempo entre la muerte del uno y el otro: si media poco tiempo, el duelo será más complejo. Si, en cambio, el lapso es más extenso, seguramente estaremos un poco mejor preparados para aceptarlo.

Realmente no solo se va un cuerpo, sino todo un universo. Un mundo hecho de palabras, de caricias, de gestos. Inclusive, de reiterativos consejos que a veces hartaban un poco y de «manías» que nos hacían sonreír o frotarnos la cabeza porque les reconocemos en ellas. Ahora comienzan a extrañarse de un modo inverosímil.

La muerte no avisa. Puede presumirse, pero nunca anuncia exactamente cuándo va a llegar. Todo se sintetiza en un instante y ese instante es categórico y determinante: irreversible. Tantas experiencias vividas al lado de ellos, buenas y malas, se estremecen de repente y quedan sumidas en recuerdos. El ciclo se cumplió y es momento de decir adiós.

«Lo que está, sin estar…»

Pensamos, por lo general, que nunca va a llegar ese día, hasta que llega y se hace real. Nos quedamos en shock y solamente vemos una caja, con un cuerpo rígido y quieto, que no habla ni se mueve. Que está ahí, sin estar ahí…

Porque con la muerte comienzan a entenderse muchos aspectos de las vidas de las personas fallecidas. Aparece una comprensión más profunda. Quizás, el hecho de no tener presente a las personas queridas, suscita en nosotros el entendimiento sobre el porqué de muchas actitudes hasta entonces incomprensibles, contradictorias o incluso repulsivas.

Por eso, la muerte puede traer consigo un sentimiento de culpa frente a quien murió. Es necesario luchar contra ese sentimiento, ya que no aporta nada, sino hundirte más en la tristeza, sin poder remediar nada ¿Para qué culparse si uno cometió errores? Somos seres humanos y acompañando a esa despedida tiene que existir un perdón: del que se va hacia el que se queda, o del que se queda hacia el que se marcha.

Girasoles

 

La importancia de compartir el dolor

¿Qué hacer cuando nuestros padres fallecen? Debra J. Umberson, profesora de sociología en la Universidad de Texas y autora del libro La muerte de un padre: transición a una nueva identidad adulta, afirma:

“El tiempo no cura todas las heridas, pero el dolor de la pérdida disminuye con el tiempo. Mi consejo principal es no esperar a recuperarse rápidamente y no sentir que hay algo anormal en los intensos sentimientos de dolor”

Además, agrega que, durante el duelo puede ser reconfortante pasar tiempo con otras personas que han sufrido una pérdida similar, bien sean amigos o desconocidos en grupos de apoyo.

Por su parte, David Kessler, fundador de grief.com y coautor del libro Sobre la pena y el duelo: encontrar el significado del dolor a través de las cinco etapas de la pérdida, señala que compartir el dolor a través de plataformas online, también puede contribuir a sobrellevar la situación.



Por ejemplo, publicando una foto de nuestros padres en el aniversario de su fallecimiento puede ayudarnos a conectar con amigos y familiares que también se encuentran afligidos.

Adicionalmente, Kessler destaca como una necesidad primordial que “nuestro dolor tenga testigos”, ya que aislarnos puede ser perjudicial.

¿Qué hacer cuando nuestros padres fallecen?

Además de las sugerencias anteriores se pueden tener en cuenta también las siguientes:

  • Reconocer y aceptar los sentimientos. Puede ser tentador tratar de reprimir los sentimientos. No obstante, hacerlo solo prolongará el dolor y el duelo. En lugar de esconder, es mejor permitirse sentir y, siempre que sea posible, expresar las emociones para que puedan ser procesados.
  • Hablar sobre la muerte del ser querido con amigos o colegas puede ayudar a comprender lo que ha sucedido. La evasión puede conducir al aislamiento e interrumpirá el proceso de curación con los sistemas de apoyo.
  • Usar creación para expresar y procesar el dolor. Después de perder a un padre, puede ser difícil hablar del dolor y hacer que los demás lo entiendan. Expresar sus emociones a través de una salida creativa puede ayudar a procesar sus sentimientos 
  • Recordar y celebrar la vida. Los aniversarios de un padre perdido pueden ser momentos difíciles para amigos y familiares, pero también pueden ser un momento para recordarlos y honrarlos.
  • Cuidar de la salud física para obtener fuerza y sobrellevar la situación. El duelo puede afectar el bienestar emocional y físico. Por tanto, es necesario no descuidar la salud del cuerpo.
  • Crear nuevas tradiciones. Aunque no se quiera olvidar las tradiciones especiales que se compartían con ese papá o mamá, puede ser útil crear nuevas tradiciones para celebrar momentos especiales o significativos.

Disfrútalos mientras puedas: no van a estar para siempre…

Cuando mueren los padres, con independencia de la edad, las personas suelen experimentar un sentimiento de abandono. Es una muerte diferente a las demás. A su vez, algunas personas se niegan a darle la importancia que el hecho se merece, como mecanismo de defensa, en forma de una negación encubierta. Pero esos duelos no resueltos retornan en forma de enfermedad, de fatiga, de irritabilidad o síntomas de depresión.

Los padres son el primer amor



No importa cuántos conflictos o diferencias se haya tenido con ellos: son seres únicos e irreemplazables en el mundo emocional. Aunque seamos autónomos e independientes, aunque nuestra relación con ellos haya sido tortuosa. Cuando ya no están, se experimenta su falta como un “nunca más” para una forma de protección y de apoyo que, de uno u otro modo, siempre estuvo ahí.

Madre e hija

 

De hecho, quienes no conocieron a sus padres, o se alejaron de ellos a temprana edad, suelen cargar toda su vida con esas ausencias como un lastre. Una ausencia que es presencia: queda en el corazón un lugar que siempre los reclama.

De cualquier modo, una de las grandes pérdidas en la vida es la de los padres. Puede ser difícil de superar si hubo injusticia o negligencia en el trato hacia ellos. Por eso, mientras estén vivos, es importante hacer conciencia de que los padres no van a estar ahí para siempre. De que son, genética y psicológicamente, la realidad que nos dio origen. Que son únicos y que la vida cambiará para siempre cuando se vayan.


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  • American Psychological Association. (2020). Grief: Coping with the loss of your loved one. https://www.apa.org/topics/families/grief
  • Cabodevilla, I. (2007). Las pérdidas y sus duelos. In Anales del sistema sanitario de Navarra (Vol. 30, pp. 163-176). Gobierno de Navarra. Departamento de Salud.

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