9 pasos para cambiar tu personalidad
“Las personas no cambian”, “yo soy así, qué le vamos a hacer”. Estamos acostumbrados a escuchar y utilizar este tipo de frases que abogan por la imposibilidad de modificar la personalidad. Durante años se ha extendido la creencia de que tu forma de ser es una especie de condena de por vida, y no hay nada que puedas hacer al respecto. Pero, ¿es esto verdaderamente cierto?
Todos tenemos aspectos de nuestra persona que desearíamos cambiar, matizar o mejorar. Especialmente los individuos que padecen trastornos de la personalidad se han visto enfrentados a la frustrante barrera de tener que resignarse a lo que les ha tocado vivir. Sin embargo, se ha comprobado que esta puede no ser una batalla perdida.
¿Qué es la personalidad?
Podemos definir la personalidad como un conjunto estable de rasgos psicológicos que definen la forma en que el individuo percibe, siente y reacciona ante sí mismo y el entorno que le rodea. En la propia definición encontramos que se trata de patrones de pensamiento y conducta consolidados, estables y constantes. Es decir, que se mantienen en el tiempo y a lo largo de los diversos contextos.
Es por esta misma cualidad estable que la modificación de la personalidad no resulta una tarea sencilla. Los hábitos personales están tan arraigados que resulta difícil contrarrestar el impacto de toda una vida pensando y sintiendo de una determinada manera. Sin embargo, tampoco es una tarea imposible. Con trabajo y constancia podemos influir en los rasgos de nuestra personalidad.
El modelo de los cinco grandes
Se han establecido varias categorías de clasificación de la personalidad en función de distintos rasgos. Una de las más conocidas y utilizadas es la correspondiente al modelo de los cinco grandes. En ella se reflejan cinco aspectos de la personalidad como un continuo entre dos polaridades. Las personas nos ubicamos en distintos lugares de ese rango en función de nuestra forma de ser.
- Extraversión: en un punto del continuo se encuentran las personas altamente sociables y enérgicas, que disfrutan el contacto con los demás. En el otro se localizan los individuos introvertidos, reservados e introspectivos, que prefieren la soledad y los ambientes conocidos.
- Apertura a la experiencia: este rasgo define, por un lado, a las personas imaginativas, curiosas y originales. Y, por el otro, a quienes son más prácticos, convencionales y tradicionales.
- Responsabilidad: diferencia entre individuos con un alto autocontrol, organización y confiabilidad, de aquellos más informales, descuidados y faltos de autodisciplina.
- Amabilidad: en su polo positivo se sitúan las personas altruistas, consideradas y afables. En el negativo, las egocéntricas, competitivas y hostiles.
- Neuroticismo: diferencia a quienes tienen tendencia a sentir ansiedad, emociones negativas e intolerancia al estrés, de quienes cuentan con una mayor estabilidad emocional.
¿Se puede modificar la personalidad?
Como en muchos otros aspectos, la respuesta no es absoluta. Los trastornos de personalidad son verdaderamente difíciles de abordar y requieren terapias más extendidas en el tiempo que otro tipo de patologías. En cambio, en personas sanas, la modificación de la personalidad es una opción real y viable. ¿Cómo hacerlo? En cinco pasos.
- Identifica de forma específica que rasgo de tu personalidad deseas cambiar. Es importante ser concretos respecto al tipo de pensamientos o conductas que queremos cambiar. Para ello, en primer lugar, localiza en qué lugar del continuo te encuentras y dónde te gustaría estar.
- Comprométete con tu meta. Asegúrate de que estás realmente dispuesto a cambiar, pues de lo contrario solo crearás confusión en ti y en los demás.
- Toma consciencia de tus ambivalencias respecto al cambio y crea un plan para gestionarlas. El cambio provoca resistencia, es posible que en un futuro próximo te encuentres saboteando tus propios intentos de cambio con diversas excusas. Para evitarlo dedica un tiempo a clarificar cuál es tu motivación para cambiar y ten siempre presente por qué lo haces.
- Visualízate de forma vívida y constante con tu nueva personalidad. Las definiciones que nos damos de nosotros mismos nos condicionan. Acostúmbrate a verte y hablar de ti en términos de la nueva persona que quieres ser, y no de la que fuiste.
- Rodéate de gente que te inspire. No estás solo en el camino. Seguro que alguien de tu entorno ve bien que quieras mejorar algún aspecto de tu personalidad. Apóyate en ellos y déjate inspirar.
- Utiliza la introspección. Es importante que, para cambiar, sepas desde dónde partes. Aunque resulte paradójico, para ser otra persona primero debes tener claro quién eres.
- Adquiere las habilidades que sean necesarias para tu nuevo yo. Identifica qué recursos te faltan y busca como desarrollarlos.
- Practica tu nuevo rasgo a cada oportunidad que se te presente. Quizá al principio te resulte forzado, pero acabarás internalizando esas conductas como una verdadera parte de ti.
- Cuenta con la ayuda de un profesional. Si no te sientes a gusto con tu personalidad, seguramente es porque esta te está limitando a la hora de ser feliz. En estas situaciones es posible que se desarrollen (o que ya estuvieran presentes) trastornos del estado de ánimo. Por eso, recurre a un especialista que te ayude a gestionar mejor el cambio.
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