8 pautas que te ayudarán a vencer el estrés
El estrés es una respuesta natural de nuestro cuerpo que ha permitido que nuestros antepasados pudieran sobrevivir, avanzar y enfrentarse a los distintos desafíos que se les presentaban, que durante mucho tiempo fueron principalmente: comer y no ser comidos. Nuestros organismos están preparados para enfrentarse a una emergencia física a corto plazo, a una crisis pasajera, tras la cual o no nos han comido y hemos comido o lo contrario, y poco más se puede hacer.
Nuestra realidad ya no es la que era y la mayoría de los seres humanos ya no tenemos que preocuparnos porque no nos coman, aunque hemos cambiado esos agentes estresantes por otros más sofisticados. Sin embargo, a nuestro cerebro parece que le da igual que nuestros problemas sean más complejos y difíciles de resolver en el momento y activa las mismas respuestas fisiólogicas ante un problema inmediato que ante preocupaciones no presentes ni tangibles, pero que nos afectan de igual manera y se pueden llegar a prolongar indefinidamente en el tiempo.
Nuestro organismo está preparado para hacer frente a esos cambios fisiológicos que cualquier mamífero experimenta ante el peligro y que le permiten sobrevivir, pero cuando esas repuestas se activan repetidamente o no se desactivan de forma adecuada se pueden volver muy nocivas para nuestra salud. No significa que los crónicos y repetidos agentes estresantes nos hagan enfermar, sino que aumentan el riesgo de que contraigamos ciertas enfermedades (que son las que nos hacen enfermar) o, si ya se padece una, aumentan el riesgo de que las defensas se vean superadas por ella.
No podemos cambiar está sociedad cada vez más estresante, no podemos suprimir los atascos, ni convencer a nuestro jefe de que sea más paciente, ni evitar la pérdida de alguien querido, ni que tengamos cada mes que hacer frente a la hipoteca, pero sí que podemos (y debemos si queremos conservar nuestra salud) cambiar nuestra actitud hacia lo que nos provoca estrés y ansiedad. No es un camino fácil, pero sí muy beneficioso.
La clave está en que no a todo el mundo le afectan de igual manera situaciones estresantes muy similares. Si hiciésemos un pequeño estudio en un atasco veríamos que ante la misma situación no todos los conductores que se hayan retenidos reaccionan igual. Los hay que se desesperan, tocan incansablemente la bocina, aun sabiendo que de nada servirá, incluso gritan e insultan al conductor que ha tenido la mala suerte de tenerlos detrás. Sin embargo, en ese mismo atasco también encontraremos a conductores que ante la misma situación, e incluso peor, simplemente suben la música, se relajan y esperan a que el atasco termine. ¿Quién creés que vivirá más años? ¿Quién es más feliz? ¿Quién quieres ser tú?
8 pautas para superar el estrés
1. No olvides disfrutar de la vida. Hay veces que nos tomamos tan en serio nuestras metas, que nos perdemos el camino. Si por hacer todas esas tareas pendientes que nos hemos marcado, y que nunca terminarán, nos perdemos los buenos momentos, ¿Qué sentido tiene todo esto?
2. Trata de vivir el aquí y el ahora, a veces nos preocupamos tanto por lo que vendrá que no somos capaces de disfrutar el presente. Muchas veces vivimos atormentados por los “y si…” y en la mayoría de los casos son situaciones que nunca llegan a suceder.
3. No sirve de nada preocuparse por lo que no se puede cambiar. Ante ciertos problemas irresolubles, como es la muerte, es mejor tratar de modificar nuestra actitud. Empeñarnos en luchar contra fantasmas nos resta energía que podemos emplear para solucionar problemas más inmediatos y tangibles que pueden llegar a mejorar mucho nuestra vida.
4. Aunque haya cosas de nuestro entorno que no podemos transformar, sí que hay otras sobre las que podemos ejercer un cierto control. Viene muy bien aprender a organizar mejor nuestro tiempo, establecer prioridades, hacer horarios realistas, evitar en la medida de los posible ciertas situaciones, y también a ciertas personas que nos causan estrés, saber decir que no, delegar responsabilidades, etc.
5. Trata de pensar en positivo: la gente que ve la botella medio llena en vez de medio vacía suele sufrir menos estrés. Es necesario transformar nuestro diálogo interior y en vez de decirnos a nosotros mismos lo mal que lo hacemos todo y lo mal que van a salir las cosas, tratar de darnos ánimos y apoyarnos a nosotros mismos con frases alentadoras y positivas.
6. Fortalece tus relaciones personales y déjate ayudar. Es importante aprender a pedir ayuda. Somos seres sociales y afectivos y necesitamos a los demás, como ellos nos necesitan a nosotros. Mantener una actitud fuerte en todas las situacinoes nos puede llegar a provocar mucho estrés. A veces necesitamos llorar en un hombro ajeno, desahogarnos y apoyarnos en las personas que tenemos alrededor.
7. Existen muchas técnicas de relajación diferentes que te pueden ayudar mucho como la respiración diafragmática, yoga, ejercicio físico, actividades lúdicas…
8. Trata de vivir los cambios como retos y desafíos, no como amenazas. Es necesario ser un poco más flexible y tolerar mejor la novedad. Vivimos en un mundo que cambia constantemente y continuamente nos tenemos que adaptar y enfrentar a retos nuevos, y aunque muchas veces la realidad no es como la imaginábamos, como dice el gran Woody Allen: “Al final, la vida es todo eso que nos va pasando mientras hacíamos otros planes”.