¿Sabes cómo funciona el conformismo?

¿Sabes cómo funciona el conformismo?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 05 octubre, 2022

 

Solomon Asch fue un psicólogo norteamericano, de la Escuela Gestalt, que realizó un interesante experimento a mediados del siglo XX. Su propósito era evaluar el grado de autonomía que tienen las personas y determinar los efectos de las presiones de grupo sobre un individuo promedio.

En otras palabras, Asch quería ver si las personas eran capaces de permanecer fieles a sus convicciones, incluso en contra de la opinión generalizada de un grupo. Este es uno de los estudios más representativos sobre lo que se puede llamar “efecto rebaño”, o de adhesión pasiva a la masa, incluso cuando se tiene la certeza interior de que la mayoría están equivocados.

 

El experimento Asch

 

Asch consiguió un grupo de estudiantes universitarios a quienes que se les dijo que iban a ser sometidos a una prueba de visión. Entonces se les presentó un grupo de cartas que tenían dibujada una línea vertical. Enseguida se les presentaba otro conjunto de cartas y en cada una de ellas estaban pintadas tres líneas verticales.

El experimento se dividió en dos partes. En la primera fase, lo que los estudiantes debían hacer era simplemente formar parejas. Tomaban la primera carta y examinaban las demás. Luego decidían cuál de las cartas del segundo grupo tenía una línea idéntica a la de la primera carta. Tenían que realizar este mismo ejercicio hasta agotar el primer grupo de cartas. En esta fase, los estudiantes trabajaron en solitario.

El resultado de la primera parte del experimento indicó que todos los estudiantes acertaron, ya que se trataba de una observación muy simple, que no entrañaba ningún tipo de complejidad.

En la segunda fase del experimento, los estudiantes debían formar nuevamente las parejas de cartas, de la misma forma como ya lo habían hecho. Pero esta vez no trabajaron solos, sino que tuvieron a su lado a otro grupo de personas que supuestamente también habían hecho la prueba, pero que en realidad formaban parte del grupo de investigación.

La tarea de los nuevos integrantes era comentar en voz alta la respuesta que darían y que en la mayoría de los casos era errónea. Lo que Asch quería comprobar era hasta qué punto estos comentarios iban a influir en la respuesta final de quienes estaban siendo sometidos a la prueba.

 

Los resultados del experimento

 

Como Asch lo suponía, la presencia de un factor de presión de grupo hizo cambiar notablemente las respuestas de quienes participaron de la prueba. Aunque era evidente que muchos de ellos conocían la respuesta correcta, en cuanto escuchaban que varias personas tenían una apreciación diferente, entraban en un estado de duda y titubeaban al momento de responder.

Finalmente el 32% de los estudiantes que participaron en la prueba optaron por dar la respuesta incorrecta. Su afán era el de no entrar en controversia con la opinión de la mayoría. Tres de cada cuatro estudiantes estuvieron a punto de marcar la opción incorrecta, por las mismas razones.

A partir de este famoso experimento se consagró la expresión de “conformismo social” para describir este tipo de actitudes. A muchas personas les aterra apartarse del rebaño. Dejan de hacer lo que piensan o sienten, simplemente para agradar a un grupo. Ese es el principio fundamental que rige el fenómeno que conocemos como “moda”. No solamente está referido a la forma de vestir, sino también al mundo de las ideas, de las emociones.

La renuncia a las propias convicciones, según el concepto de “muchedumbre psicológica”, acuñado por psicólogo Francés Gustavo Le Bon, tiene dos propósitos: 1) Que permite eludir la responsabilidad de lo que ocurra; y 2) Que otorga mayor sensación de seguridad, pues un grupo es más fuerte que un individuo.

Todo esto invita a la reflexión. De la misma forma que en el Experimento de Asch todo giró alrededor de unas simples cartas, en la vida real ese “ir con la corriente” puede tener consecuencias impredecibles.

Imagen cortesía de m. Aquila.


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