Los laberintos del estrés postraumático

Los laberintos del estrés postraumático
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 19 agosto, 2019

Es el estrés postraumático es un componente de angustia que se instala en la conciencia de las personas, después de haber pasado por una situación catastrófica o, en todo caso, peligrosa para su integridad. Se produce tanto cuando la persona vive el episodio directamente, como cuando lo presencia. Incluso, se da en quien tiene conocimiento de ese hecho sin haber participado de la situación.

Este tipo de angustia es una condición invasiva y difícil de sobrellevar. Da origen a multitud de síntomas y no se da de la misma manera en una persona o en otra, aunque hay patrones que permiten establecer la existencia de un estrés postraumático.

El trauma y sus efectos

Se habla de trauma cuando se presenta un episodio en el que la vida, la integridad sexual, moral o física de una persona se ve amenazada severamente. Típicamente dicha situación se presenta de manera sorpresiva y, por eso mismo, deja una fuerte sensación de impotencia y vulnerabilidad en quien es afectado.

Cuando el acontecimiento de peligro pasa, la persona desarrolla una cadena de pensamientos obsesivos en torno a lo que ocurrió. Repasa una y otra vez lo sucedido y siente que su vida quedó “marcada”. Que algo ha cambiado para siempre. Que el mundo se ve ahora de otro color. Pensar en ello una y otra vez origina una fuerte ansiedad y, aun así, no puede dejar de hacerlo.

El primer mes, después del evento traumático, se considera de “estrés agudo”. Es normal que se produzca un caudal de angustia, acompañada por ira, hostilidad y apatía. También suelen aparecer sentimientos de culpa o de vergüenza, ya que la persona traumatizada puede imaginar que debió haber actuado diferente, haber hecho más o menos, frente a la situación de la que fue víctima.

La depresión aparece en una gran cantidad de casos y se va incrementando a medida que pasa el tiempo. Entre un 60% y un 80% de las personas que padecen estrés postraumático sufren también de depresión.

La mayoría tienen dificultades para expresar sus emociones auténticas. Y muchos elaboran una especie de “fuga” de la realidad: olvidan elementos significativos del episodio, o dejan por completo de hablar de él, como si no hubiera ocurrido.

Un panorama complejo

Los síntomas habituales del estrés postraumático son: embotamiento, desapego y apatía; sensación de estar aturdido y de no entender o no ser capaz de reaccionar frente al entorno cotidiano; sentimiento de desrealización (le parece increíble que haya sucedido lo que sucedió); rasgos de despersonalización: a la persona le parece que no está dentro de sí misma, se observa como si fuera un espectador. En muchos casos también hay amnesia.

Las personas con estrés postraumático vuelven a traer a colación los hechos trágicos a través de pensamientos, sueños y pesadillas, fantasías, asociaciones e incluso alucinaciones. También aparecen otros síntomas de disfuncionalidad como dificultad para dormir, estado permanente de alerta, sobresaltos constantes e inquietud motora (no pueden quedarse quietos).

Lo ideal es que una persona que ha pasado por un evento traumático sea tratada por un profesional cuanto antes. Esta intervención debe incluir al menos cinco elementos: 1) información; 2) entrenamiento en relajación; 3) organización verbal y mental de los hechos involucrados; 4) exposición a espacios y objetos que son fuente de ansiedad; y 5) reelaboración simbólica de los sucesos, en función del significado que tienen para cada individuo.

Imagen cortesía de h.koppdelaney.


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