¿Cómo aliviar el dolor por la decepción?
Todos hemos confiado alguna vez en alguien que ha terminado haciéndonos daño. Tras este episodio, seguramente hemos dicho que nunca más “volveríamos a caer” en el mismo juego y nos inundaremos de desconfianza. Aprender cómo aliviar el dolor por la decepción puede ayudarnos.
Sea cual sea el caso, lo normal es que la decepción profunda nos deje también una herida profunda que va a tardar en cicatrizar. Un daño que a menudo tiene que ver con la confianza, una de las cosas más difíciles de restaurar.
Tras atravesar una decepción nos veremos obligados a lidiar con una serie de sentimientos negativos; y no tendremos más remedio que mirarlos y aceptarlos si queremos seguir adelante. Permitirnos sentir y expresar esas emociones será fundamental, así como obtener un valioso aprendizaje de esta experiencia. Pero, ante todo, habremos de aprender a confiar de nuevo.
Protegernos del dolor por la decepción, el efecto chubasquero
Después de una desilusión solemos cerrar las puertas a nuevas experiencias por miedo a volver a sufrir, a sentir ese profundo dolor por la decepción. Es por ello que muchas personas prefieren o eligen no encariñarse con alguien pensando que así minimizarán el riesgo de ser lastimados de nuevo.
Los psicólogos llaman a esta elección el “efecto chubasquero”. Puede ocurrir cuando hemos dado lo mejor de nosotros mismos a nuestra pareja y nos ha engañado con otra persona, cuando somos completamente honestos con un amigo y nos clava un puñal por la espalda o cuando sufrimos el abandono de nuestros padres o familiares. Desgraciadamente, aunque no sea ninguna de estas tres situaciones, seguro que has experimentado esa sensación.
Un refrán popular dice “el que se quema con leche, ve una vaca y llora” y algo similar se puede aplicar a este efecto chubasquero. Haciendo una comparación, la leche sería una decepción y la vaca, una persona. Esto quiere decir que por más que esa vaca en el campo no haya sido la productora de la leche que nos quemó, igualmente nuestra quemadura nos hará sufrir y recordar ese hecho tan doloroso.
Pero dejando de lado los dichos populares es bueno comprender qué es ese “efecto chubasquero”. En el momento en el que nos relacionamos con alguien, las expectativas se van formando y aumentando. Éstas hacen que comencemos a hacer predicciones sobre el comportamiento, los pensamientos y los sentimientos de esa persona en el futuro.
De todo lo que esperamos, una parte se puede basar en lo que ya conocemos porque lo hemos compartido, otra se puede basar en lo que nos han dicho sobre la otra persona y otra parte se puede basar, simplemente en nuestra idealización o nuestros deseos. El hecho de que mezclemos nuestros deseos con la realidad.
Cuando las expectativas son muy altas o cuando la persona no cumple con sus “obligaciones implícitas”, entonces, nos sentimos desilusionados, frustrados, tristes y hasta enfadados, fruto del profundo dolor por la decepción. Sin embargo, hay que tratar de que esas expectativas no nos lastimen o bien adaptarnos a lo que la realidad nos está ofreciendo, a esa persona.
Ahora bien, no siempre la decepción se debe a nuestra idea de pareja, amigo o colega “perfecto”, sino que la decepción también ocurre cuando la otra persona se porta muy mal con nosotros y hace cosas que nos hacen sufrir. En ese momento aparecen otros sentimientos como el rencor y la rabia, además de los ya indicados (frustración, tristeza, desilusión y enfado).
¿Y qué ocurre después? Aunque no llueva, nos colocamos un chubasquero, para evitar mojarnos. Esto quiere decir que cuando aparece una nueva persona en nuestra vida, tenemos miedo a sufrir y no nos abrimos lo suficiente como para dejarla ingresar, con la intención de protegernos del dolor por la decepción futura.
Incluso, algunas personas podrán decir que más que un chubasquero, se han puesto una armadura como la que usaban los caballeros en la Edad Media. Todo depende de cuánto se haya sufrido y cuánto esté costando superar esa situación y todo lo vivido.
Los peligros del efecto chubasquero
Nos sentimos a salvo dentro de esa vestimenta, como si nada malo nos pueda suceder. Sin embargo, nos estaremos perdiendo también la posibilidad de experimentar otros sentimientos. Si nos ponemos un chubasquero y no llueve, no podremos disfrutar de los rayos del sol en nuestra piel, por ejemplo.
Al protegernos demasiado con esa chaqueta impermeable no podremos crecer como personas. Es verdad que ante un engaño o decepción al principio no tenemos ganas de conocer gente nueva o salir a la calle, pero paulatinamente es preciso ir superando esa etapa.
No estaremos logrando nada positivo si nos encerramos en nosotros mismos y no permitimos a nadie que “entre en nuestro refugio”
Otra de las consecuencias de cerrar con cinco llaves y candados las puertas y las ventanas de nuestra casa (corazón) es que las personas que nos rodean se empezarán a alejar de nosotros. Pensaremos que nos han abandonado o que todos son malos, sin embargo, será nuestra propia barrera la que retire a varios kilómetros de distancia a los seres que realmente nos importan y que se preocupan por nosotros.
Nadie dice que sea sencillo sobreponerse a una decepción, especialmente cuando es amorosa, pero es preciso empezar a quitarse el chubasquero cuando no hay tormenta en el cielo, para poder así disfrutar de la brisa y del sol del mediodía.
¡Anímate a cantar bajo la lluvia y a saltar en los charcos!
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