¿Soy hipocondríaco?
¿Cuántas veces consultamos dudas relacionadas con la salud en Internet? ¿Lo hacemos de forma obsesiva como un hipocondríaco? El miedo a caer enfermos es un miedo universal. Ahora bien, este miedo varía en su frecuencia y en su intensidad, además de en la cantidad de estímulos que hacen que pase a la primera plana de nuestros pensamientos o literalmente los invada. Las personas hipocondríacas sienten este miedo de manera constante y en muchos casos llegan a somatizarlo…
Dicen que el 70% de los estudiantes de medicina tienen una etapa durante la carrera en la que piensan que padecen toda enfermedad que estudian: se sienten capaces de identificar, de alguna manera, la mayoría de los síntomas que las caracterizan en ellos mismos. Entran en una etapa de “hipocondría transitoria”.
Seguramente tengamos algún amigo que padece constantemente de diferentes enfermedades diagnosticadas por el Dr. Google. Y, por supuesto… ¿cuántos amigos conocemos que tienen todas las enfermedades que ven en la televisión? Para ellos, tiene toda la lógica del mundo: un dolor en pecho al toser seguramente sea mortal. Y nuestra respuesta suele ser “¡no seas hipocondríaco!”
“Los médicos cortan, queman, torturan. Y haciendo a los enfermos un bien, que más parece mal, exigen recompensa que casi no merecen”.
-Heráclito de Efeso-
Primer problema: expertos en interpretar el entorno
Muchas personas tienen tendencia a interpretar todo aquello que les sucede, amplificando cualquier señal que perciben, especialmente si estás vienen de sus cuerpos. Muchos tiene que ver nuestra personalidad, nuestros estilos de crianza, las experiencias vividas durante el desarrollo y las creencias y esquemas vitales de cada uno. Ejemplos de situaciones para analizar podrían ser los siguientes:
- Pedro, mi compañero de trabajo, no me ha dicho “hola” al pasar. Igual está enfadado conmigo.
- Ya está el vecino otra vez dando golpes para molestar.
- No me ha dicho que vaya a la fiesta, igual no le caigo bien.
Somos expertos interpretadores dado que nos cuesta tolerar la incertidumbre. Dar significado a todo alivia el estrés cerebral, sin embargo todas las ideas anteriores tienen alternativas. Por ejemplo:
- Pedro iba preocupado, directo al despacho del jefe.
- Están los nietos de mis vecinos en casa, y corren y juegan siempre que pueden.
- Ha enviado las invitaciones por correo y ha puesto mal mi dirección de e-mail.
Cuando las interpretaciones giran en torno a la familia, los amigos o compañeros de trabajo pueden generan preocupación y normalmente se acaban resolviendo al preguntar o confirmar con otras personas nuestras ideas. Por otro lado, cuando aparecen asuntos de salud, los niveles de ansiedad ante la incertidumbre se pueden disparar.
“La verdadera fuerza de una idea está, no en lo que vale, sino en la atención que se le presta”
-Concepción Arenal-
Me llaman hipocondriaco, ¿exageran?
Un dolor, la fiebre, la tos… todos en algún momento dado podemos asustarnos por no saber, interpretar y especular. La espera en las pruebas médicas, la derivación a otros especialistas, las opiniones de cercanos… Si, podemos dudar. ¿Eso me convierte en hipondríaco? Seguramente no. Mientras siga acudiendo al trabajo, reuniones familiares, viajes y cualquier plan normal de diario; mientras la angustia no detenga el trascurrir normal.
Actualmente se conoce como “trastorno por ansiedad de enfermedad” a lo que antes se llamaba hipocondría. Con este cambio se intenta reducir el aspecto ofensivo y el uso caricaturesco de la palabra hipocondriaco. Lo cierto es que las personas con este problema se distinguen especialmente por:
- Preocupación y miedo a tener, o la convicción de padecer una enfermedad grave a partir de una interpretación personal de los síntomas.
- La preocupación persiste a pesar de exploraciones y explicaciones médicas.
- La preocupación provoca malestar y deterioro social, laboral y de otras áreas.
- La duración de este estado es de al menos 6 meses.
- No pudiendo explicar todo lo anterior por otro trastorno de tipo ansioso, somatomorfo, depresión o estado delirante.
Si lo siento, lo pienso, ¿lo padezco?
En realidad, el diálogo razonado con las personas con este problema nos puede conducir a la exasperación absoluta porque no suelen atender a razones, ignorando la evidencia que contradiga la hipótesis que les preocupa. Tienen tendencia visitar distintos médicos buscando diagnóstico, atienden selectivamente según lo que les interesa, interpretan los cambios corporales de forma negativa y desconfían de los expertos. La preocupación hace que busquen información y comprueben constantemente cómo evoluciona la sintomatología.
“Mona Lisa parece como si acabara de estar enferma o va a estarlo.”
-Noel Coward-
Al margen de la gravedad de los síntomas que desarrollan las personas con este problema hay algunos consejos para controlar nuestra “hipocondría”. El hecho de estar permanentemente observándonos, interpretando lo que nos pasa o buscando información en Google antes de preguntar a nuestro médico solo consigue aumentar la ansiedad.
Comportarnos así solo nos servirá para anticiparnos negativamente, sin pruebas reales. Respetando los tiempos y no adelantando acontecimientos conseguiremos el equilibrio y la tranquilidad emocional que necesitamos cuando hablamos de nuestra salud.