La crisis de los 40 en hombres y mujeres: señales, causas y cómo superarla

Algunas personas de edad media atraviesan un periodo caracterizado por ansiedad, insatisfacción, tristeza y sensación de vacío, que se produce por diversas razones. Descubre todo sobre esta famosa crisis.
La crisis de los 40 en hombres y mujeres: señales, causas y cómo superarla
Leticia Martín Enjuto

Revisado y aprobado por la psicóloga Leticia Martín Enjuto.

Escrito por Yamila Papa

Última actualización: 29 enero, 2024

Puede que tengas temor de hacerte mayor o de dejar de ser joven, o ambas al mismo tiempo. Lo cierto es que la crisis de los 40 la sufren la gran mayoría de las mujeres y también muchos hombres. En el caso femenino, se suma el hecho de empezar la menopausia y los síntomas que conlleva, tanto físicos como psicológicos.

Esta crisis no aparece justo el día en que la persona sopla las 40 velas. Puede desarrollarse un poco antes o después. Cuando aparece, es tiempo de analizar qué es lo que se ha hecho hasta ahora y los asuntos pendientes que quedan por resolver.

En este artículo, aprenderemos, entre otras cosas, cómo se manifiesta, cómo superarla y si de verdad es una crisis respaldada por la investigación.

Qué es la crisis de la mediana edad

Es un acontecimiento psicológico que le suele pasar a algunos adultos de edades entre los 40 y los 60 años. Su principal característica es la reflexión sobre la existencia y la reevaluación de los logros y las metas. Impulsado por la conciencia de su finitud y el deseo de vivir una existencia plena, la persona se siente presionada a modificar sus planes para conseguir sus objetivos.

En este momento de crisis, quien la padece empieza a dudar del rumbo que le ha dado a su vida y de los propósitos que se ha fijado. Este cuestionamiento produce ansiedad y genera cambios drásticos en el estilo de vida. Aunque es un proceso desorientador, repleto de emociones encontradas por las expectativas no cumplidas, ofrece una oportunidad de crecimiento inigualable.

Señales de la crisis de los 40

La forma en la que se manifiesta la crisis de la mediana edad puede variar de una persona a otra. Como tal no existe un conjunto de «síntomas» avalados por la ciencia o por las instituciones oficiales de salud mental. No obstante, algunos signos que se pueden notar son los siguientes:

  • ansiedad
  • nostalgia
  • irritabilidad
  • impulsividad
  • aburrimiento
  • insatisfacción
  • sensación de vacío
  • falta de motivación
  • tristeza (depresión)
  • conductas indulgentes
  • fatiga ante la rutina de siempre
  • ensoñaciones sobre otro estilo de vida
  • pensamientos recurrentes sobre el pasado
  • cambios drásticos en la apariencia, las relaciones, el estilo de vida o la conducta
  • pensamientos tipo «y si hubiera (elegido otra carrera, tenido hijos, tomado otra decisión)…»

Sin duda, una de las señales más importantes de la crisis de los 40 es esa necesidad de volver a ser «jóvenes», es decir, de tener otra vez 20 años. Esto lleva a la búsqueda de nuevas experiencias, de hacer cosas que antes no se habían podido hacer por diversas razones, vestirse como un adolescente, frecuentar bares o discotecas, etc.

Esta nueva actitud ante la vida puede convertirse en un nuevo despertar maravilloso, en una motivación que nos saque de nuestra rutina y enriquezca nuestras vidas. Pero, también puede provocar una gran nostalgia paralizante, la cual provoca que empecemos a pensar demasiado sobre aquello que fue, olvidándonos de que tenemos todavía un montón de cosas por hacer.



«Etapas» de la crisis de la mediana edad

Vale la pena aclarar que las siguientes «fases» que expondremos no están reconocidas por la comunidad científica. El uso que les damos no es oficial y no pretendemos que sean representativas de todos los casos. Su empleo es netamente pedagógico, de modo que podamos tener una idea general de la evolución esperable de este fenómeno.

  1. Detonante: al igual que toda crisis, inicia con un evento desencadenante, aunque en ocasiones este no es muy evidente. Algunos disparadores son el divorcio, la muerte de un ser amado, el desempleo, una enfermedad mortal, la insatisfacción, la falta de propósito.
  2. Reflexión: la persona comienza a pensar y evaluar su vida. Revisa sus objetivos, recuerda sus fracasos y las metas que nunca alcanzó. En esta «fase» surge un profundo cuestionamiento sobre las decisiones, las relaciones, la profesión, el sentido de la vida y cualquier otro aspecto vinculado al desencadenante.
  3. Crisis: es la etapa del conflicto y la tensión interna. Aquí es donde brotan las emociones como la tristeza, el arrepentimiento, la ira, la ansiedad, el miedo a lo desconocido, la incertidumbre, etc.
  4. Exploración: impulsado por sus reflexiones y conflictos, el sujeto empieza a buscar nuevas formas de vivir y de cambiar esa dimensión de su vida en la que se siente insatisfecho. Por ejemplo, puede participar en nuevas actividades, dejar relaciones, empezar nuevos vínculos, descubrir otras pasiones, etc.
  5. Reconstrucción: luego de acercarse a nuevas metas, cambiar estilos de vidas y encontrar lo que buscada, la persona reconstruye su existencia, toma decisiones alineadas a sus nuevos objetivos o valores y se adapta a ellos.

Este proceso no ocurre de modo lineal como parece. Por lo general, estas «etapas» están superpuestas y conectadas. El adulto puede ir y venir de una instancia a otra y experimentar diversas emociones, reflexiones y cambios durante el proceso.

Causas la crisis de los 40

Los motivos de esta crisis son diversos, pero los más frecuentes son inseguridad, responsabilidad excesiva o rutina. También lo son tener parejas conflictivas, darse cuenta de los errores cometidos, aburrimiento o falta de objetivos claros. Veamos otras causas.

Muerte de un ser querido

Perder a una persona amada (familiar, amigo, pareja) es una experiencia impactante que, en la adultez media, puede propiciar la aparición de la crisis de los 40. La muerte hace que la persona piense en su propia finitud y en el sentido que le está dando a su vida.  

Jubilación

Jubilarse es un suceso significativo que conlleva un cambio considerable en la identidad y la rutina. Algunas personas no logran verse a sí mismas más allá del trabajo, por lo que retirarse puede hacerlos sentir vacíos y angustiados por su nuevo papel en el mundo.

Divorcio

Esta es otra de las causas que pueden precipitar la crisis de los 40. Separarse no solo implica un cambio en la identidad, también implica la alteración de toda una estructura familiar, sobre todo, si hay hijos. El divorcio lleva a las personas a replantearse la vida sin su pareja y a verse cara a cara con la soltería, después de tantos años de vida junto a otro.

Envejecimiento

La mortalidad y el envejecimiento suelen ser uno de los principales desencadenantes. A medida que el sujeto se acerca a su mediana edad, toma más consciencia de su proceso de envejecimiento y de que se le «acaba el tiempo». En consecuencia, empieza a revisar su vida y a cuestionar lo que ha logrado hasta el momento.

Cambios en las responsabilidades

Al llegar a la edad media, tanto hombres como mujeres, pueden enfrentarse al desafío de tener que adaptarse a nuevos roles que no estaban en sus planes. Por ejemplo, cuidar a los padres enfermos, habituarse al hogar sin los hijos (síndrome del nido vacío) y a las nuevas dinámicas familiares, etc. Estos cambios pueden generar insatisfacción y dudas sobre el propósito de la vida.

Metas incumplidas

Llegar a los 40 o los 50 sin haber cumplido aún los sueños que se tenían de joven, puede ser muy decepcionante para muchos. Las metas no cumplidas y las expectativas no realizadas son fuertes detonantes de esta crisis, la cual los lleva a repensar lo que están haciendo y la vida que están viviendo.



La socialización del género y la crisis de los 40

La socialización a partir del género va a tener un rol clave en la crisis, dependiendo del contexto, del machismo y del patriarcado de una sociedad. De manera que las expectativas que se depositan sobre hombres y mujeres influyen sobre el modo en que estos interpretan y sienten su vida.

Por tradición, y sobre todo en las culturas más patriarcales, los hombres han sido socializados en la fortaleza, el éxito, la autonomía y la autosuficiencia. En la adultez media, la presión por demostrar el éxito en sus carreras y en el ámbito financiero (símbolo de poder) puede detonar una crisis, si han fracaso en ese intento.

Por su parte, las mujeres criadas en sociedades y familias muy patriarcales, son educadas con un enfoque hacia el cuidado, la maternidad, el servicio y la abnegación. En este contexto, una mujer que introyecta este modelo puede experimentar dicha crisis, si llega a los 40 sin una familia.

No obstante, gracias a la lucha por la igualdad de género, estas diferencias han evolucionado. Por ende, es normal que las mujeres también tengan sus crisis por no estar triunfando en sus carreras profesionales, por no ser autosuficientes o independientes, etc. En la actualidad, la socialización de género no explica de manera completa la crisis como lo hacía antes.

Ahora, los ciudadanos tienen un margen más amplio para personalizar sus vidas, lo cual hace que rastrear una causa común para la crisis sea más complicado. Cada quien la experimenta debido a sus propias razones y experiencias de vida, ya que cada uno es el autor de su propia existencia y de sus propios malestares.

¿Cuánto dura esta crisis?

No tiene una duración estándar, sino que varía de un caso a otro. Así pues, puede durar desde unos pocos meses o semanas hasta algunos años. Todo depende de la persona y de la forma como lidie con ella.

Hay quienes pasan por la crisis con mucha rapidez; son capaces de resolver el conflicto que les genera y de crear nuevos sentidos, propósitos y rumbos con relativa sencillez. Mientras, para otros, el proceso es más lento y prolongado, además, la evitan y les cuesta enfrentar el desafío que la crisis les propone.

La superación también depende de variables contextuales. Por ejemplo, si la persona recibe apoyo de su familia y sus amigos, o si tiene una buena salud mental y física, es posible que se recupere más rápido. De igual modo, la estabilidad económica y la disponibilidad de recursos tienen un rol importante a la hora de gestionar la crisis.

Qué puedes hacer frente a esta crisis

Es fundamental mantener una actitud positiva. No importa que te hagan notar que ya estás más «grandecito», es bueno saber que la edad trae experiencia, anécdotas y conocimientos. Aún tienes muchos años por delante, no vale la pena que los pases sufriendo.

No te olvides de disfrutar. La experiencia de haber crecido y pasado por muchos problemas te hace aún más interesante y preparado para lo que continúa. Tendrás un mayor autocontrol y conocerás las consecuencias de tus actos. Recuerda que el mejor momento es el aquí y el ahora. A continuación, te dejamos otras sugerencias.

1. Revisa tus objetivos

Como ya sabes, esta crisis puede ser consecuencia del incumplimiento de las metas. Es necesario, entonces, que te tomes unos momentos para evaluar tus objetivos y valores. Haz una lista de tus metas y valores actuales, y compáralos con los que tenías antes. Ahora, pregúntate si los que tienes en la actualidad en realidad reflejan lo que deseas y lo que te importa. Si no es así, es momento de redefinirlos.

2. Protege tu salud

El nivel de estrés, ansiedad, preocupación o tristeza que puedes experimentar en este periodo afectan tu salud. Por eso, te sugerimos que cambies tus hábitos y que realices actividades que mejoren tu salud mental y física. Haz ejercicio, medita, duerme lo suficiente, expresa tus emociones, pasa tiempo con tus amigos y familiares, asiste a terapia, etc.

3. Conecta con tus hobbies

Saca tiempo para que realices aquellos hobbies que has olvidado. Conecta con lo que todavía te gusta. Si te han dejado de gustar actividades que antes disfrutabas, entonces, es hora de explorar otras. Prueba con un nuevo pasatiempo, como salir a caminar, bailar, hacer teatro o deporte, realizar actividades artísticas…

4. Cuida y nutre tus relaciones

Las relaciones significativas con amigos y familiares son una fuente de apoyo invaluable para atravesar esta crisis. Busca refugio en ellos y pasa tiempo de calidad a su lado para fortalecer el vínculo. Organiza encuentros para conversar, desahogarte y pedirles consejos. Déjate ayudar y cuidar por ellos también.

5. Acepta el cambio

Acoge el presente y los cambios que te está trayendo. Acepta lo que sucede, pero no te resignes ante ello, al contrario, busca la forma de mejorar. Practica la gratitud para que no te enfoques tanto en lo que te falta. Escribe sobre lo que estás viviendo y sobre cómo esto puede ayudarte a crecer como persona.

¿Realmente existe una crisis de la mediana edad?

Hasta aquí, hemos conceptualizado el término «crisis de los 40» a partir del conocimiento popular que se ha difundido por medios de comunicación, series y películas. Pero ¿qué dice la ciencia y la investigación al respecto?, ¿de verdad las personas tienen una crisis cuando llegan a la edad media?

Lo cierto es que las investigaciones no avalan esta crisis ni la reconocen como un fenómeno universal. Un estudio publicado en Motivation and Emotion señala que apenas un 26 % de las personas mayores de 40 años tiene esta crisis. Además, no aparece como consecuencia de la edad, sino de eventos significativos.

Expertos en el desarrollo de la edad media reafirman que la «crisis de la mediana edad» puede suceder en cualquier instante de la adultez, ya que su detonante no es la edad, sino eventos independientes a ella como la perdida de un empleo, la enfermedad, dificultades económicas, entre otros.

Esta famosa crisis es más una construcción social, alimentada por la industria del entretenimiento, que una experiencia normativa. Es importante tener esto en cuenta, pues, como señaló Margie Lachman en el 2015, promoverla puede llevar a una profecía autocumplida. Además ―dice la investigadora― puede usarse como excusa para el mal comportamiento y generar diagnósticos erróneos.

La crisis: un periodo de reflexión

En este artículo, hemos aprendido que, a pesar de la falta de respaldo empírico, la «crisis de los 40» es un término usado para hablar de un periodo de profundo introspección y reflexión, donde la persona se cuestiona diferentes aspectos de su vida. No posee una duración fija ni unas causas universales.

Es necesario asumirla como una oportunidad para crecer y redescubrir lo que de verdad importa. Gracias a ella, algunas personas tienen la posibilidad de enriquecer sus vidas y vivir con mayor sabiduría. Toda crisis marca un antes y un después que hace más plena nuestra existencia. Solo hay que saberlas aprovechar.


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