La relajación: los beneficios mentales de desactivar el cuerpo

La relajación: los beneficios mentales de desactivar el cuerpo
Laura Reguera

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Reguera.

Última actualización: 05 agosto, 2019

Hay días que estamos tan “hasta arriba” que solo queremos llegar a casa y leer un buen libro, darnos un baño de espuma o tomar algo con los amigos. Lo hacemos con el fin de relajarnos y desconectar. Al estar más tranquilos, nos liberamos de las preocupaciones y nos sentimos mejor, ¿verdad?

En la sociedad actual, llena de obligaciones y tareas por hacer, se hace necesario dedicar un tiempo a nuestra relajación. Está muy bien poder desconectar de las formas que he comentado antes, pero ¿y si conseguimos relajarnos de verdad estemos donde estemos? Las situaciones que he dicho al principio suponen más una forma de distracción que un método de relajación en sí. ¡Veamos qué es en realidad!

“A veces, lo más productivo que puedes hacer es relajarte”

-Mark Black-

¿Qué es la relajación?

Lo primero que hay que aclarar es lo que he dicho al principio… Dar un paseo, quedar con los seres queridos, ver una película, hacer un crucigrama, etc., no son técnicas de relajación. Sí que es verdad que, por norma general, nos ayudan a desconectar de los problemas y preocupaciones que tengamos, ¿verdad?

Esto es así porque nos ayudan a centrar la atención en otra cosa y nos distraemos de aquello que nos tiene con ansiedad, pero no nos relaja en sí. En estas actividades nos mantenemos en cierto grado activos, mientras que el fin de la relajación es desactivarnos fisiológicamente, es decir, busca que nuestro cuerpo entre en un estado de descanso.

Así pues, como indica Herbert Benson, la relajación es un estado físico de profundo descanso que produce cambios en la respuesta emocional y fisiológica al estrés en oposición a la respuesta de lucha-huída. Esto quiere decir que nos sirve para rebajar la activación que nos producen el proceso de estrés o algunos estados, como la ansiedad. Para conseguirlo, tenemos que controlar la activación corporal.

cielo y palmeras

¿Por qué la relajación nos ayuda a regular nuestras emociones?

Las emociones son las respuestas que genera nuestro organismo cuando se dan cambios a nuestro alrededor, de forma que nos podamos adaptar mejor a estos. De esta manera, las emociones se manifiestan a través de tres sistemas:

  • Fisiológico: se refiere a las sensaciones corporales que se producen con una emoción. Incluye el cambio en la tasa cardíaca, la sudoración, la variación en el ritmo respiratorio, etc.
  • Subjetivo: incluye los pensamientos y todo lo que pasa por nuestra cabeza cuando aparece una emoción.
  • Motor: engloba desde la expresión facial hasta los movimientos de nuestro cuerpo cuando se da una emoción. Es decir, las conductas que llevamos a cabo.

Estos sistemas son complementarios entre sí. Es decir, los cambios en uno de ellos van a producir cambios en el otro, de forma que la emoción se va regulando. La desactivación del sistema fisiológico va a llevar, por lo tanto, a la desactivación tanto del sistema motor como del subjetivo.

“La parte nunca puede estar bien al menos que el todo esté bien”

-Platón-

De forma general, el incremento en los niveles de activación del cuerpo es una respuesta útil para hacer frente a las demandas que proceden del exterior. Nos ayuda a superar situaciones de gran exigencia. Cuando esta activación aparece ante condiciones en las que no hay exigencias externas reales o de forma demasiado intensa, duradera o reiterada, produce efectos perjudiciales para nuestra salud.

La relajación, al buscar lo contrario, nos ayuda a manejar la ansiedad. También se ha visto que es adecuada para tratar el insomnio, disfunciones sexuales, el dolor crónico, tics… Supone un recurso muy importante para controlar la tensión cotidiana, prevenir trastornos y mejorar la calidad de vida. Para ello, es necesario tener en cuenta las demandas de la situación, junto a los aspectos cognitivos (nuestros pensamientos) y a los conductuales que provocan la activación.

Se ha demostrado que, al reducir la activación corporal, se dan beneficios sobre el sistema subjetivo. Aumenta la sensación de calma y tranquilidad, así como de paz y bienestar. Nos ayuda a reorientar la atención, a tener un mayor autocontrol y a conocer las sensaciones corporales asociadas a las distintas emociones. De esta forma, somos capaces de regularlas mejor y veremos como poco a poco se reducen las respuestas de ansiedad.

¿Qué tengo que hacer para que la relajación sea efectiva?

Algunos estaréis pensando: vale, me has convencido de los beneficios de la relajación, pero a mí es que realmente me cuesta mucho relajarme, ¿qué puedo hacer? Lo primero, ¡no desesperes! ¿Hay alguien que sea capaz de correr 20 kilómetros sin entrenamiento previo? No, ¿verdad? Con la relajación pasa lo mismo.

Es necesario practicar, practicar y practicar todos los días. Este es el factor más determinante de la eficacia de la relajación. Pero no solo eso. Es bueno que tengamos en cuenta más cosas. La realidad es que lo de “dejar la mente en blanco” no es factible. Por eso tenemos que concentrar nuestra atención en un estímulo constante, como nuestra respiración.

Mujer descalza sobre el cesped

Además, es necesario dejarse llevar sin preocuparse de cómo se está haciendo. Es muy importante, sobre todo cuando empezamos a entrenarnos en relajación, que elijamos el momento y lugar del día en el que vamos a practicar. Es necesario evitar distracciones e interrupciones. También es importante que estemos en una posición cómoda.

El fin de practicar la relajación es que la utilicemos en situaciones que nos generen malestar. Por ejemplo, si en el trabajo nos notamos nerviosos, la idea es que podamos desactivarnos y continuar con otra actividad. Esto es relevante. El objetivo de la relajación no es quedarnos dormidos, si no descansar y desconectar para realizar otra tarea.

“Tu mente calmada es la mejor arma para tus desafíos, así que relájate”

-Bryan McGill-

Para poder generalizar el entrenamiento, es necesario hacerlo de forma progresiva. Primero empezaremos entrenando en un ambiente tranquilo y silencioso. Una vez que tengamos esto controlado, debemos ir utilizando la relajación en situaciones que nos pongan cada vez más nerviosos. Empezaremos por aquellas que no nos generen mucha ansiedad e iremos aumentando su nivel.

La relajación es, por tanto, una habilidad que podemos adquirir y mejorar. Una vez generalizado su uso, seremos capaces de ponerla en marcha en situaciones que nos provoquen mucho malestar. Así, dispondremos de un recurso que nos da tranquilidad y que nos va a ayudar a hacer frente a situaciones desagradables que, de otra manera, evitaríamos, así que… ¡Practiquemos!

Imágenes cortesía de Ryan McGuire.


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