El legado emocional que mi perro dejó en mi infancia

El legado emocional que mi perro dejó en mi infancia
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 13 octubre, 2022

La infancia al lado de una mascota se vive con mayor plenitud y nos aporta un legado emocional capaz de edificarnos como personas. La felicidad que nos ofrece un animal, ya sea un perro un gato, es tan sincera y noble que todo niño debería crecer con este privilegio.

Según un estudio publicado en el periódico “The Guardian tener una mascota ayuda a los niños a ser más empáticos. Además, según este mismo trabajo, son menos propensos a padecer asma (hasta un 50% si crecen en una granja).

Mi perro fue el mayor compañero en mi infancia, él mi cómplice de aventuras, el guardián de mis secretos y quien me vio crecer a través una mirada tan pura que aún ahora, sigue durmiendo en mi corazón.

Las mascotas son una fuente de bienestar para los niños. Tanto es así, que estamos seguros de que en la actualidad sigues recordando con cariño a ese animal que dio luz y sonrisas a tu infancia. En el siguiente este artículo, te invitamos a reflexionar sobre ello.

madre e hijo con su perro

Las mascotas nos ayudan a socializarnos en nuestra infancia

Los perros, los gatos, son más que simples compañeros de juego. Actualmente, aún hay padres que temen introducir un animal en el hogar si hay niños pequeños pensando que pueden suponer algún riesgo. No obstante, no está mal recordar que un animal bien cuidado es una herramienta terapéutica para nuestros hijos.

Dieter Krowatschek, psicólogo infantil y escolar de Marburgo (Alemania), nos ofrece un interesante libro titulado “Los niños necesitan animales de compañía”. En él nos demuestra la capacidad de los perros para favorecer la socialización de los más pequeños.

Los perros son agentes terapéuticos para los niños

Cierto animales como los perros son agentes terapéuticos en muchos casos para los niños:

  • Los perros son más curiosos y menos precavidos que los adultos. Pueden ser los más intrépidos y confiados exploradores,  enseñándoles de paso a los niños que la mejor actitud frente a la realidad es la de abrirse a los descubrimientos. Por otro lado, son estupendos guardianes y eso les hace unos compañeros perfectos para las primeras escaramuzas de nuestros pequeños.
  • Gracias a los animales nuestros hijos desarrollan una adecuada capacidad empática, entendiendo desde bien temprano el valor de una caricia, de las palabras y de la importancia de los refuerzos positivos por encima de los negativos.
  • Algo tan sencillo como tener un perro en casa contrarresta el riesgo de tantas horas de soledad ante la televisión o el ordenador. Su forma de relacionarse será más lúdica, más abierta.
  • Las mascotas son excelentes compañeros para el desahogo emocional, para canalizar tristezas, miedos o rabietas. De hecho, no podemos olvidar lo que nos dicen muchos estudios: los animales tienen emociones y además, las saben interpretar en nosotros.

Algo que tampoco podemos pasar por alto es el gran beneficio terapéutico que los perros pueden ofrecer a niños con autismo o con déficit de atención. Les permite focalizar de concentración,  disfrutar del contacto físico e interaccionar con el entorno de forma más segura.

perro con la cabeza sobre un bebé

Las mascotas y su importancia en nuestra memoria

Suele decirse que una infancia feliz es la base para una madurez más plena, más segura. El hecho de haber crecido en compañía de un animal nos ofrece una reserva cognitiva y emocional que nunca perderemos y que nos enriquecerá enormemente.

En la mirada de un perro podrás ver la grandeza de tu alma, porque no habrá día en que quieras ser mejor persona, en que no busques un instante para hacerlo feliz como él lo hace contigo.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta es que la memoria se fija en la niñez y nos da identidad. Todos esos gratos momentos vividos con nuestro perro en la infancia se alojan en nuestro hipocampo creando una especie de “caja negra”. Algo que siempre pervive.

  • Las personas tenemos dos tipos de memoria: hay una que parece tener una predilección especial por volver a las partes más incómodas de nuestro pasado. En cambio, hay otra memoria que “recompensa”: es la encargada de transportarnos a esos momentos felices de nuestra infancia, ahí donde nuestras mascotas tuvieron un papel esencial.
  • La memoria más nítida empieza a perfilarse a partir de los 3 años. Desde esta edad hasta la adolescencia, vivimos lo que María Montessori definió como periodos sensibles. En ellos, todo estímulo adquiere una importancia vital.
  • Si mi infancia es mi identidad, mi perro me enseñó la lealtad del amor. Estamos seguros de que estarás de acuerdo con esta afirmación: gracias a esa mascota que creció contigo supiste qué era darlo todo a cambio de nada. Los perros no conocen el rencor y eso es algo que seguramente ya habías aprendido y no has podido olvidar.
niña susurrándole a su perro

Sabemos también que es muy posible que los recuerdos -junto al perro, el gato u otro animal con el que compartieras la niñez- te traigan algo de nostalgia, mezclada con tristeza. Un sentimiento muy parecido al que nos invade cuando evocamos algunos de los momentos que compartimos junto a seres queridos que, por una razón u otra, ya no están.

Ahora bien, no olvides que nuestras mascotas nunca mueren, duermen en tu corazón. No hay pues mayor tributo a esos amigos del alma que recordarlos con una sonrisa y agradecerles todo lo que hicieron por ti: gracias a ellos eres mejor persona y, amparandote en la experiencia que has vivido, probablemente elegirás que tus hijos también crezcan al lado de un animal.

 


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.