Trabajar para crear y trabajar para consumir

Trabajar para crear y trabajar para consumir
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 30 agosto, 2016

Nos sentimos afortunados porque podemos trabajar y, por consiguiente, tenemos un ingreso económico que nos permite suplir nuestras necesidades más urgentes. Cuando llega el fin de mes, sin embargo, recibimos el salario  y cada billete se va de nuestras manos, como si se lo llevara el viento. Empiezas a cuestionarte sobre lo que haces y si, realmente, te satisface.

No hace falta que te pongan grilletes en las piernas. Todos los meses puedes convertirte en esclavo que trabaja únicamente por dinero para consumir y no para crear. Lo terrible es cuando descubres que, a pesar de que trabajas por conseguir dinero, nunca lo tendrás. El dinero es una ilusión que se evapora casi tan pronto llega.

“No espere que su ‘destino’, dependa del ‘destino’ de otra persona”

–Duarte Brian–

La situación se torna inquietante. Cada quince o treinta días (según tu contrato) se repite el círculo vicioso: trabajar, recibir el sueldo, pagar lo que debes y quedar otra vez en ceros. Mientras tanto, empiezas a sentir frustración, ansiedad y, al final, a tu autoestima también le empiezas a poner un precio.

A primera vista, pareciera que no tienes más alternativa; pero, al mismo tiempo, surge un interrogante: ¿vives o sobrevives con lo que haces? Tú mismo tienes la respuesta, el problema es que no la visualizas porque estás preso de los afanes cotidianos. La clave, sin duda, es apostar por un cambio de mentalidad.

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Trabajar ¿un mal necesario?

De algo hay que vivir: esa es una verdad que no admite discusión.  Ahora, la pregunta podría ser ¿es posible amar el trabajo? La respuesta es sí, aunque no sea, en este momento, lo que soñaste o sientas que estás estancado. Si haces conciencia de que no vas a quedarte allí toda la vida y que te servirá de experiencia, de seguro podrás desarrollarlo sin sentimientos de culpa.

Es importante que tu nueva mentalidad sea la de ampliar tu horizonte objetivo. Para ello es fundamental que estudies lo que te gusta, aprendas algún oficio que te agrade, desarrolles un arte con el que te sientas identificado o, en todo caso, adquieras herramientas para que tu trabajo no sea solo un medio de conseguir dinero, sino que también te permita crecer y desarrollar tus potencialidades.

Si trabajas para alguien en particular o para una empresa y sientes que de tu trabajo recibes mucho más que el sueldo a final de mes, estás en el lugar indicado. Si por el contrario crees que es tiempo de seguir tu propio camino, es hora de desprenderte y utilizar las herramientas que desarrollaste para comenzar a trabajar por tu cuenta. Los objetivos más valiosos no tienen caminos de rosas, sin embargo es importante que, por lo menos, lo intentes.

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Así tendrás más oportunidades y no te quedarás atornillado a una silla que te proporciona una seguridad efímera. Además, puedes hacer de tu trabajo un espacio que facilite tu autoconocimiento y autorrealización. De esta manera también podrás salir del círculo de trabajar para consumir y entrar en una lógica de trabajar para crear. Recuerda siempre que las cosas empiezan a fluir cuando cambias de mentalidad.

Construye tu proyecto de vida

¿Ya te preguntaste qué quieres hacer con tu vida? De ahí debe partir tu motivación para construir un plan a futuro. Lo primero que tienes que hacer es ver cuáles son tus herramientas. Eso significa conocer qué cosas puedes desarrollar, cuánto estás dispuesto a aprender y cómo vas afrontar los retos de una sociedad que te exige competir.

También necesitas establecer prioridades. Para ello te presentamos, o recordamos en el caso de algún lector, la teoría de Maslow para la clasificación de necesidades. Maslow fue un psicólogo norteamericano que se valió de la imagen de una pirámide para clasificar las necesidades humanas. En la base de dicha pirámide situó a las “necesidades básicas o fisiológicas” (respiración, alimentación, hidratación, sexo, descanso).

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En la siguiente escala vienen las “necesidades de seguridad” (vivienda, educación, transporte, seguridad social, protección de bienes). En el  tercer nivel están las “necesidades sociales”(amistad, familia, participación, aceptación).

Hay un cuarto nivel representado en las “necesidades de estima”(la estima alta que tiene que ver con el respeto a uno mismo y la estima baja que tiene que ver con el respeto a las demás personas). Y en la cúspide de la pirámide se sutuarían las “necesidades de autorrealización o tu máximo potencial.

Podemos tomar este modelo de clasificación o hacer hacer uno propio, que siempre será mejor ya que se adapta a nuestras peculiaridades. De una manera o de otra, tener claro el orden de nuestras prioridades es un atajo que acorta cualquier camino de forma efectiva y tiene que formar parte de la base de cualquier proyecto de vida, incluido el propio.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.