Insomnio: los fantasmas personales que no dejan dormir

Insomnio: los fantasmas personales que no dejan dormir
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 23 diciembre, 2017

En 2002, Christopher Nolan dirige un thriller titulado “insomnio” que nos sitúa ante un extraño asesinato ocurrido en Alaska. Will Dormer (Al Pacino) es un prestigioso policía de Los Ángeles que viaja hasta allí junto con su compañero Donovan para ayudar en la investigación del brutal crimen de una adolescente.

Justo cuando están a punto de atrapar al asesino, Donovan muere por accidente, y el asesino (Robin Williams) escapa tras observar todo lo ocurrido. Will no es capaz de asumir lo ocurrido e intenta cambiar el relato de los hechos, incluso a través de las pruebas del delito. El asesino se siente identificado con Will y comienza a contactar con él, chantajeándole. El gran detective, atormentado por la muerte de su amigo y la culpabilidad que siente, además de las constantes llamadas, comienza a sufrir ataques de insomnio.

Cuando la enorme culpa se traduce en insomnio

Al Pacino, haciendo de Will Dormer, no es capaz de asimilar el accidente que produjo, rechaza lo ocurrido ante los demás y ante él mismo, impidiendo integrarlo en su propia identidad. No quiere o puede identificarse con el suceso y aceptar la culpa, aunque su conciencia tiene registrado todo lo que pasó.

Cuando un evento de este tipo es vivido como algo traumático, es necesario elaborar un relato realista del mismo que nos permita dar sentido a lo que pasó. En este caso, el rechazo y la negación fueron mermando sus facultades básicas, tanto mentales como físicas.

Al Pacino en la película Insomnio

El insomnio que no deja vivir

Tras el imprevisto accidente, Will comienza a generarse creencias internas como “la culpa no fue mía”. La evitación conductual y mental sobre el suceso real le sirve para darse cuenta de esos aspectos intolerables de su “yo”, de los otros y el mundo.

Al Pacino interpreta un ejemplo claro de cómo se puede producir y vivir el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). Will experimentó un suceso extremadamente traumático ante el que respondió con miedo, impotencia y horror. Tras la desgracia, comenzó a re-experimentar ese momento, mediante sueños, recuerdos intrusivos, flashbacks…

Will sabía que la única solución para resolver el caso era contar la verdad y liberarse de la culpa, pero prefirió evitar esos recuerdos y pensamientos acerca del suceso e intentó cambiar lo sucedido a través de la mentira. Para construir un nuevo relato sobre el accidente, empezó a crearse cogniciones distorsionadas sobre la causa o las consecuencias del suceso traumático, intentando trasladar la culpa a otra persona.

Para proseguir con su mentira y hacer invisible su culpa, comenzó a distanciarse de los demás, y su capacidad para experimentar emociones positivas fue desapareciendo. Una joven ayudante se percató del gran cambio de Al Pacino, sobre todo ante la disminución de su capacidad de atención y concentración general causada por el insomnio.

Escena de la película insomnio

La división de la personalidad ante el trauma

En el trauma, la personalidad está extremadamente dividida entre dos o más subsistemas psicobiológicos muy rígidos en sus funciones y que ocasionan problemas para la adaptación. Los sub-sistemas de personalidad prototípicos pueden alcanzar diversos grados de elaboración y autonomía y convertirse en PANs y PEs:

  • Parte Emocional de la Personalidad (PE): una alta carga emocional de las experiencias traumáticas que se revive a nivel sensoriomotor. Esta parte dirige involuntariamente el foco de atención hacia posibles amenazas, que pueden ser sobredimensionadas debido al pasado traumático.
  • Parte Aparentemente Normal de la Personalidad (PAN): una parte que evita los recuerdos traumáticos y se centra en las funciones de la vida diaria. Aunque la persona parezca “normal”, lo cierto es que tiene síntomas negativos como distanciamiento, embotamiento, y amnesia parcial o total de la experiencia traumática.

Esta marcada división entre ambas personalidades caracteriza los trastornos postraumáticos disociativos simples, incluyendo el Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT). Esta separación entre PAN y PE impide integrar los recuerdos traumáticos y bloquea la transformación del suceso en memorias narrativas autobiográficas. Es decir, la persona traumatizada necesita poder contar y contarse la verdad del suceso.

Nuestra vida es el escenario donde actuamos y el guión va cambiando el personaje en un sentido u otro. En definitiva, se trata de una película que refleja como una vivencia puede marcar un antes y un después en función de cómo haya sido integrada en nuestra propia historia.

Cuando alguien ver perturbada su paz de espíritu o bien nunca la ha tenido, se ve expuesto a serias consecuencias físicas y psicológicas, sea cual sea la causa”

-Francine Shapiro-

 


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