Marketing emocional, comprando emociones

Marketing emocional, comprando emociones
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 07 abril, 2022

Ofrecer sensaciones y sentimientos para ofrecer productos al consumidor. La mayoría de las decisiones de compra se basan en la emoción y la creación de una conexión emocional con el consumidor.

La venta de los productos ha ido evolucionando a lo largo del tiempo pasando por diferentes etapas. Desde la venta por inercia en los años posteriores a la segunda guerra mundial, pasando por la creación de los departamentos de ventas o comerciales, hasta la creación de las estrategias de marketing, las cuales se enfocaban en descubrir las necesidades del mercado para luego satisfacerlas. Y es en la actualidad, donde además podemos observar un cambio sustancial debido al acceso total de información existente, donde ya no se venden o compran productos, sino sensaciones. Compramos emociones.

El hecho de generar experiencias más interesantes y emocionalmente intensas están constituyendo los desafíos para la promoción de productos por parte de las empresas.

¿Qué es el Marketing Emocional?

Cerebro con corazón

El Marketing Emocional ha surgido recientemente como aquel campo del conocimiento orientado a movilizar en las personas sus sentimientos, valores y emociones, teniendo como finalidad la creación actitudes y acciones favorables hacia un determinado producto. Es decir, el Marketing Emocional examina qué emociones satisfacer para posteriormente ofrecer y venderlas. Buscando por lo tanto el posicionamiento estratégico, un lugar en la mente del cliente o consumidor, intentando conquistar sus emociones. De esta manera, las firmas van creando expectativas en los individuos a través de la generación de espacios basados en las sensaciones.

Recientemente se ha afirmado que casi el 99 por ciento de las ocasiones, compramos un producto a consecuencia de un impulso, sentimiento o emoción que tan solo se ha razonado en parte. Por ello existe la publicidad emocional que juega con la creación en el consumidor de una motivación emocional, suponiendo hoy día una herramienta de comunicación a través de la que se diferencian las marcas de su competencia por la vía emocional. Para conseguirlo, el enfoque de una empresa sigue una sucesión de pasos como la identificación de los deseos y necesidades del consumidor, con el objetivo de establecer una relación entre sus intereses y las propiedades intangibles del producto, así como de una estrategia de comunicación que sea capaz de posicionar el producto bajo esos conceptos emocionales que anteriormente han sido identificados, teniendo en cuenta además, que no se produzca el surgimiento de divergencias importantes entre los atributos tangibles e intangibles de ese producto.

Ante el surgimiento del Marketing Emocional, se queda atrás la publicidad basada en resaltar los beneficios de los productos, ya que hoy día casi todos los productos ofrecen ventajas similares. Por esta razón, se ha dado paso a la proliferación de la publicidad emocional, destacando ante todo valores asociados a los deseos, anhelos y aspiraciones internas de los posibles consumidores. La clave se encuentra por lo tanto en generar relaciones afectivas.

Los productos del futuro llamarán a nuestros corazones y no tanto a nuestras mentes, respondiendo la empresa a la cuestión de: Tengo un cliente, ¿Cómo puedo ayudarle?

Consumidores y emociones

Corazón con cerebro

Tanto economistas como científicos se encuentran estudiando el comportamiento del individuo afirmando que el ser humano es emocional, trasladándolo las empresas al ámbito de las decisiones de compras. Y es aquí, donde ha surgido una nueva disciplina conocida como Neuromarketing que se basa en el estudio del cerebro sobre la comprensión del patrón inconsciente que rige el proceso de compra, a través de la cual los expertos han argumentado que la atención de los consumidores se capta a través de la creación de imágenes que emocionen y no mediante argumentos racionales. Así, cuanto más intensa sea la emoción generada, más profunda será la conexión neurológica del cerebro del consumidor, reforzando la publicidad esas redes neuronales. En este sentido, las marcas y firmas, tienen como objetivo cubrir las expectativas con productos que sean capaz de llegar al corazón, siendo necesario por lo tanto, saber cómo piensa, que siente y que sensaciones se pueden provocar en el consumidor para poder evocar sus sueños.

Es decir, las estrategias de Marketing Emocional lo que proponen es que para dejar huella en el consumidor hay que proporcionar redes estimulantes basadas en el placer y en el bienestar, acompañando al individuo en momentos y situaciones especiales y únicas, encontrándose la diferencia de unas marcas a otras en los sentimientos.

 


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