Miedo, tristeza y frustración, las emociones más comunes
Miedo, tristeza y frustración. Poco nos equivocaríamos si dijésemos que estas tres emociones son las que tapizan ahora muchas de nuestras horas en esta época en que nos acompañan más dificultades de la cuenta. Son tres estados anímicos completamente normales que curiosamente nos están uniendo como humanidad. De algún modo, gran parte de nosotros las estamos sintiendo.
Solían decir los expertos que la gran cantidad de literatura de autoayuda basada en la felicidad, nos había convertido, de algún modo, en personas intolerantes a las emociones negativas. Nos han enseñado a ser felices, decían, y se han olvidado de decirnos qué hacer cuando surge el velo de la angustia.
Ahora bien, en realidad, el ser humano siempre ha sabido muy bien cómo son y a qué saben esos estados emocionales más adversos. Y cada cual, los ha ido manejando a su manera. Mejor o peor.
El sufrimiento no es nuevo para nosotros, pero en esta ocasión ha llegado de otro modo y nos ha cogido de improviso. Cada persona lo está viviendo de un modo particular.
Hay quien se siente más afortunado al experimentar menos cambios, al tener certezas en su proyecto laboral, al ver esperanzas en el futuro. Otros en cambio transitan por ese escenario más adverso en el que están presentes las pérdidas y el abismo de las incertezas hacia el futuro.
Seamos de donde seamos y sea cual sea nuestra situación, todos experimentamos miedo, inquietud y el sabor de la tristeza en más de un momento.
Miedo, tristeza y frustración, esas compañeras en épocas complicadas
La vida ha llegado a un capítulo en el que la narración ha tomado unos tintes algo surrealistas. Crisis sanitarias, crisis sociales, cambios que no esperábamos… Parece que esta parte de nuestro ciclo vital, la redacta un mal escritor, pero en realidad pensar esto nos sume en la idea de que no tenemos control sobre nada de lo que está sucediendo.
Hay que entender algo. No podemos controlar las circunstancias que nos envuelven, pero sí nuestras reacciones y comportamientos.
El modo en que lo hagamos determinará un afrontamiento más adecuado hacia esos días que tenemos por delante. Las palabras clave que deberíamos integrar estos días serían: aceptación, transformación y resiliencia.
Como dijo Abraham Maslow, reconocido psicólogo humanista, la vida es un proceso continuo de crecimiento y esa tarea suele ser dolorosa. Pero hay épocas en que ese sufrimiento es más intenso y se nos exige más. Debemos estar preparados.
Un primer paso es afrontar y entender ese universo emocional interno. Recordemos una vez más que nuestro cerebro no habla inglés, español o chino. El cerebro habla el lenguaje de las emociones y debemos entenderlas.
Así, durante este tiempo de dificultades y retos, nuestras compañeras de viaje van a ser ellas: miedo, tristeza y frustración.
Monta guardia ante la puerta del miedo
Monta guardia ante la puerta de tus miedos. Asume que es normal tenerlos, que es permisible sentir temor ante lo que no podemos controlar, lo que vemos, lo que nos rodea… Pero eso sí, no hagas esa puerta más grande de lo que es para dar entrada a pensamientos irracionales que alimentan el pánico, no des paso a lo que no ha pasado aún.
Céntrate, racionaliza y habla con alguien de confianza cuando sientas que los temores te están dejando sin respiración.
En psicología hay un mecanismo llamado sesgo de disposición que es interesante tener en cuenta. A menudo, cuando las personas vivimos situaciones llenas de incertidumbre y temor, damos veracidad y poder a aquello que tenemos más cerca: a esa noticia falsa que hemos leído, a ese mensaje desafortunado que nos han enviado, a ese pensamiento que acabamos de tener y que es completamente infundado.
Recuerda que tu cerebro cuando experimenta miedo deja de razonar de manera lógica y equilibrada. Está impregnado por la emoción más peligrosa, el miedo. Toma el control.
La tristeza, la buhardilla de la reflexión
Miedo, tristeza y frustración… Estas emociones tienen sentido y finalidad por sí mismas; también durante estos tiempos de dificultad. La estrategia está en aceptarlas, pero evitando darles excesivo poder para que nos controlen por completo.
En este caso, la tristeza actúa como una buhardilla mental a la que es conveniente subir de vez en cuando. Esta emoción está llena de significados, es un arcón que hay que abrir para descubrir qué quiere decirnos. En estas circunstancias por las que estamos pasando es normal y recomendable pasar un rato con ella.
Sentimos nostalgia por ciertas cosas que teníamos y podíamos hacer antes. También sufrimos por los demás. Nos llena de pesadumbre pensar qué puede pasar mañana. Nos inquietan muchas cosas pero asumir y aceptar todas estas realidades internas es algo necesario. Porque es algo normal dado el contexto de estas épocas complicadas.
No nos obsesionemos con la idea de “estar siempre al 100 %” porque es completamente imposible. Permitámonos estos instantes de tristeza.
La frustración, el fuego que hay que saber canalizar
Entre el miedo, tristeza y la frustración es esta última emoción la quien tiene un componente más dinámico. Para entenderlo mejor hay comprender el relieve de esta dimensión.
Es perfectamente normal sentirnos frustrados durante estos días. Nuestro estilo de vida ha cambiado, la incertidumbre personal, laboral y económica está presente en esas épocas de dificultades.
Hay muchas cosas que nos preocupan y otras que nos enfadan. Pero cuidado, porque la frustración es también un detonante de la ira. Es ella la que nos traerá el mal humor en algunos momentos del día y también ella, quien nos llenará de insatisfacción y nerviosismo.
Para hacer un buen uso de estas hay que entender un detalle. Tanto la ira como la frustración son emociones que invitan a la acción (todo lo contrario de la tristeza, mucho más introspectiva).
La clave está en servirnos de ellas para canalizarlas adecuadamente. La frustración te pide cambios, te exige ingenio y creatividad para dar respuesta a aquello que te preocupa.
Usa tu imaginación. Si te angustia el futuro laboral, idea un plan, piensa opciones sin caer en el fatalismo. Haz de tu mente un escenario de ideas donde fluyan un pensamiento abierto, flexible y positivo. Solo así canalizarás el miedo, tristeza y la frustración.
Ponte en marcha, aprende a ser un buen gestor de tus emociones y no olvides cuidarte, y tomar también, la temperatura de tu salud emocional.