Encopresis: síntomas, causas y tratamientos

La encopresis es un trastorno que, junto a la enuresis, conforma los trastornos de la eliminación. Afecta a niños de entre cuatro a nueve años, y es causa de malestar para aquellos que lo sufren. En este artículo se explica lo que es, los distintos tipos de encopresis, así como su etiología y los tratamientos más eficaces.
Encopresis: síntomas, causas y tratamientos
Loreto Martín Moya

Escrito y verificado por la psicóloga Loreto Martín Moya.

Última actualización: 01 agosto, 2022

La encopresis es una afección englobada en los trastornos de la eliminación, junto con la enuresis. Estas alteraciones se caracterizan por la incapacidad de controlar la emisión de heces u orina en edades en las que el niño ya debería ser capaz de hacerlo.

La encopresis, específicamente, se refiere a la impericia del niño de controlar la emisión fecal. Esta falta de control es problemática cuando tiene lugar en sitios inadecuados, ya sea una incapacidad voluntaria o intencionada.

El momento en el que los niños han de haber aprendido a controlar su emisión fecal suele situarse en los 4 años. A partir de esa edad, el niño ya no tendría que seguir defecándose encima. Es importante, antes de diagnosticar encopresis, haber examinado otras causas, como pudiera ser la orgánica o médica, o sufrir los efectos de una sustancia (por ejemplo, laxantes), que lo estén precipitando.

Hay ciertas enfermedades que pueden relacionarse con la falta de control en la defecación, como puede ser la enfermedad de Hirschsprung —falta de movimientos peristálticos—, un megacolon agangliónico o algo más simple como intolerancia a la lactosa.

Niña sentada en un WC

Encopresis con o sin estreñimiento

Según los criterios de clasificación que se utilicen existen varios tipos de encopresis. Desde el punto de vista del rebosamiento, puede tener lugar una encopresis con estreñimiento o incontinencia por rebosamiento; o una encopresis sin incontinencia.

En este trastorno de la eliminación son harto relevantes los exámenes médicos y la historia clínica del niño. Estos dos tipos de encopresis tendrían tratamientos diferentes.

Encopresis retentiva (con estreñimiento)

En el caso de la encopresis de tipo retentiva, hablamos de deposiciones poco usuales, con muchos episodios de ensuciamiento. En algunas ocasiones, los niños con encopresis retentivas sí van al baño todos los días, no obstante, no realizan una evacuación completa.

Los exámenes médicos son importantes porque esto se puede ver a través de radiografías. Numerosos estudios aseguran que la encopresis retentiva suele deberse en parte a alteraciones fisiológicas. De todos los casos de encopresis, aproximadamente el 80 por ciento son de tipo retentiva.

Encopresis no retentiva (sin estreñimiento)

Las causas asociadas a este tipo de encopresis sin rebosamiento se encuentran en un entrenamiento poco adecuado, estrés ambiental o familiar o conductas de oposición. De hecho, si existe una encopresis no retentiva, también habría que barajar otro tipo de trastornos en el niño, como el antisocial o un trastorno psicológico mayor.

Desde el DSM-5 se recomienda elaborar una evaluación psiquiátrica donde se exploren trastornos como el negativista desafiante, de conducta, afectivos e incluso psicóticos. Por ejemplo, el niño puede estar sufriendo una depresión infantil y que la encopresis sea consecuencia de la misma.

Encopresis primaria y secundaria

Otra característica para tener en cuenta en el diagnóstico de la encopresis es si el descontrol de la emisión fecal es continuo o discontinuo. Esto significa que existen ciertos niños que nunca consiguen controlar su evacuación, así como otros que sí lo consiguen durante un período de tiempo de más de un año, pero luego vuelve a aparecer la incontinencia.

Esto también es muy relevante puesto que las causas que pueden favorecer una encopresis primaria y secundaria son diferentes. Si el niño jamás ha aprendido a controlarlo, el síntoma puede ser considerado como un reflejo de una fijación evolutiva temprana y llegar a ser más fisiológico.

En el caso de la secundaria, es decir, cuando aprende y desaprende, esta puede estar relacionada con factores ambientales, estresores en el colegio o en casa, malestar etc. Por último, a diferencia de la enuresis, la encopresis durante el día suele ser más común que aquella que tiene lugar por la noche.

Epidemiología, ¿quién la sufre más?

La epidemiología se refiere a los grupos a los que suele afectar más el trastorno en cuestión. La afección de la encopresis en los niños suele variar. Después de haber cumplido los cuatro años, la encopresis suele ser más común en varones que en mujeres. Entre los siete y ocho años, la frecuencia de la encopresis es de un 1,5%, mayor en niños comparados con las niñas.

Impacto en el niño y en el adulto

Por la naturaleza del trastorno y la censura que siempre ha tenido todo lo relacionado con la defecación, la encopresis suele causar un fuerte impacto en el niño. Puede llegar a minar mucho su autoestima y autoconcepto, puesto que es algo muy difícil de ocultar en el día a día.

En las edades en las que se da la encopresis, los niños ya van al colegio. Defecar en mitad del recreo o no poder contenerse en clase son situaciones que pueden ser harto estresantes para el niño.

También se postula como algo dificultoso para los padres y la tensión familiar suele ser elevada. Esto resulta problemático porque al ser una afección infantil, el curso del tratamiento depende del apoyo que reciba el niño y de la disposición de la familia a actuar como agentes del cambio o coterapeutas en casa.

Etiología y causas

La encopresis, como la mayoría de los trastornos, es el resultado de la interacción de muchos factores. Estos factores son tanto fisiológicos como psicológicos. No parece existir evidencia de causas genéticas.

Entre los factores fisiológicos, podemos encontrar anomalías dietéticas, problemas en el desarrollo del niño o un control intestinal inadecuado. Entre las causas psicológicas, la encopresis puede estar relacionada con la distractibilidad del niño, falta de atención, hiperactividad, miedo al inodoro o miedo a la defecación con dolor.

Existen teorías que hablan de un déficit en el aprendizaje, donde las señales que indican al niño que tiene que ir al baño no se han condicionado como estímulos discriminativos. Esto significa que cuando siente ganas de ir al baño, no se da cuenta y no va.

Otras teorías hablan de un aprendizaje por evitación en la encopresis retentiva. El niño aprende a retener las heces para eludir dolor o ansiedad —es decir, por reforzamiento negativo— y se inicia un ciclo de estreñimiento que puede dar lugar a una encopresis secundaria.

Respecto a la encopresis no retentiva, se habla de que esos niños han aprendido a defecar de forma incorrecta. Suelen ser niños que se distraen y, por ello, se ensucian. Aquí el problema estaría también en el control de los esfínteres.

Niño papel higiénico

Tratamiento médico y conductual

Dentro del tratamiento médico encontramos el uso combinado de laxantes y enemas. También se aplica una modificación de la dieta, con mucho consumo de fibra e ingestión de líquidos. Dentro del tratamiento médico encontramos el protocolo de Levine (1982), donde se realiza un énfasis especial en los aspectos psicoeducacionales (explicar al niño con dibujos lo que es un colon, etc.) y donde se juega mucho con los incentivos.

Respecto al tratamiento conductual, se hace especial hincapié en enseñar hábitos rutinarios para defecar, reorganizar el ambiente, un control estimular y un reforzamiento de conductas alternativas. Existe por último un programa instaurado por Howe y Walker (1992), también basado en principios del condicionamiento operante.

Las causas por tanto de la encopresis son variadas, así como sus diferentes tipos. Es un trastorno que aunque algunos puedan tildar de natural es muy desagradable para los niños.

Abocarlos al malestar pudiendo tratarlo es poco ético y muchas veces hay que estar atento a lo que la encopresis puede estar diciéndonos. Puede no ser un trastorno pero sí un síntoma de otra afección y por ello las evaluaciones tanto médicas como psicológicas deberían ser indispensables.


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  • Bragado, C. (2001). Encopresis. Madrid: Pirámide.

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