¿Crisis de pareja o ruptura definitiva?

La frecuencia y el tipo de crisis son dos pilares básicos para saber si se trata de un conflicto pasajero o del preludio de una ruptura. Si quieres saber más al respecto, ¡sigue leyendo!
¿Crisis de pareja o ruptura definitiva?
Leticia Martín Enjuto

Revisado y aprobado por la psicóloga Leticia Martín Enjuto.

Última actualización: 09 febrero, 2024

Una crisis de pareja suele representar un momento duro. Sin embargo, no todas ellas derivan en una ruptura. Además, si se trata de una pareja que ha pasado por varias de ellas, puede ser difícil saber si se debe a un nuevo momento de enfrentamiento o si la relación ya se ha roto definitivamente.

No saber si un conflicto terminará o no en ruptura suele generar mucha ansiedad e incertidumbre. Es por ello que en este artículo te enseñaremos todo lo que debes saber de una crisis de pareja. De igual modo, te brindaremos algunas claves para saber si es una crisis o el final del vínculo amoroso.

¿Qué es una crisis de pareja?

Es un periodo de conflicto, tensión e inestabilidad en una relación amorosa. Los problemas ignorados, sean estos presentes o pasados, empiezan a generar discusiones, desacuerdos e insatisfacción. Las crisis marcan un antes y un después y son señales de que las cosas deben cambiar. Son, en sí mismas, una oportunidad de crecimiento.

El impacto que pueden tener sobre la vida de la pareja varía de una relación a otra. Todo depende del tipo de vínculo que tengan los socios, el desencadenante y la forma en que se haya gestionado. En algunas parejas, puede provocar una profunda reflexión e introspección, que a largo plazo fortalece el vínculo. Mientras que, en otros casos, puede ser el comienzo de la ruptura.



¿Cómo saber si es una crisis de pareja?

Las crisis son muy diversas y, dependiendo de su temática, el tipo de apego de la pareja y la personalidad de los miembros, su manifestación pueden variar. Por lo general, es normal que aparezcan las siguientes señales:

  • Desacuerdos menores: aunque los desacuerdos son normales, durante una crisis, estos se vuelven muy frecuentes y pueden centrarse en asuntos poco trascendentes.
  • Problemas de comunicación: la cantidad y la calidad de la comunicación se reduce. En paralelo, aumentan las discusiones, los silencios (ley del hielo), el retraimiento afectivo y los desacuerdos.
  • Falta de intimidad: como consecuencia del conflicto, la pareja pierde intimidad; esto es, el deseo de compartir las experiencias diarias que vive cada uno, los pensamientos y las emociones.
  • Necesidad de espacio: uno o ambos buscan tener más tiempo a solas. Esto puede ser señal de una crisis, ya sea porque ambos se sienten incómodos en la relación o porque perciben que sus límites son transgredidos, etc.
  • Sensación de estancamiento: otra forma en que se manifiesta una crisis es mediante el aburrimiento ante la monotonía de la pareja. Producto de ella, los miembros de la relación pueden cambiar la forma en que viven su cotidianidad.

A menudo, las parejas son capaces de superar las crisis. Cuando estos y otros indicadores aparecen, no es señal de que la relación vaya a terminar. Más bien, son un signo inconfundible de que la dinámica debe cambiar por el bien de la relación.

Diferentes tipos de crisis de pareja

Podemos clasificar las crisis en dos grandes categorías: una marcada por la evolución de la pareja a lo largo del tiempo, y la otra, por los cambios situacionales o contextuales. A nivel temporal, encontramos:

  1. Crisis del primer año: entre el primer y segundo año de una relación, la idealización empieza a diluirse y los defectos del otro se notan más. Esto provoca conflictos en la medida en que cada miembro debe aprender a aceptar aspectos negativos del otro y cambiar los propios.
  2. Crisis del tercer año: durante este periodo, se acrecienta la necesidad de asumir un compromiso mayor en la relación. Esto se expresa, por ejemplo, en la intención de convivir o tener hijos. La idea de vivir juntos o de tener descendencia puede surgir también apenas al séptimo año. Todo depende de la pareja.
  3. Crisis del décimo año: esta etapa está marcada, en general, por los hijos y el sexo. Por un lado, surgen desacuerdos en cuanto a la crianza. Por otro, el contacto sexual pasa a un segundo plano, lo cual genera insatisfacción en alguno de los miembros.
  4. Crisis del nido vacío: aquellas parejas que han tenido hijos, y que ahora los ven partir lejos de casa, deben ahora sortear estos nuevos cambios y adaptarse a la soledad en pareja.

Con respecto a los cambios situacionales hallamos los siguientes:

  1. Crisis financiera: se produce cuando los problemas económicos (deudas, falta de dinero, desempleo, gastos inesperados) generan estrés en la relación y causan conflictos.
  2. Crisis de roles: este tipo de crisis emerge cuando hay desacuerdos en cuanto al papel, la función o la responsabilidad que debe tener cada uno en la relación o la familia que se ha formado.
  3. Crisis de la mediana edadacontece cuando uno o ambos enfrentan dudas existenciales alrededor de los cuarenta años. Esto puede ocasionar tensiones en el vínculo que afecta las dinámicas de la relación.
  4. Crisis de salud: la perturbación de la salud física o mental en uno de los miembros puede hacer que la relación entre en conflicto o tensión, sobre todo, si altera de manera significativa las dinámicas de la pareja.
  5. Crisis de rutina: aparece cuando la falta de novedad impregna la relación y la pareja cae en la monotonía. Las personas sienten que han perdido el entusiasmo y la emoción, esa «chispa» que antes los caracterizaba.
  6. Crisis de infidelidad: como su nombre lo indica, surgen cuando uno o ambos miembros de la relación no respetan los acuerdos de fidelidad sexual o emocional. El mayor desafío de esta crisis es recuperar la confianza y perdonar.

Causas de las crisis

Además de los tipos crisis determinadas por los cambios contextuales, existen otras causas relevantes para que se detonen los conflictos críticos en las parejas. Veamos algunas de ellas.

Prioridades diferentes

Cuando las personas tienen objetivos o proyectos en la vida que no se acoplan a la dinámica de la pareja, las crisis surgen de manera inevitable. Estas se acrecientan más cuando no se hacen acuerdos ni se realiza una negociación satisfactoria.

Inflexibilidad

La rigidez ocasiona problemas porque impide hacer ajustes a nivel de las normas y llevar a cabo los procesos de adaptación ante los cambios de la vida. Saber moverse juntos ante la adversidad y las modificaciones es clave en toda relación.

Ausencia de reciprocidad

La falta de equilibrio genera esa sensación en la persona de que está dando, pero no está recibiendo en la misma proporción. Esta insatisfacción puede darse a nivel material o emocional, y puede causar grandes crisis.

Conflictos sin resolver

Al no resolver los problemas de manera efectiva, estos se van acumulando poco a poco. Además, si no se tienen habilidades para solucionarlo, como saber negociar, tener una comunicación asertiva, escuchar de manera activa, ser empáticos, los conflictos pueden perdurar y agravarse más.

Dificultades en la gestión del tiempo y el espacio

Cuando el tiempo de calidad y el respeto por el espacio personal del otro no se integran, las crisis pueden surgir. El equilibrio entre ambos es fundamental para que cada miembro se sienta valorado y, a la vez, libre de tener su propio espacio.

Cómo saber si es una crisis o el final de la relación

Los antecedentes y la historia de la pareja dicen mucho sobre si estamos en situación de crisis o de ruptura. Si se trata de una relación que ha pasado por muchas crisis, puede existir un desgaste tan importante que ello desemboque en una ruptura definitiva.

Al contrario de lo que se suele creer y pensar, de que «esta es solo una crisis más», el hecho de que exista una historia de separaciones o rupturas temporales produce agotamiento y la sensación en la pareja de vivir en una especie de eterno sufrimiento.

Por su parte, el motivo de la separación también es un aspecto clave. Por ejemplo, las crisis que son consecuencia de una infidelidad suelen terminar en rupturas; pues el engaño es devastador para la confianza de la pareja y el plan de futuro juntos.

Es decir, una infidelidad da origen a una crisis, que si no se gestiona correctamente y en un tiempo adecuado, puede acabar en una ruptura definitiva. Después de todo, es probable que se haya agotado la capacidad para perdonar y volver a construir.

En cambio, si el motivo de la crisis son los problemas en la convivencia, o las tareas del hogar, es más probable que esta no conlleve la separación. Sin embargo, si estamos frente a repetidas crisis de pareja por problemas de convivencia, es posible que se produzca un gran desgaste emocional en los involucrados y se evalúe una ruptura definitiva.

¿Cuándo se termina una relación?

Ahora bien, cuando en la pareja existen señales importantes de incompatibilidad, podemos pensar que estamos frente a una ruptura definitiva. En este caso, nos referimos a los «cuatro jinetes del apocalipsis» que John Gottman describió tras años de investigación sobre las relaciones de pareja.

Según Gottman, las cuatro señales más significativas que apuntan a una ruptura definitiva son:

  • La actitud defensiva: ocurre como una respuesta a la crítica destructiva. Ante un sentimiento de acusación o injusto reclamo, la persona con una actitud defensiva actuará en forma de víctima, se excusará de forma constante y tratará de echar la culpa al otro.
  • La actitud evasiva: suele ocurrir como respuesta al desprecio. Consiste en distanciarse del otro y aislarse en las discusiones en vez de afrontarlas. Algunas de las conductas evasivas son desligarse de la discusión, actuar como si estuviesen ocupados para evitar la interacción, involucrarse en actividades que los distraen, etc.
  • El desprecio hacia el otro: implica mantener una actitud sarcástica e irrespetuosa con la pareja, asumiendo una posición de superioridad moral sobre el otro. Algunos de los comportamientos más característicos son poner apodos, voltear los ojos, ignorar al otro, imitar y repetir lo que dice con tono de burla y demás.
  • Las críticas destructivas: que refieren a un ataque directo a la personalidad y autoestima de la persona. Por tanto, la víctima se siente rechazada, violentada y herida. Un ejemplo de ello sería: «Otra vez los platos sucios, eres un desconsiderado y un desordenado, nunca me ayudas en nada y dejas todo a la mitad, ¿cuándo harás las cosas bien?».

De este modo, si en las crisis de pareja se dan estas actitudes o patrones de comunicación, nos informa que estamos pasando por un momento delicado, de manera que es muy probable que se produzca una ruptura.

¿Qué hacer cuando estoy en crisis con mi pareja?

Superar una crisis normal es una oportunidad de crecimiento incalculable que no debes desaprovechar, ya que te hará bien a ti y a tu relación. A continuación, te dejaremos algunas sugerencias que hemos tomado de nuestro artículo «14 consejos para superar una crisis de pareja».

Reconoce la situación

Identifica los patrones negativos de interacción. Esto te permitirá saber bien dónde está el problema para así proponer una solución efectiva. Revisa el listado de causas y tipos de crisis que te hemos dado, tal vez tu crisis actual encaje con alguna de ellas.

Pide espacio

Si consideras que necesitas espacio a solas para pensar bien y procesar tus emociones, puedes acordarlo con tu pareja. Lo importante es que no evites el diálogo. Postergar las conversaciones no soluciona la crisis. La comunicación es clave en todo este proceso.

Mantén tu amor propio

Conserva en todo momento tu dignidad y amor. No tienes que perder tu esencia por intentar resolver la crisis que estás viviendo con tu pareja. Aunque quieras hacerte cargo sola, recuerda que el otro debe poner de su parte también.

Conserva el respeto

Respeta a tu pareja y exígele que lo haga ella también contigo. A pesar de los problemas, ambos deben seguir respetándose de forma mutua. No hay excusas para trata mal al otro con insultos, gritos, desdén, burlas, apodos despectivos.

Comunícate con asertividad

Evita culpabilizar y habla de manera asertiva con tu pareja acerca de tus sentimientos y necesidades. Intenta también comprender la perspectiva de la otra persona, así podrán encontrar mejor una solución a los problemas. Ambos deben ser honestos.

Comprométete con el cambio

Acepta los acuerdos a los que llegues con tu pareja y comprométete con los cambios que hayan acordado. Aprender de estas crisis es fundamental para que la relación se fortalezca.



Las crisis y las rupturas nunca son sencillas

Para concluir, resaltamos la dificultad de determinar con precisión si la relación se encuentra pasando por una crisis pasajera o por una ruptura definitiva. Pues, dentro de estas situaciones confluyen una serie de variables que hacen que cada pareja sea todo un mundo.

No obstante, podemos tener en cuenta algunas señales que dirigen la relación hacia la ruptura: la frecuencia de las crisis (si son demasiadas la situación empeora), si las razones de la crisis no responden a un cambio natural de la pareja (como lo son la llegada de los hijos, convivencia, vejez, etc.) y la incompatibilidad de la pareja. Ten en cuenta todo esto para tomar la mejor decisión.


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