Todo lo que podemos aprender de los gatos
Para los egipcios los gatos eran animales sagrados, manifestaciones de la diosa Bastet, que personificaba los cálidos rayos del sol y protegía los nacimientos y a las embarazadas de las enfermedades y de los malos espíritus. Los egipcios tenían a los gatos en tan alta estima que cuenta la leyenda que cuando los persas sostenían gatos frente a sus escudos preferían rendirse antes de lastimar a algún lindo gatito.
Cuando observo a mi gato entiendo el respeto y admiración que los antiguos egipcios profesaban a estos hermosos animales que son verdaderas obras de arte en movimiento. Y no solo se trata de su excepcional agilidad y elegancia, sino que me quedo perpleja con su capacidad de disfrutar de la vida, de cada momento, de encontrar siempre el lugar perfecto de la casa, en definitiva, de apreciar todo lo que la vida le regala sin cuestionarlo.
Mi gato, como cualquier otro gato, también es capaz de sentir ansiedad, pero solo si hay algún problema real, sino él continua tranquilamente su vida y su disfrute. Por eso los gatos no se deprimen, y nosotros sí. Los gatos, como muchos animales, nos enseñan a vivir en el aquí y el ahora, a dejar atrás el pasado y a no preocuparnos por un futuro, que, si pensamos detenidamente, todavía ni existe.
Desde hace tiempo se oye hablar mucho de la capacidad terapéutica de estos increíbles animales. Dicen que su sola presencia, acompañada del constante ronroneo que producen cuando están felices y contentos, es capaz de bajar la presión sanguínea y reducir la ansiedad de las personas. Sus capacidades ya se han utilizado utilizado con éxito en hospitales y en geriátricos.
Una de las historias más bonitas que he leído acerca del poder terapéutico de los gatos es sobre un programa que desarrolló la organización Animal Rescue League en Pensilvania, EEUU el que reunía a niños con problemas con la lectura y a gatos rescatados de ambientes violentos con historias de maltrato. El resultado fue increíble: los niños se relajaron y encontraron el placer por la lectura en un entorno sin prejuicios y los gatos recobraron la confianza en los humanos gracias a estos cariñosos representantes de nuestra especie.
No cabe duda de que en cierto modo el culto a los gatos continúa en nuestros tiempos, aunque ahora no les adoremos en los templos. En muchas ciudades del mundo, también en España, están surgiendo locales en los que las personas que no tienen la posibilidad de convivir con un gato por falta de tiempo o espacio puedan pasar un rato rodeados de simpáticos felinos. Incluso, parece ser que en Nueva York la gente es capaz de esperar largas colas para disfrutar, aunque solo sea un rato, de estos hermosos y terapéuticos animales.
Imagen cortesía de Wytze Alers