¿Por qué a veces nos reímos en momentos inapropiados?

¿Te has reído alguna vez en medio de un funeral? La ciencia nos dice que la risa inapropiada puede deberse a una reacción normal (y catártica) o bien a un problema neurológico.
¿Por qué a veces nos reímos en momentos inapropiados?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 22 octubre, 2021

Soltar una carcajada durante un entierro o cuando se hace un minuto de silencio. Reír sin parar cuando un amigo sufre una aparatosa caída o cuando recibimos una mala noticia. Si te ha pasado alguna vez, seguro que te habrás preguntado por qué a veces nos reímos en momentos inapropiados. La respuesta a esta cuestión no puede ser más interesante.

La ciencia nos dice que no lo sabemos todo sobre el mecanismo de la risa. Todos damos por sentado que es ese gesto social que nos permite conectar los unos con los otros. También que es el canal que facilita la expresión de emociones positivas, como la felicidad, la alegría, la sorpresa, la dicha o la ilusión.

Sin embargo, es importante saber que reír es clave para liberar a veces estados psicofísicos de gran tensión y ansiedad. El cerebro recurre a ella como recurso de catarsis emocional. De hecho, como dicen los neurocientíficos, la risa es uno de los comportamientos más importantes a la vez que desconocidos del ser humano.

“La persona sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa”.

-Friedrich W. Nietzsche-

chica representando cuando nos reímos en momentos inapropiados

Razones de por qué nos reímos en momentos inapropiados

Cuando nos reímos en momentos inapropiados somos conscientes de nuestra conducta distorsionada. Es decir, sabemos que esa reacción emocional no es la idónea en esa situación, pero aun así surge y en buena parte de los casos resulta hasta tranquilizante. Nos relaja durante unos momentos, aunque después debamos lidiar con el desconcierto social.

¿Es algún tipo de locura transitoria? ¿Hay algo que va mal en nosotros? Lo cierto es que, en ocasiones, esa risa inesperada y poco adecuada sí responde a algún tipo de psicopatología. Pero por término medio, esta reacción es una respuesta psicológica a la ansiedad y la tensión. Lo que hace nuestro cerebro es promover esta reacción para aliviar todo ese malestar contenido.

Por tanto, esa risa repentina en el funeral o esa carcajada cuando nos dan una mala noticia no es más que un mecanismo de catarsis. Gracias a esa reacción podemos aliviar la tensión de valencia negativa contenida.

Así, y como dato curioso, algo en lo que insiste a menudo la ciencia es que los orígenes evolutivos de la risa respondían, en realidad, más a un mecanismo de supervivencia que de mera expresión del disfrute o el deleite. Reímos para conectar socialmente con los demás y también para anular las emociones de valencia negativa.

Cuando la risa no promueve la vinculación ¿para qué sirve?

Trabajos de investigación, como los realizados en el University College de Londres nos recuerdan que la risa es una emoción social y que aparece con mayor frecuencia durante nuestras interacciones sociales. Favorece la vinculación, la conexión, el afecto y la regulación emocional. Todo esto lo tenemos claro.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando a veces nos reímos en momentos inapropiados y en soledad? Esto nos descubre que, efectivamente, reír no tiene como único propósito promover la conexión humana ni la vinculación. Es más, en ocasiones ni siquiera nos reímos “de algo o por algo”, reímos para aliviar el malestar, el estrés o la ansiedad contenida.

De hecho, a todos nos ha pasado alguna vez. Después de pasar un mal día, una jornada de esas en las que todo lo posible sale mal, llegamos a casa y nos encontramos con la nevera o la lavadora rota. Es lo que nos faltaba, no hay duda; sin embargo, en lugar de reaccionar con agotamiento o mayor frustración, terminamos riéndonos a carcajadas…

A veces, podemos estar hablando de algo muy angustioso y adverso y, sin embargo, nuestra mente y nuestro cuerpo responden con risas y carcajadas. Este es un mecanismo normal generado por la ansiedad contenida y que tiene como objetivo aliviar el malestar.

El lado oscuro de la risa en momentos inapropiados

La risa está presente no solo en los humanos. Sabemos que también trasciende a otras especies como son los grandes simios. Ahora bien, algo común entre nosotros y los chimpancés o gorilas es que la risa es espontánea y se vincula a determinadas situaciones. El hecho de que surja de forma espontánea, inapropiada y en solitario es algo singular.

Ya hemos señalado que la mayoría de las veces este comportamiento es resultado del estrés. Sin embargo, también tiene un lado patológico. Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad Aga Khan y la Universidad de Columbia, señalan que la risa inapropiada puede ser origen de diversos trastornos neurológicos. Por ejemplo, los siguientes:

  • La epilepsia gelástica (la que sufre el personaje del Joker).
  • Enfermedades desmielinizantes (como la esclerosis múltiple, la neuromielitis óptica o la encefalomielitis diseminada aguda).
  • Enfermedades de la parálisis bulbar y pseudobulbar.
chica pelirroja representando cuando nos reímos en momentos inapropiados

La risa tiene el poder de anular otras emociones

Las personas nos reímos en momentos inapropiados, es una evidencia y a todos nos ha pasado. Esto nos invita a realizar una importante reflexión. La risa es un mecanismo biológico, social y psicológico imprescindible para el ser humano. Nos sirve para conectar los unos con los otros y para expresar emociones de valencia positiva.

Sin embargo, también tiene otra finalidad y es la de anular o regular esas emociones complejas. La ansiedad, la angustia, la tristeza, la frustración, el enfado, el estrés o la simple sobrecarga de pensamientos pueden desembocar a veces en una risa involuntaria e inapropiada. Con ella se alivia esa tensión interna.

Gracias a esas carcajadas suceden dos cosas: experimentamos cierta catarsis, es decir, se alivia ese estado emocional y tomamos conciencia de que hay una serie de realidades que debemos atender. Esa es la clave, gestionar lo que duele o preocupa.


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