El corazón no envejece, es la piel la que se arruga
Se dice que una persona no envejece cuando se le arruga la piel, sino cuando se le arrugan los sueños y las esperanzas. La verdad es que nadie envejece por haber vivido una cantidad determinada de años, sino que se envejece cuando dejamos de lado nuestro espíritu y sus ideales.
Es que en el mismo centro del corazón hay un lugar llamado amor. La vida son las hojas que lo envuelven y sus flores huelen a belleza, a esperanza, a alegría y a ilusión por la vida. Juntos construyen un jardín de experiencias que tenemos que cuidar y sanear de vez en cuando, dejando que alcancen su máximo esplendor al cabo del tiempo.
El hecho de haber visto pasar más hojas en el calendario no nos hace menos capaces para amar, para cumplir nuestros sueños o para disfrutar de nuestra vida en pareja. Es cierto que se adquieren determinados vicios o manías que recogen parte de una personalidad que el tiempo ha solidificado: sin embargo, esto no es en absoluto negativo, pues saber vivir de los cambios también forma parte de la edad.
“Los años arrugan la piel, pero solo el abandono del entusiasmo arruga el alma. El pesar, la duda, la propia desconfianza, el miedo a la desesperación, son los años que encorvan el corazón y conducen el espíritu floreciente a las sombras.
Ya se tenga dieciséis o sesenta, siempre existe en cada corazón humano el impulso a la maravilla, el suave asombro ante las estrellas, el desafío a los acontecimientos, el apetito infantil por la vida”
-Autor desconocido-
Donde unos ven vejez, otros ven la belleza del paso de los años. Y es que hay más bellezas que la de los 20 ó 30 años, la de la lozanía, las mejillas sonrosadas y los labios encarnados. Así que olvidaros de las cremas anti-edad, porque hacerse mayor es inevitable, pero envejecer es una decisión que toma cada uno. El corazón no envejece, es la piel la que se arruga.
Acumular juventud es un arte
“Déjenme todas las arrugas. No me quiten ni una. He tardado toda una vida para procurármelas”
-Anna Magnani-
No importa si empiezas a sumar canas, si ves arrugas en los lugares más insospechados de tu rostro o si tu cuerpo te pide tregua cada mañana. Lo que verdaderamente importa es que acumulas experiencias y saber, que sabes que es obligatorio crecer y que no malgastarías ni un segundo de tu vida.
El vigor de un espíritu joven no se encuentra solo en una etapa o durante ciertas edades. De hecho, la juventud no es una época, es un estado de ánimo. Nos empeñamos en buscar el elixir de la eterna juventud cuando lo que deberíamos hacer es buscar el de la eterna vitalidad.
Sumar años es lo más bonito que hay en el mundo, porque significa que estamos vivos y que conservamos la posibilidad de seguir acumulando experiencias y saber.
Ser de espíritu joven significa que el amor a la aventura permanece indeleble pero con la templanza del carácter que contempla la vida con calma y que es consciente de lo efímero.
Lo importante no es sumar años de vida, sino sumar vida a los años
Las personas que suman vida a sus años hace tiempo que desterraron el “no puedo” de su mente y saben que, si se lo proponen, la edad no es un obstáculo.
“¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar”
-Robert Browing-
Ellos no encuentran arrugas en su corazón, porque el alma no se arruga, sino que crece y se enriquece. Quizás nuestro rostro acabe repleto de las marcas de la edad, pero nuestros ojos seguirán transmitiendo el brillo de quien sabe que la vida está hecha para respirarla.
Nunca pierdas la ilusión aunque te falten las fuerzas. Haz que cada año que pasa deje muescas en tu piel. Conviértete en un ladrón de segundos para hacer eterno cada momento y no renuncies nunca al placer de recordar.
Atesora recuerdos, no vivas de ellos. Encara tu presente con fuerza y valentía. Arráncale destellos a los años, recuérdale a tu piel donde estuvieron las sonrisas que disfrutaste, amontona respeto y hechiza a la vida, al fin y al cabo estamos gozando de un viaje al que no podremos retornar.