¿Por qué tu esquema mental camina por delante de ti?

En palabras de Young, los esquemas mentales son esas pautas mentales arraigadas y duraderas que se desarrollan y se elaboran a lo largo de toda la vida. De esta forma, los esquemas mentales condicionarían nuestra manera de pensar, sentir y actuar.
¿Por qué tu esquema mental camina por delante de ti?
Alicia Escaño Hidalgo

Escrito y verificado por la psicóloga Alicia Escaño Hidalgo.

Última actualización: 01 agosto, 2022

Cuando hablamos de esquema mental, nos referimos, en palabras de Young, a aquellas pautas estables, arraigadas y duraderas que se desarrollan y se elaboran a lo largo de toda la vida del individuo.

En palabras más sencillas, es algo así como “nuestra forma de ser y comportarnos en el mundo”. Cuando estos esquemas son disfuncionales, podemos encontrarnos, por ejemplo, con que la persona se topa una y otra vez, a lo largo de su desarrollo, con personas que no le benefician, comportamientos tóxicos o destructivos, reacciones desproporcionadas y en general, problemas o situaciones nada deseables.

Estas circunstancias aparecen con una relativa frecuencia, redundando la persona en un patrón del que no suele ser consciente, sintiéndose en ocasiones confundida por ser incapaz de explicar con mayor precisión lo que le ocurre.

Los esquemas comparten ciertas características. Según la terapia de esquemas de J. Young, serían las siguientes: son tomados como verdades a priori, se autoperpetúan, son resistentes al cambio, son disfuncionales, suelen ser generados y activados por experiencias ambientales y se caracterizan por tener un afecto elevado.

Además de esto, en ocasiones los esquemas mentales se alimentan o siembran a raíz de ciertas experiencias traumáticas o negativas que adquieren permanencia precisamente a través de ese patrón al que nutren.

Mujer pensando en el balcón

Un esquema mental que camina delante tuyo

Cuando decimos que el esquema mental camina por delante de nosotros, nos queremos referir al hecho de que, al tratarse de una experiencia tan arraigada, interna y emocional, cuando queremos razonar con la situación que tenemos enfrente, el esquema ya ha marcado el camino a seguir: se ha puesto a andar.

Piensa en situaciones de tu vida diaria en las que se repite algo: dependencia emocional en el contexto de pareja, anteponer las necesidades del otro por encima de las tuyas propias, caer en adicciones… Puede ser cualquier conducta que te perjudique, pero que esté ahí siempre, sin poder librarte de ella, a pesar de que te está haciendo daño. ¿La tienes?

Ahora razona sobre ella: sabes que no es el camino, que habría otras opciones que tomar, que después de hacerlo te sientes fatal… Pero aun así, sigues comportándote de esa manera tan tóxica para ti. Esto es debido a que cuando tú piensas sobre ello, el esquema ya ha reproducido el patrón comportamental al que estaba acostumbrado.

Además, si alguien te plantea el por qué sigues haciendo eso que haces, no eres capaz de ofrecerle una respuesta sólida. Ya sabes que no está bien, ya sabes que perjudica e incordia tu vida, pero te es muy difícil o casi imposible abandonar ese camino.

Esto es debido a que el esquema mental es altamente emocional. Nace de tus entrañas. Es el resultado de distintas experiencias que se gestaron en la infancia y es como una fiera indomable. Cuando tienes en frente esa “situación riesgo” no sabes cómo, pero cuando te vienes a dar cuenta, ya has perdido el control. El esquema ya hizo de las suyas.

¿Cómo puedo cambiar mis esquemas?

La propia inercia no va a romper con ellos o, al menos, es muy difícil que este milagro se produzca. Por lo tanto, vas a tener que hacer un ejercicio de análisis consciente en el que entre en juego la decisión y la voluntad.

Para ayudarnos, contamos con diferentes estrategias y técnicas psicológicas, ya sean de corte cognitivo, conductual o emocional. Con ayuda de un autorregistro es conveniente que comiences a monitorizar aquellas situaciones que, de alguna manera, te perturban emocionalmente. Y no solo eso, también las que te hacen actuar de en oposición a cómo lo harías a partir de un plano consciente.

Por ejemplo, una persona que sufre dependencia emocional porque en su infancia sus padres no estaban presentes lo suficiente, puede tener el esquema mental de “abandono”. En consecuencia, en su vida adulta, reproduce este patrón con parejas que finalmente acaban abandonándola.

Hombre experimentando culpa mientras mira por la ventana

Es interesante entonces que la persona entienda y comprenda este patrón, lo visualice en su día a día y monitorice esas situaciones que se asemejan y en las que está presente esa dependencia emocional, con todo lo que esta conlleva. Una vez quede registrado en un diario personal de terapia, podrán analizarse los comportamientos y pensamientos que esas situaciones tienen en común. ¿Sueles ceder en tus relaciones sociales? ¿Te cuesta dejar relaciones a pesar de que no te aportan nada?

Cuando hayamos identificado esos puntos en los que flaqueamos, diseñaremos estrategias para intentar, en la medida de lo posible, que esto no ocurra. En este sentido, romper los esquemas es enfrentarnos, no por oposición, sino por inteligencia, a lo que el esquema nos pide.

Si te cuesta decir que no, intenta no escapar de las situaciones en las que tienes que ser asertivo. Si te enganchas en relaciones tóxicas por miedo a la soledad, comienza a explorar todo lo positivo que puedes hacer en esa soledad que temes.

Al principio será incómodo y deberás estar dispuesto a llegar a ese punto en el que puedas tolerar esa incomodidad. Piensa que no estás acostumbrado a elegir esa forma de actuar: tus automatismos van por otro lado.

Por otro lado, en ocasiones, por bien que hagamos este trabajo, no nos quedará más remedio que convivir con las cenizas de estos esquemas durante periodos largos.

Así, tardaremos más en cambiar nuestra forma de ser en el mundo, pero avanzaremos hacia esta meta si extendemos nuestro locus de control por encima de nuestros esquemas mentales.


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  • Rodríguez Vílchez, E., La terapia centrada en esquemas de Jeffrey Young. Avances en psicología (2009)

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