El zombie laboral: ¿culpa del trabajador o de la propia empresa?

El zombie laboral: ¿culpa del trabajador o de la propia empresa?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 06 agosto, 2023

El zombie laboral habita en cualquier escenario profesional. Los reconocemos al instante porque aparentan estar siempre muy ocupados, cuando en realidad lo único que hacen es delegar responsabilidades en los demás. Son ineficaces, no hacen equipo, pero saben ganarse la confianza de los jefes para crear ambientes tan tóxicos como improductivos en los que sobreviven a la perfección.

A toda la terminología laboral referente al mundo de las organizaciones hay que añadirle una más: el working dead o zombie laboral. En un principio, podríamos pensar que esta etiqueta representa a todos esos empleados que trabajan un gran número de horas y que poco a poco acaban automatizados por ese exceso de tareas, la baja motivación y el escaso reconocimiento o renumeración.

Sin embargo, hay una clara diferencia entre esos trabajadores saturados de aquellos que simplemente vagabundean por la empresa aparentando hacer algo: la productividad. Hay quien tiene la opinión de que ese bajo rendimiento parte sobre todo del escaso compromiso del zombie laboral, sin embargo, quienes han analizado este tipo de comportamiento se formulan otra pregunta. ¿Por qué las empresas conservan este tipo de perfil en la organización?

Cabe decir, antes de nada, que no nos referimos en exclusiva a los funcionarios de la administración pública. Hablamos también de todas esas personas que se instalan en oficinas, despachos, universidades, fábricas y cualquier tipo de empresa donde sobreviven como raras avis. ¿Cómo lo hacen, qué estrategias y características les definen?

El zombie laboral es vago y tiene escasas competencias, pero logra sobrevivir como nadie en todo trabajo porque se gana la confianza de los directivos y no llama especialmente la atención, a pesar de ser ese elemento que en ocasiones, intoxica el ambiente con su presencia.

Mujer representando al zombie laboral

El zombie laboral ¿cómo reconocerlo?

En el 2004 se realizó una encuesta Gallup para evaluar el compromiso de diversas empresas de Estados Unidos y Europa. Los resultados revelaron algo que los expertos han definido ya como una “crisis cultural y empresarial”.

Casi un 64% de los empleados declaran no sentirse comprometidos con su trabajo o con el fin de su organización. El único objetivo es cumplir con su jornada laboral y recibir un sueldo. Según ellos, esto se debe al bajo reconocimiento de sus valías y a la mala relación con los mandos intermedios o superiores.

Del 36% restante, un 15% son lo que se reconoce ya como zombies laborales. Las empresas saben de su presencia, y aunque muchos los consideren como “manzanas podridas” (elementos de la organización que contagian la baja productividad), otros entienden que dentro del estrato laboral es común tenerlos, son como ese relleno a veces imprescindible con el que no hay más remedio que contar.

Kevin Daum, conocido escritor, especialista del mundo empresarial y columnista del Smart Business Magazine define al zombie laboral como un perfil descuidado al que se le debería prestar más atención. En ocasiones, la propia empresa pasa por alto que este tipo de personas son las que más interfieren en la productividad y en el buen ambiente del lugar del trabajo. Estas serían sus características.

Mujer sintiendo la indiferencia de un zombie laboral

Los 5 rasgos del zombie laboral

  • El que sale antes del trabajo. Siempre lo logra, aún no ha terminado la jornada laboral y ya está recogiendo con tranquilidad y jovialidad. Aún más, se enorgullece de su actitud asumiendo que su comportamiento es aceptable.
  • Amor por los cotilleos. Ese es quizá, una de sus principales motivaciones en el trabajo: conocer los chismes, alimentarse de ellos y escamparlos.
  • El que siempre trae las primicias negativas. El zombie laboral tiene la habilidad de enterarse de todo, pero eso sí, de todo aquello que tiene un componente negativo: recortes, problemas, sanciones…
  • Sin problemas de tiempo. Este perfil tan común en las organizaciones laborales no tiene problema alguno con el tiempo, siempre llega tarde, se toma unos descansos más extensos de lo habitual y no duda en irse antes.
  • Sin aspiraciones. El zombie laboral no está exento de talento o de competencias. Sin embargo, carece de aspiraciones, su único objetivo es sobrevivir en el trabajo y dejar pasar el tiempo. Esa actitud, la de “no hacer nada por la mañana y pasarlo a limpio por la tarde” desconcierta a los demás y les incomoda, siendo un foco disruptivo para todo el entorno.

¿Por qué permiten las empresas la presencia del zombie laboral?

Lo señalábamos al inicio. La presencia del zombie laboral es común en cualquier trabajo, tanto en el sector público como en el privado. ¿A qué se debe esa permisividad ante una figura que en ocasiones puede ser un modelo a seguir para los demás? Bien, cabe señalar en primer lugar que no todas las empresas permiten la continuidad de estas conductas que a largo, plazo, revierten en la propia imagen y productividad de las organizaciones.

Sin embargo, una buena parte de nuestra sábana laboral contiene a estos perfiles. La causa de esta realidad puede deberse a dos factores muy concretos.

  • Primero que las propias empresas no siempre cuentan con sistemas de identificación del desempeño laboral. Además, no todos los jefes de equipo se fijan en ellos. La mayoría de los zombies laborales son amables con todo el mundo y de manera directa en raras ocasiones provocan conflictos.
  • El segundo aspecto puede llegar a ser un poco más preocupante. ¿La razón? Que el propio directivo de esa empresa sea otro zombie laboral. Lo creamos o no en nuestro tejido empresarial abundan esas personas que abogan por la funcionalidad y no por la innovación. Prefieren personas dóciles que no causen problemas, que se limiten a “estar”, que no protesten, que no aporten ideas, que no traigan cambios.
Chaplin simbolizando a un zombie laboral

Para concluir, lo queramos o no, los zombies laborales convivirán a nuestro alrededor mientras no cambien las políticas y no exista un compromiso real hacia la eficacia y la valoración real de las competencias de cada trabajador. Mientras, evitemos ser contagiados por ese virus, por esa actitud.


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