Miedo al cambio: ¿cómo arriesgarse?

Miedo al cambio: ¿cómo arriesgarse?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 06 agosto, 2023

Si tienes miedo al cambio y eso ha supuesto un obstáculo en tu vida, no creas que eres al único al que le pasa. Es más común de lo que piensas y tiene una razón de ser. El miedo al cambio puede resultar útil en algunas situaciones, mientras que en otras puede llegar a paralizarnos. Profundicemos. 

El miedo al cambio es un sentimiento que puede sernos útil para adaptarnos a una situación, pero también puede convertirse en un obstáculo. Es algo que hemos aprendido de nuestras vivencias, de nuestros padres, maestros, amigos e incluso de la cultura al completo.

Podemos encontrar dichos populares que nos advierten que hemos de ser cautelosos al tomar la decisión de hacer un cambio. Por ejemplo, “Más vale malo conocido que bueno por conocer“. En el buen sentido, este dicho nos advierte de los posibles riesgos de los cambios. Sin embargo, si se toma al pie de la letra puede llegar a limitarnos porque evitaremos cambiar incluso cuando sea necesario.

Así, tenemos miedo al cambio porque lo vemos como un riesgo y debido a ello, optamos por mantenernos en lo malo, en lo incómodo pero conocido, antes de asumir el riesgo que implica cambiar y enfrentarnos a lo desconocido. De esta forma, nos mantenemos en nuestra zona de confort.

Abrir puerta del cambio

La zona de confort

La zona de confort es ese lugar o ese estado mental en el que aparentemente nos sentimos cómodos y seguros. Esto se debe a que es un estado conocido, por lo que sabemos qué podemos esperar de él. La zona de confort puede referirse también a un lugar físico, pero siempre va de la mano de esa sensación de seguridad y comodidad mental, que no implica bienestar necesariamente. 

Ahora bien, esta zona no es en sí negativa. Lo que puede llegar a ser negativo y perjudicial es mantenerse en ella sabiendo que no es útil, que no nos impulsa a crecer ni a sentirnos bien. Por lo tanto, si se convierte en un lastre que nos ancla y que limita nuestro crecimiento es mejor que la cuestionemos.

¿Cómo hacerlo? En primer lugar, reflexionando sobre los motivos de nuestro comportamiento y sobre todo, de qué queremos conseguir con él. ¿Estamos ahí por costumbre o tal vez por necesidad? ¿Es miedo, comodidad o quizás esa sensación de sentirse a salvo?

Al no realizar ningún cambio, puede parecer que los riesgos disminuyen. Pero no siempre es así, permanecer como estamos también implica el riesgo de no llegar a ser nunca felices o de no seguir creciendo. Dar un paso asusta, incluso aterroriza a veces, pero por el simple hecho de tomar riesgos y afrontar lo desconocido.

Miedo al cambio

¿Por qué aterra tanto el cambio? ¿Cuántas veces hemos rechazado propuestas para evitar correr riesgos? Probablemente muchas y en casi todos los ámbitos de nuestra vida.

A veces tomamos la decisión de mantener situaciones en las que no nos sentimos a gusto. Preferimos seguir ahí antes de enfrentar las posibles consecuencias negativas de un cambio, olvidando por otro lado, las positivas. Todo esto a costa de nuestra felicidad.

Ser precavidos es una actitud positiva y beneficiosa. Nos mantiene a salvo en muchas situaciones. El que no arriesga, ni gana ni pierde. En otras palabras, nos mantenemos en esa normalidad que hemos creado. Sin embargo, la vida es un constante cambio y a veces, hay que tomar ciertos riesgos para crecer a nivel personal, profesional, económicamente o como pareja.

El cambio nos da miedo porque viene cargado de incertidumbre, de esa sensación en la que es imposible predecir resultados y consecuencias. Puede que sea positivo, pero también puede que no lo sea tanto. La cuestión está en que hay momentos en los que se hace necesario tomar ciertos riesgos. No siempre es tan malo.

Mujer tapándose la cara por miedo

¿Cómo enfrentar los riesgos del cambio?

Esta es una pregunta que puede ser difícil. No existe una fórmula secreta para dar respuesta. Todo cambio implica múltiples variables, de las cuales no todas dependen de uno mismo. Este es un aspecto que tenemos que tener muy claro, pero no debemos dejarnos asustar por él.

Si nos planteamos hacer un cambio en nuestra vida, es muy importante tener claro los motivos de llevarlo a cabo. Porque si tenemos claros los por qué y para qué de nuestra decisión, la mitad del camino ya lo tenemos recorrido.

Puede que nos dé miedo a cambiar, es algo totalmente válido. De hecho, el miedo es una emoción que nos advierte de que algo puede ser peligroso. Hay que escucharlo para descifrar qué quiere decirnos y a la misma vez escucharnos a nosotros.

Un buen ejercicio es ponerle un nombre a ese miedo, un rostro. Una vez hecho esto, será más fácil saber en qué terreno estamos pisando. Y esto, junto a las respuestas a nuestros por qué y para qué, nos dará la fuerza necesaria para hacer frente al cambio.

 

Arriesgarse para crecer

Con esto no queremos decir que vayamos por la vida tomando todos los riesgos que se nos presenten, sino que en el momento en el que sintamos que algo no marcha bien en algún aspecto de nuestras vidas, tomemos el riesgo de generar un cambio.

Ser precavido al momento de tomar decisiones que impliquen un cambio, tal como lo indica ese dicho popular, es válido. Pero no quedarse estancado en una situación en la que no nos sentimos cómodos o no nos aporta ningún crecimiento.

Mujer caminando representando ser responsable

A veces no es cuestión de hacer un cambio enorme, quizás solo sean pequeños detalles que poco a poco marcarán la diferencia. Lo importante es percatarse de ello, cultivar esa fuerza necesaria para avanzar y comenzar a ser valientes. Somos los únicos responsables de nuestra felicidad y de nosotros depende recorrer uno u otro camino.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.