Por qué nos hacemos daño a nosotros mismos

Por qué nos hacemos daño a nosotros mismos
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 16 junio, 2019

En muchas ocasiones podemos tener la sensación de que nuestra evolución personal no va bien, y nos sentimos con la necesidad de cambiarlo todo, o al menos gran parte sin saber del todo qué.

Hoy, me encantará compartir mi experiencia contigo con este artículo y comenzar a quitarnos juntos esa venda tan invisible que a veces tenemos ante nosotros.

Nuestra vida está llena de curvas

Las curvas son lo más parecido a la trayectoria de la vida, no las líneas rectas. Estarás de acuerdo conmigo en que la vida no se basa en reglas establecidas, ni asuntos que acabar “sí o sí”.

La vida se basa en aprendizajes, y estos suponen fallar, equivocarse, seguir adelante, abandonar, olvidar, o prevalecer. Por eso, no tiene nada de malo que dejes cosas sin acabar: estudios, relaciones, o no sigas ciertas leyes impuestas por la sociedad como a determinada edad no tengas hijos, trabajo, etc…

Nadie tiene por qué juzgarte por lo que haces o dejas de hacer. Recuerda que el único dueño de tu vida eres tú mismo.

Serás feliz cuando

te creas con el derecho a serlo

tú mismo

Toma la curva en la que te encuentras en tu vida y si hay algo que no marcha bien detente, reflexiona, da marcha atrás, descubre aquello que te puede dar una pista y tomate tú tiempo .

El tiempo es oro, sí, pero recuerda que si haces las cosas sin disfrutar y estar presente, éste no sirve de nada.

Aprender a dejar ir

Equivócate, pero sigue adelante

Planear la vida es sano. El futuro lo es también: nos permite crear expectativas, ilusiones, pasiones y lo más importante, pensar en cuál es el próximo paso hacia nuestro sueño y hacerlo realidad.

Pero planear constantemente a partir de las decisiones y tiempo que una vez tomamos no es recomendable. ¿Por qué? Porque primero, recuerda que no le debes nada a nadie. Tan solo a ti mismo.

Actuando así te cierras, piensas que debes algo a alguien y en realidad, la plenitud de la vida se basa en deberte solo a ti mismo.

El miedo a lo desconocido nos hace estancarnos en lo ya pisado, en la decisión tomada y de la que nuestros seres queridos probablemente ya formen parte. Pero no vas a decepcionar a nadie por no seguir con el plan acordado.

Prueba y equivócate. Simplemente por tan solo dar el paso a lo desconocido, la vida te recompensará con la grandeza de tu alma.

 

Cuando nos invade la nostalgia

 

Elegir a la persona incorrecta nos permite aprender a ser mejores y dejarla ir. En este punto de las relaciones personales donde el amor incondicional es la base del todo, me gustaría hacerte la pregunta de “¿alguna vez te has planteado ser alguien, en lugar de preocuparte en estar con alguien?”.

Recuerda que el amor nace de la pureza de sentimientos entre dos seres humanos, no por conveniencia ni por la famosa frase de “el roce hace al cariño”. Primero necesitamos desear compartir la vida con nosotros mismos.

Emplear una relación de amor para satisfacer nuestros miedos a no saber enfrentarnos a nosotros por desconocimiento o no estar preparados a enfrentarnos a la vida no es justo.

Antes de dar tu corazón,

preocúpate por crecer como persona

y ser la mejor versión de ti mismo

Cuando entonces encuentres a la persona adecuada, ese crecimiento personal ya no será solo de uno, sino de dos: el amor. Date tiempo para madurar y sentir la soledad, su grandeza y el regalo de ser verdaderamente tú mismo para él/ella.

El camino de la alegría y de la felicidad

Mejoramos el pasado construyendo el futuro. Construimos nuestra existencia gracias a sucesos y experiencias, buenas o menos buenas, pero nunca malas.

¿Sabes por qué? Me gusta mucho decirme que todo, absolutamente todo, ocurre por algo inmensamente bueno. Y no soy de esas personas que ha tenido vida fácil, te lo aseguro.

Aprende a dejar ir y experimenta tus emociones

Aprender a dejar ir es el secreto de una vida plena, sin rencor y remordimientos. Porque aprendemos equivocándonos, nunca lo olvides.

Eres el dueño y señor de tus emociones. Si permites que las situaciones que te hacen sentir mal y sus emociones te dominen, siempre te estancarás en ese tiempo. Y no avanzarás ni te sentirás libre.

Compárate con los demás solo para superarte, nunca para olvidarte. Vivimos en la era de los números, o mejor dicho, seguidores. Las redes sociales han creado un sistema donde “o tienes tanto o vales tan poco”. Y eso, como en todo, tiene su parte buena y su parte “menos buena”. El número no representa quien eres.

Comparándonos solo buscamos ser mejor que alguien, cuando el secreto está en ser ambos mejores para compartirlo al mundo. Ayudarnos, no competir.

Las emociones son tesoros, siéntelas y exprésalas. Vivimos inmersos en una sociedad donde preferimos lo material y lo tangible a lo mágico e intangible.

Las emociones nos definen,

nos hacen nosotros mismos:

únicos e irrepetibles

Nunca sentiremos con el mismo grado determinada emoción como la persona de nuestro lado, pero sí tendremos la capacidad de entenderla y empatizar con ella.

Nos da miedo ser sinceros y dejar nuestra alma al descubierto por el “que dirán”. Atrévete a experimentar la grandeza de las emociones. Aprende a no cerrarte a ellas y compartirlas con el mundo.

Dejamos de cumplir nuestros sueños por miedo a no ser válidos o no merecerlos, cuando todos estamos aquí para cumplirlos. Conformarnos con menos de lo que nos corresponde nos corrompe.

Por eso, vive por lo que tu corazón te dice que te hace feliz. Ama por lo que tu cuerpo te hace indudablemente unido hasta el fin, y trabaja para dar al mundo y compartir lo mejor de ti con los demás, y para los demás.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.