Frances Farmer, la actriz con carácter que acabó con una lobotomía

Frances Farmer, la actriz con carácter que acabó con una lobotomía
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 04 agosto, 2017

Fue una mujer diferente, demasiado osada quizá para aquellos años 40 donde para ser actriz bastaba con ser hermosa y obediente. Frances Farmer se atrevió a ser obstinada y la llamaron histérica. Se atrevió a tener voz y a pedir papeles más profundos y la llamaron ingenua. Cuando quiso escapar de ese mundo ya era demasiado tarde, fue entonces cuando la llamaron “loca”.

Es muy posible que a día de hoy pocas personas recuerden ya el nombre de Frances Farmer. Es una figura femenina más que se pierde en la nebulosa del tiempo, tras esa cortina polvorienta donde suelen arrinconarse esas historias interesantes y siempre despiadadas que a menudo reflejan una época puntual, pero que aún hoy siguen siendo un grito contenido de auxilio que merece ser recordado.

“Lo único bueno que tengo es que me estoy acostumbrando a sufrir”

-Frida Kahlo-

Sin embargo, dentro del mundo de la psiquiatría el nombre de esta actriz es muy conocido por una serie de razones: los tratamientos psicológicos a los que fue sometida esta mujer lo largo de varios años reflejan una época tan oscura como terrible, ahí donde las mujeres, curiosamente, solían ser a menudo las víctimas más directas…

francis farmer de joven

Frances Farmer, una mujer educada para tener voz y fama

En la actualidad disponemos de amplia documentación sobre la vida de Frances Farmer. Su propia hermana publicó el libro “Look Back in Love”, donde relató cada una de las crudas vivencias que la joven actriz tuvo que vivir a lo largo de los años en que estuvo ingresada en varios psiquiátricos. A su vez, a través de la investigación “Will There Really Be a Morning?” se reflexiona también sobre su personalidad, su entorno familiar y si realmente llegó a padecer como se decía, una esquizofrenia paranoica.

Sea como sea, como siempre suele darse en estos casos tan complejos, hay algo que no puede dejarse de lado: la educación y el contexto histórico. Si decíamos al inicio que Frances fue una mujer demasiado osada para su época se debe ante todo a una razón muy concreta: su madre la inició desde bien temprano en la obligación de tener voz, de saber dar su opinión y de asumir siempre una actitud crítica ante aquello que la envolvía.

Siendo ya una adolescente, llegó a salir en los periódicos locales de Seattle por dar discursos reivindicativos sobre las mujeres o la no creencia en Dios basándose en el legado de Nietzsche. Más tarde, su madre la apuntó a clases de teatro con un fin muy concreto, relacionado con saciar un ansia personal, un deseo frustrado de su propia juventud: alcanzar la fama en el cine. Un objetivo que logró mientras Frances estaba en la Universidad y seguía con una de sus principales aficiones: escribir artículos críticos sobre la sociedad de su época.

No hables, no digas, obedece

En 1935, cuando ya había hecho algún que otro papel en el cine, Frances Farmer cumplió su principal objetivo: licenciarse en periodismo. Sin embargo, antes de que empezara a proyectar su vida hacia ese campo, su madre la convenció para que aplazara temporalmente sus objetivos profesionales y se centrara en el mundo de la escena. Frances accedió y su agente le preparó una audición en la Paramount Pictures.

Francis Farmer actuando en una película

La prueba no podía ser más sencilla: llevar un bonito vestido, quedarse sentada y mirar a la cámara. Frances Farmer poseía una belleza clásica donde a instantes asomaba el descaro y la seducción más atrevida, siendo aquello más que suficiente para la industria cinematográfica. Le ofrecieron un contrato de 7 años, lo único que tenía que hacer era obedecer, aprenderse los guiones y acudir a las fiestas de directivos de vez en cuando y guardar silencio sobre lo que en esos encuentros podría acontecer.

Frances se rebeló contra ese mundo. Detestaba los papeles que le ofrecían de mujer ingenua. Detestaba a la prensa y sobre todo tener que seguir otro guión más en su vida donde todo debía estar envuelto en glamour y en exquisita falsedad. Sin embargo, cedió. Cedió convencida por su madre y sus agentes, llegando incluso hasta el extremo de contraer matrimonio con otro actor con el fin de asentar aún más su perfil de estrella emergente.

Ansías de libertad y la camisa de fuerza

El declive en la carrera de Frances Farmer empezó de forma temprana. Se negaba a rodar determinadas escenas, rechazaba guiones e incumplía los contratos firmados con sus agentes. Por las noches solía conducir con el deseo de escapar de todo, incluso de sí misma. Apretaba el acelerador en una huida imposible que a menudo terminaba mal. Era muy conocida por la policía de Santa Mónica al acumular infinitas multas por conducción temeraria y en estado de ebriedad.

“A veces pienso que tengo el corazón cincelado en piedra”

-Frances Farmer-

Sin embargo, todo se complicó cuando le propinó un puñetazo a uno de los directivos de Hollywood. Tras aquello volvió a huir, aunque no fue demasiado lejos, la policía fue tras ella y en medio de gritos, patadas y vanos intentos por librarse de todas esas sombras de autoridad que caían sobre su persona, se llegó a un acuerdo: internarla en un psiquiátrico para apaciguar su rebeldía, su carácter, su personalidad reaccionaria.

Jessica Lange en "Frances", 1982

Los médicos le diagnosticaron “esquizofrenia paranoide”. Fue tratada con terapia clásica de eletroshock y también con la terapia del coma insulínico o cura de Sakel. Tras unos meses de internamiento volvió a salir, momento en que decidió romper por completo con su vida de actriz, alejarse para siempre de aquel mundo opresivo y denigrante.

Sin embargo, Lillian Farmer, la madre de Frances, consideró que su hija no estaba curada, que no estaba en su “sano juicio”, con lo cual y con ayuda de los directivos de Hollywood, lograron dictaminar su incapacidad mental para reordenar su ingreso en un psiquiátrico.

Cinco años en el abismo

Frances Farmer fue ingresada en el hospital de Steilacoom, en Washington. Aquí paso 5 años a los que más tarde les pondría voz su hermana hermana a través de un libro. A los tratamientos psiquiátricos más duros se le añadió el más terrible de todos: los abusos sexuales y las violaciones repetidas. Por último, tal y como demostró uno de los enfermeros del centro, a Frances Farmer se le realizó una lobotomía sin permiso familiar. ¿El objetivo? Apaciguar su personalidad, su mal carácter, su histerismo…

Tras aquello, tras aquellos 5 años de encierro, de abuso y trauma ya no volvió a ser la misma. Apareció en alguna entrevista, en alguna obra de teatro puntual, en alguna serie para la televisión donde su mera presencia generaba morbo y mucha audiencia. Sin embargo, su actitud ya no estaba, su fuerza se había perdido, su carácter esfumado y su auténtica belleza, la que definía a la verdadera Frances Farmer, había sido robada, extirpada…


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