Cómo evaluar la personalidad

Evaluar la personalidad es un trabajo complejo que solo pueden realizar personas preparadas y que disponen de las herramientas adecuadas.
Cómo evaluar la personalidad
Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 04 diciembre, 2022

Cuando nos sometemos a un proceso de selección de personal, normalmente, el experto en recursos humanos nos realiza una serie de preguntas que tienen un objetivo en común: evaluar nuestra personalidad. Gracias a ello, determinará si somos o no aptos para el puesto de trabajo ofertado.

Este tipo de entrevistas no solo son aplicadas en el ámbito laboral, sino que también se aplican en otros ámbitos. Por ejemplo, en el clínico para realizar un diagnóstico y determinar si alguien sufre un trastorno de personalidad. En el ámbito militar o en el de abogacía para evaluar a personas sumidas en procesos judiciales.

De la misma manera, las entrevistas solo son uno de los múltiples métodos que existen para evaluar la personalidad. Hay muchos más, como los cuestionarios o las pruebas objetivas. A continuación profundizaremos en todas ellas.

Requisitos del evaluador

Para realizar una evaluación de la personalidad rigurosa es necesario tener la formación teórica adecuada y una experiencia tutorizada. Además, los modelos teóricos que hay detrás de estas evaluaciones sustentan las valoraciones profesionales, por lo que es esencial el conocimiento de los mismos.

En lo relativo a la interpretación, las pruebas de evaluación nos dan un perfil de personalidad, pero en ningún caso existe una relación lineal entre este perfil y un patrón de comportamientos concreto. Es decir, todas las personas que obtienen puntuaciones altas en extroversión no tienen por qué actuar igual. De la misma manera, un mismo perfil puede sugerir diferentes tipos de personalidad. Por tanto, es fundamental tener cautela.

Mujer en una entrevista

Los cuestionarios de personalidad

En los cuestionarios de personalidad se plantean una serie de preguntas o afirmaciones que han de responder los sujetos. Así, a través de sus respuestas se trata de extraer los principales rasgos de personalidad y carácter de esos sujetos. Es decir, no hay contestaciones correctas o incorrectas, sino que simplemente reflejan cómo es el candidato, cuál es su forma de comportarse, su manera de pensar o de afrontar distintas situaciones.

Los elementos que contiene un cuestionario no tienen por qué estar ordenados o graduados, sino que cada ítem puede ser interpretado de manera individual. Existen 2 tipos:

  • Generales: tratan de definir las características de las personas fuera del ámbito clínico. Es decir, están diseñados para conocer perfiles de personalidad. Se pueden aplicar en numerosos campos.
  • Clínicos: están orientados a determinar características patológicas de las personas en el ámbito clínico. Están diseñados para identificar los factores que hacen que alguien se encuentre en niveles superiores o inferiores a lo considerado como normal y, por tanto, le hacen estar desadaptado.


Pruebas objetivas

Las pruebas objetivas suelen ser las herramientas más utilizadas para evaluar la personalidad, junto con las pruebas proyectivas. Permiten evaluar distintos aspectos: conocimientos, capacidades, actitudes, inteligencia, etc. No suelen tener límite de tiempo para su realización y en ellas se hacen preguntas o se explican diferentes situaciones a la persona para que responda qué haría de forma personal y sincera. En este tipo de pruebas tampoco hay respuestas correctas e incorrectas.

Las pruebas objetivas son muy empleadas para la evaluación diagnóstica y se aplican frecuentemente en el ámbito escolar. Existen a su vez 2 tipos:

  • Inventarios: son hojas que contienen numerosas preguntas que miden variables de personalidad. Muestran la conformidad o disconformidad de los sujetos con los enunciados. Pueden administrarse a un número grande de personas. Algunos de los más representativos son el MMPI, el 16-PF, NEO-PI-R.
  • Otras pruebas, como los indicadores de la personalidad. Suelen ser complementarias a los inventarios. Son, por ejemplo, medidas del comportamiento expresivo (forma de andar, hablar, escribir…), variables fisiológicas (tasa cardíaca, tiempos de reacción…) o pruebas de rendimiento (resolución de problemas, suma de números, definiciones…).

 

Prueba objetiva

Las ventajas de usar estas pruebas son evitar una tendencia de respuesta (responder siempre la «B») o la deseabilidad social (contestar lo considerado como aceptable socialmente). También son resistentes a la falsificación.

Pruebas proyectivas

Este tipo de pruebas tienen que estar supervisadas por el terapeuta, porque requieren de mucha formación y aprendizaje. Normalmente, se emplean para saber cómo el entrevistado ve, enfoca y maneja la realidad. Tal y como su nombre indica, son aquellas pruebas que sirven para que la persona proyecte rasgos de su personalidad. Por lo tanto, van acorde a lo que cada persona lleva dentro.

Son pruebas de evaluación abiertas, poco estructuradas y muy fiables. Consisten en suministrar pocas y breves instrucciones a la persona, a partir de las que ella deberá libremente actuar. Así, casi sin ser consciente, va mostrando sus rasgos. Sus respuestas son manifestaciones de su estructura y dinámica interna de personalidad.

Tipos de pruebas subjetivas

  • Completar frases comenzadas: La persona debe terminar frases que se le presenta. De esta manera, proporciona información de su temperamento en una situación concreta.
  • Describir manchas de tinta: la más conocida es la desarrollada por Hermann Rorschach. Son 10 láminas, 5 de tinta negra y 5 de color. La interpretación que hace el profesional se fundamenta en la idea de que la organización de la estructura perceptiva del paciente manifiesta una proyección de su estructura de la personalidad.


Mancha de color morado y rosa

 

  • Tareas de dibujo: se le pide a la persona que dibuje algo de forma libre. La manera de evaluar la personalidad está basada en las características formales del dibujo, tales como la inclinación del papel, intensidad del trazo, tamaño, estructura, color, posición. El más conocido es el formato de Buck (test del árbol, la persona y la casa). Con niños se suele emplear el test de la figura humana de Elizabeth Koppiz.
  • Elaboración de relatos: consiste en redactar o narrar un relato libre. Uno de los más utilizados ha sido el TAT (Test de Apercepción Temática) de Murray, 31 láminas a través de las que la persona debe contar un relato.


Como vemos, existen múltiples maneras de evaluar la personalidad con sus diferentes factores, rasgos y variables. Los profesionales han de conocer cuál es la técnica más adecuada en cada caso y tener en cuenta las diferencias individuales de cada sujeto.

Reflexión final: en constante cambio

A pesar de las múltiples herramientas para evaluar la personalidad debemos tener en cuenta que no somos estáticos. El resultado de un cuestionario no indica que seamos de una forma única e inamovible. Si con 20 años éramos tímidos, con 30 años hemos podido dejar de serlo. Lo que ayer dio un resultado, hoy puede dar otro.

Muchas personas tienen la creencia de que su forma de ser es y será la misma durante toda su vida. Sin embargo, la realidad muestra que esto no es así. Por ello, cuando se someten a alguna evaluación psicológica se agarran al resultado y ya se cuelga una u otra etiqueta. Es por esto, que es importante señalar que el resultado de evaluar la personalidad es algo puntual y sujeta a cambio con el tiempo.


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  • Ekselius, L. (2018). Personality disorder: a disease in disguise. Upsala journal of medical sciences123(4), 194-204.
  • Rodríguez Sutil, C. (2007). Evaluación de la personalidad y sus trastornos a través de los métodos proyectivos o pruebas basadas en la actuación (Performance-based). Clínica y salud18(3), 325-346.

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