Según la ciencia, los colores se asocian a patrones emocionales

¿Por qué el color rojo nos resulta siempre tan llamativo y excitante? Según la ciencia, los colores tienen el poder de despertar en nosotros emociones muy concretas.
Según la ciencia, los colores se asocian a patrones emocionales
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 27 septiembre, 2021

¿Qué emoción te evoca el color azul? ¿Qué sensaciones generaría en ti una habitación pintada de amarillo? Desde hace años la ciencia afirma que los colores se asocian a patrones emocionales. Ahora bien, intentar comprender cómo nuestra consciencia interpreta este tipo de estímulos sigue siendo todo un desafío para los neurocientíficos.

Por ejemplo, ante las preguntas propuestas anteriormente todo experto en interiorismo sabe que las tonalidades azules se asocian a la calma o que una habitación pintada de amarillo se relaciona con la positividad o el dinamismo. Sin embargo, un tono muy alto de amarillo produce ansiedad.

El color es una herramienta de comunicación capaz de inducir procesos emocionales e incluso fisiológicos. El hecho de que suceda esto no deja de ser fascinante. El color no es más que una percepción visual. Es la respuesta de los fotorreceptores de la retina al discriminar las diferentes longitudes de onda del espectro electromagnético.

Entonces, ¿qué ocurre en el cerebro desde que esas ondas electromagnéticas toman contacto con el ojo hasta evocar una emoción concreta?

“Cada persona tiene su propio color, una tonalidad cuya luz se filtra apenas a lo largo de los contornos del cuerpo. Una especie de halo. Como en las figuras vistas a contraluz”.

-Haruki Murakami-

mujer con hilos azules para simbolizar cómo los colores se asocian a patrones emocionales

¿Por qué los colores se asocian a patrones emocionales?

Ya lo decía Goethe, hay colores que atraen por su gracia y otros que se rechazan con enfado. Hay algo en nuestro “equipaje” psicobiológico que nos hace reaccionar de un modo u otro ante ciertas tonalidades de color. Sin embargo, dada la relevancia que tiene este tema en el campo de la publicidad, el arte e incluso el bienestar, hay algo interesante que cabe señalar sobre este tema.

Los doctores Andrew J. Elliot y Markus Maier de la Universidad de Rochester (Estados Unidos) destacan en su trabajo del 2015 que la mayoría de investigaciones realizadas hasta hace unos años tenían escaso rigor científico. Toda la literatura sobre el color y su funcionamiento psicológico está aún en fases iniciales. Así, los propios autores destacan que el impacto que tiene en nosotros el color parte del  aprendizaje social y también de aspectos biológicos.

Este último aspecto es el que más interés y controversias despierta. ¿Estamos “programados” quizá para reaccionar ante un color de manera diferente a otro? ¿Por qué razón? Este tipo de preguntas aún no tienen una respuesta consensuada. Sin embargo, sabemos eso que los colores se asocian a patrones emocionales.

Los conos, las células fotosensibles de nuestra retina

Los conos son células fotosensibles que se encuentran en la retina. Todos los vertebrados la tienen. Ahora bien, algo que ya se descubrió en los años 60 es que entre este tipo de células hay tres modalidades. Cada una de ellas está especializada en generar una serie de sensaciones cuando toman contacto con el color rojo, el verde y el azul.

Es decir, hay células fotosensibles que reaccionan induciendo sensaciones únicas solo ante tres tipos de colores primarios. Por ejemplo, una de esas células, conocidas como “tipo L”, se activa ante la onda de luz que genera el rojo. Esto se explica de un modo muy concreto.

El cerebro asocia el color rojo a eventos importantes, como es a la tonalidad de las heridas y la sangre. Ante este tipo de estímulos, el ser humano siempre ha tenido que reaccionar.

Por su parte, el verde y el azul se vinculan a la naturaleza. A escenarios que siempre nos han sido cercanos y familiares. Esto explica por qué esas tonalidades son tan básicas y nos hacen reaccionar como lo hacen.

Los colores se asocian a patrones emocionales debido también a nuestras experiencias

En efecto, nuestras experiencias previas e incluso la propia cultura median en el modo en que percibimos los colores. Por ejemplo, en muchos países el color blanco se asocia a la pureza y la inocencia. Sin embargo, en ciertas áreas de Oriente, como China o Japón, este color se usa en ritos funerarios o durante el duelo por el fallecimiento de alguien.

La forma en que la sociedad nos hace ver un color concreto queda inculcada en nuestro registro emocional, como también lo hacen determinadas vivencias. Puede que el azul no nos guste porque era el tono de nuestro uniforme en el colegio o porque era quizá el color de la habitación del hospital donde estuvimos enfermos.

Los colores se asocian a patrones emocionales que el cerebro organiza de acuerdo a nuestras vivencias y a las influencias socioculturales. Es decir, no solo nos determina el aspecto psicobiológico.

Mujer con una luz en la mente y los ojos cerrado representando cómo los colores se asocian a patrones emocionales

El color y la consciencia

Hay un hecho innegable y es que los colores y las sensaciones que nos producen no podrían existir sin nuestra conciencia. La forma en que percibimos la realidad, la reconocemos y la interpretamos parte siempre de esa entidad tan difícil de entender y a la que William James le dedicó tantos trabajos.

La consciencia nada tiene nada que ver con la ética o la moral. Es un proceso por el que construimos de manera consciente nuestra propia realidad de las cosas, del mundo y de nuestra relación con todo lo que nos rodea. Los colores se asocian a patrones emocionales porque ella media en esa arquitectura interna. 

La luz y sus diferentes tonalidades no existen hasta que nuestra consciencia toma contacto con ellas para reconocerlas e interpretarlas. En esencia, somos el resultado de nuestra evolución, un complejo entramado neuronal que reacciona ante cada estímulo con base a nuestras experiencias acumuladas como especie.

Sin embargo, somos también aquello que pensamos e interpretamos y los colores son esa dimensión familiar que nos envuelve de manera constante hasta el punto de modificar cómo nos sentimos.


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