El sentido de la vida según Viktor Frankl

Albert Camus decía que juzgar si la vida vale o no la pena vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía: ¿qué sentido tiene nuestra existencia? En este artículo, abordaremos esta cuestión desde la perspectiva de Viktor Frankl.
El sentido de la vida según Viktor Frankl
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 28 septiembre, 2022

El sentido de la vida según Viktor Frankl está en hallar un propósito, en asumir una responsabilidad para con nosotros mismos y para el propio ser humano. Así, teniendo claro un «por qué» podremos hacer frente a todos los «cómo»; solo sintiéndonos libres y seguros del objetivo que nos motiva, seremos capaces de generar cambios para crear una realidad mucho más noble.

Lo sabemos, todos tenemos claro que no hay pregunta tan complicada como intentar definir qué es para nosotros eso a lo que llamamos «sentido de la vida». Tal cuestión abarca a veces matices filosóficos, trascendentales e incluso morales, de ahí que muy a menudo nos quedemos en las clásicas etiquetas de siempre, a saber «ser feliz y hacer felices a los demás», «sentirnos satisfechos», «hacer el bien», etc. 

“El hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las más terribles circunstancias de tensión psíquica y física”

-Viktor Frankl-

Sin embargo, son muchos los que al intentar dar respuesta a esta pregunta experimentan un profundo vacío existencial. ¿Qué es para mí el sentido de la vida si lo único que hago es trabajar, si todos mis días son iguales y si en realidad no le encuentro sentido a nada de lo que me rodea? Ante esta situación tan común, el célebre neurólogo, psiquiatra y fundador de la logoterapia, Viktor Frankl, solía dar una respuesta bastante acertada que debe invitarnos a una adecuada reflexión.

El ser humano no tiene la obligación de definir el sentido de la vida en términos universales. Cada uno de nosotros lo haremos a nuestra manera, partiendo de nosotros mismos, desde nuestro potencial y experiencias, descubriéndonos en nuestro día a día. Es más, el sentido de la vida no solo difiere de una persona y otra, sino que nosotros mismos tendremos un propósito vital en cada etapa de nuestra existencia.

Lo importante es que cada objetivo nos confiera satisfacción y aliento para levantarnos por las mañanas y luchar por aquello que deseamos.

mano con pluma representando el sentido de la vida según Viktor Frankl

¿Has perdido el rumbo de tu vida y no le ves sentido a nada?

Hay una serie de señales que indican que podrías estar luchando por ver el sentido de tu vida. A veces puedes pensar “¿cuál es el punto de todo?”, pero en otros casos, estos sentimientos pueden ser menos obvios:

  • Puedes sentirte que nada de lo que haces importa.
  • Es posible que hayas dejado de preocuparte por el resultado de los eventos.
  • Las cosas que solían traerte alegría pueden sonar huecas o parecer vacías.
  • Puede sentir una sensación de  desesperanza.
  • Puede sentir que ninguno de sus esfuerzos te ayudará a alcanzar tus metas y aspiraciones.

Hay muchas razones diferentes por las que puedes sentir que tu vida no tiene sentido:

  • Estás pasando por un momento estresante o difícil que te hace cuestionar el significado de todo lo que haces.
  • No te sientes satisfecho en su trabajo, escuela, relaciones o pasatiempos.
  • Puede parecer que tus logros realmente no importan o no tienen mucho impacto.
  • Te sientes inseguro acerca de lo que deberías hacer con tu vida.
  • Tienes dificultades para establecer metas porque no está seguro de lo que realmente quiere.
  • Es probable que tengas un trastorno del estado de ánimo, como trastorno depresivo mayor,  distimia o  trastorno bipolar.

El sentido de la vida para Viktor Frankl

Viktor Frankl publicó en 1945 «El hombre en busca de sentido», un libro que inspiró a millones de personas a asumir una actitud muy firme: la actitud de sí a la vida. Frankl, como ya sabemos, vivió en piel propia los horrores del holocausto al ser un prisionero más en Auschwitz y Dachau, una experiencia que superó de forma estoica y que le permitió posteriormente asentar las bases de un tipo de terapia muy personal, esa a la que conocemos como logoterapia.

Asimismo, algo que tuvo muy claro tras sobrevivir a aquellos años y a la pérdida de su familia es que su propósito personal en este mundo no iba a ser otro más que el de ayudar a los demás a encontrar su propio sentido de la vida, a elegir su camino. Por otro lado, tal y como explicó en sus trabajos, dicho objetivo lo llevaba a cabo partiendo desde tres puntos muy concretos: trabajar día a día con motivación, vivir desde la esfera del amor y tener coraje en cada momento para hacer frente a la adversidad.

Como principio de la logoteria, Frankl propuso que es posible darle sentido a la existencia a través de la consecución de tres tipos de valores, a saber: valores de creación, valores de experiencia, valores de actitud. Los valores de creación están relacionados con aquello que hacemos, la intensidad con la que nos entregamos a una tarea y el compromiso personal que ponemos en ella y su realización. Los valores de experiencia son aquellas emociones, vivencias y momentos significativos que recibimos a partir de nuestra interacción con el mundo y con otros seres humanos. Por último,  los valores de actitud son posturas sobre la vida que se desarrollan frente a la posibilidad de enfrentar adversidades, son la maduración de nuestra capacidad de lidiar con el sufrimiento y sobreponernos a él.

En esta investigación realizada por la Universidad del Norte (Colombia) se emplea la logoterapia o también denominada Tercera Escuela Vienesa de Psicoterapia para el estudio de un caso clínico. Se resaltan las tres dimensiones antropológicas básicas que propone Viktor Frankl y que hacen de esta escuela una manera de intervención basada en el sentido. La primera de ellas es la biológica o somática, constituida por lo corporal. La segunda, la psíquica, está compuesta por las características psicodinámicas del ser humano. Y la tercera y última, la espiritual, que trasciende a las anteriores.

Veamos a continuación qué dimensiones serían las que cada uno de nosotros deberíamos trabajar para hallar nuestros propios objetivos vitales.

Vivir con decisión

Todos lo hemos visto alguna vez. Hay personas que aún en las circunstancias más complejas se mantienen firmes, positivas y motivadas por muy oscura que sea su realidad. ¿Cómo lo hacen? ¿De qué material están hechas sus células, sus tendones, su corazón o sus arterias? En realidad, todos compartimos unas mismas estructuras biológicas, pero lo que nos diferencia de esas personas es su decisión.

Estar decididos a lograr algo, a superar cualquier obstáculo y a luchar por aquello que deseamos en cada momento, por pequeño que sea, nos ayudará a tener claro nuestros propósitos vitales en cada etapa de nuestra vida.

“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino”.

-Viktor Frankl-

manos con polvo dorado representando el El sentido de la vida según Viktor Frankl

Aunque sufras, ten claro un propósito: hallarás fuerzas

Viktor Frankl explicaba en su libro “El hombre en busca de sentido” que no hay nada peor que percibir que nuestro sufrimiento no sirve de nada, que el dolor no es más que el eco de la desesperanza.

  • Ahora bien, si somos capaces de encontrar un propósito, el sufrimiento no solo podrá soportarse, sino que se convertirá en todo un desafío. 
  • De este modo, y antes de caer en las rendiciones y de ver en el dolor un sinsentido, aunemos fortalezas para ver en él una finalidad, un propósito vital con el que alimentar la motivación, la resistencia…

Cambia tu actitud para hallar un sentido de la vida más elevado

A veces la vida no es justa. En ocasiones nos esforzamos hasta la extenuación, invertimos tiempo, energía, emociones y un pedazo de nuestro propio corazón… y sin embargo, el destino nos trae un irónico revés y todo esfuerzo, todo sueño queda desintegrado. Venirse abajo en estos casos es más que lógico y comprensible. Ahora bien, cuando esto ocurra tenemos dos opciones.

  • La primera, asumir que no podemos cambiar lo que nos ocurre, que somos prisioneros de las circunstancias y que no hay nada que hacer.
  • La segunda opción (y la recomendable) es aceptar que, efectivamente, no podemos cambiar lo que nos ha ocurrido, pero sí podemos cambiar nuestra actitud hacia dichas circunstancias.

Por tanto, debemos ser capaces de aplicar una actitud más fuerte, resiliente y positiva para poder así hallar un sentido de la vida más esperanzador, más elevado.

El sentido de la vida no se pregunta, se siente

Todas las respuestas ante nuestras dudas vitales no están en el exterior. Los libros no nos explicarán cuál es nuestro propio sentido de la vida, ni tampoco nuestra familia o amigos tienen derecho a alguno a dictarnos nuestros propósitos. En realidad, todas nuestras necesidades, pasiones y objetivos existenciales están en nuestro interior, y lo que es más interesante aún, irán cambiando con el tiempo a medida que maduremos, que crezcamos como seres humanos.

Así, nada es tan importante como asumir nuestra propia libertad y responsabilidad personal para definir nuestras metas, esas que haremos nuestras aún en las peores circunstancias. Como explicaba el propio Viktor Frankl, c ada día y en cada momento tenemos la oportunidad de tomar una decisión, una decisión que determinará: si quedar sujetos a las propias circunstancias, como un juguete en manos del destino, o actuar con auténtica dignidad, escuchando a nuestro verdadero yo.

Pensemos en esto último, trabajemos en nuestra libertad personal con valentía, con decisión.

Así, teniendo claro un «por qué» podremos hacer frente a todos los «cómo»; solo sintiéndonos libres y seguros del objetivo que nos motiva, seremos capaces de generar cambios para crear una realidad mucho más noble.


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  • Piaggio, A. M. R. (2009). Resiliencia. 
  • Revista Psicopedagogía
  • 26
  • (80), 291-302.

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