La terapia cognitiva en el trastorno esquizoide de la personalidad

La terapia cognitiva para el trastorno esquizoide de la personalidad se presenta como un modelo, que a través de métodos socráticos clásicos y objetivos modestos, intenta que el paciente esquizoide abandone en la medida de lo posible sus creencias sobre un mundo hostil y rechazante
La terapia cognitiva en el trastorno esquizoide de la personalidad
Alicia Escaño Hidalgo

Escrito y verificado por la psicóloga Alicia Escaño Hidalgo.

Última actualización: 13 abril, 2019

Cuando pensamos en un paciente con trastorno esquizoide de la personalidad es posible que nos vengan a la cabeza personajes como “el ermitaño abuelito de Heidi” o “el típico vecino informático y extraño que no sale de su casa”.

Esto es porque la característica fundamental del trastorno es el desapego en las relaciones sociales y la escasa expresión y variación emocional en contextos interpersonales. Es un trastorno que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y que se manifiesta por cuatro de los siguientes síntomas o características según DSM5:

  • No desea ni disfruta las relaciones íntimas, incluido el formar parte de una familia.
  • Casi siempre elige actividades solitarias.
  • Muestra poco o ningún interés en tener experiencias sexuales con otra persona.
  • Disfruta con pocas o con ninguna actividad.
  • No tiene amigos íntimos ni confidentes aparte de sus familiares de primer grado.
  • Se muestra indiferente a las alabanzas o a las críticas de los demás.
  • Se muestra emocionalmente frío, con desapego o con afectividad plana.

Como vemos, las personas esquizoides manifiestan muy poco interés por tener contacto con otros, exceptuando las personas del contexto familiar más cercanas. Incluso así, el patrón es pasar la mayor parte del tiempo en solitario, haciendo tareas que no impliquen la interacción con otros.

Su afecto es muy restringido. Parecen lentos y letárgicos. Su habla, si es que aparece, es también lenta y monótona y si se les pregunta por sus emociones, rara vez declaran que tengan alguna emoción intensa como “goce” u “odio”. El entorno, acaba finalmente por ignorarlo o dejarlo de lado. Esto implica que el paciente quede degenerado en lo que a habilidades sociales se refiere, en buena medida por la falta de práctica.

Hombre triste

Subtipos de trastorno esquizoide de la personalidad

Algunos autores han propuesto subtipos dentro del trastorno esquizoide de la personalidad. Por ejemplo, Millon y Davis (1996) presentaron los siguientes:

  • Desafectado. El esquizoide desafectado es un individuo carente de pasiones, falto de respuesta, que muestra poco afecto, frío, que cuida poco a los demás, sin espíritu, difícil de emocionar o imperturbable. Como su nombre indica “nada le afecta”. Se mantiene como témpano de hielo ante las circunstancias de su vida.
  • Lejano. Es un sujeto distante, al que es casi imposible acceder. Le gusta mantenerse aislado y solo, sin hogar y sin rumbo. Se muestra ocupado solo en algunas actividades que no le interesan mucho.
  • Lánguido. Son personas muy perezosas y con un nivel de activación muy pequeño. Intrínsecamente flemáticos, letárgicos, cansados y débiles. Se sienten a menudo exhaustos y descuidan todo lo relativo a ellos mismos y a su vida por falta de iniciativa y acción.
  • Despersonalizado. Desinteresado por los demás y por sí mismo. Su yo lo siente fuera de su propio cuerpo o como un objeto distante. Percibe la mente y el cuerpo como escindidos o disociados.

¿Cómo se desarrolla el trastorno esquizoide de la personalidad?

El trastorno esquizoide puede desarrollarse por una combinación de genética y ambiente. En cuanto al ambiente, normalmente crecen en hogares en los que se sienten rechazados o distintos. Se acaban viendo a sí mismos como “menos” que los demás miembros de la familia y, por lo tanto, van generando la idea de que son diferentes, raros, que las personas de su entorno son desagradables o los rechazarán.

En este sentido, generan una serie de normas de seguridad que les conducen a un estilo de vida solitario y les asegura, o eso creen, el tener que enfrentarse a las opiniones o repudios de las demás personas. Parece que con esta coraza se libran del dolor que la vida podría traerles.

Desde la terapia cognitiva para el trastorno esquizoide de la personalidad podemos encontrar diferentes creencias albergadas en las mentes de estos pacientes: “soy un inadaptado”, “soy media persona”, “soy raro”, “soy solitario”, o bien “la gente es cruel”, “la gente decepciona”.

Por lo tanto, a partir de estas creencias, se desarrollan una serie de supuestos que les mantienen en una seguridad falsa: “si hablo con otras personas, notarán lo raro que soy y me rechazarán”, “si no encajas, no puedes tener amigos”, etc.

Terapia cognitiva en el trastorno esquizoide de la personalidad

Al ser la relación terapéutica ya de por sí un contexto interpersonal, es probable que el sujeto con trastorno esquizoide tenga dificultades a la hora de participar en la terapia. También es muy normal que se sienta a lo largo del proceso ambivalente sobre si continuar o no en el tratamiento.

Dependiendo del paciente que tengamos en frente, se marcarán unos objetivos u otros. Es importante que los objetivos sean marcados por el propio paciente en orden de importancia y no por el terapeuta.

Psicólogo con paciente

El motivo es que el terapeuta, que no tiene este problema con las relaciones sociales, puede pensar que los objetivos son muy escuetos o “flojos”, pero tiene que entender que para un paciente esquizoide son prácticamente el máximo logro a nivel de sociabilidad que va a conseguir en toda su vida. Por lo que hay que adaptarse al paciente y no al revés.

Desde la terapia cognitiva en el trastorno esquizoide de la personalidad se va a trabajar fundamentalmente con las creencias y supuestos disfuncionales de la persona que hemos comentado anteriormente. A través de técnicas como el cuestionamiento socrático, la reatribución verbal o los experimentos conductuales, intentaremos que la persona esquizoide se dé cuenta de que “el mundo hostil” que reside en su mente está solo en su mente.

A través de la técnica de la “metáfora del prejuicio de Padesky” (1993) se insta al paciente a recoger toda la información posible que contradiga su creencias de “No soy normal” o “Soy raro”. El objetivo es que la persona vea que no es 100% raro, es decir, que a pesar de su trastorno, a veces, hace cosas al nivel del resto de personas.

Para ello, se le envía como tarea para casa un registro en el que debe anotar cada cosa que hace como “persona normal”. Por ejemplo, algunas anotaciones podrían ser: le hice el café a mi madre, hablé con un vecino en la cola del supermercado, vengo a terapia cognitiva, etc.

Otro objetivo que podemos llevar a cabo con el paciente, siempre que se sienta preparado, es intentar que haga alguna amistad, aunque sea de forma virtual. La idea es que por medio del contacto con otras personas, sus supuestos y creencias sean confrontados.

Como es usual que estos pacientes abandonen la terapia antes de ser concluida, es conveniente adelantarse a ello y diseñar un informe-resumen que proporcionar al paciente en el caso de que quiera continuar su trabajo personal, señalando aquellos puntos en los que podría beneficiarse más de una mejora.


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  • Beck, A., Freeman, A., Davis, D. Terapia cognitiva de los trastornos de personalidad. Paidós. 2º edición (2015)
  • American Psychiatric Association (APA) (2014). Manual de Diagnóstico y Estadísitico de los Trastornos Mentales, DSM5. Editorial Médica Panamericana. Madrid.

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