El poder del autoengaño
¿Cómo puede una persona saber y no saber a la vez, la información? ¿Cómo evitamos darnos cuenta de las cosas? A veces parece como si tuviéramos la capacidad de anestesiarnos en determinados aspectos o situaciones de nuestras vidas para seguir continuando.
El autoengaño a la orden del día
Aunque teóricamente una persona no podría mentirse a sí misma o al menos sería totalmente desfavorable para ésta, basta con mirar a nuestro alrededor para observar que las automentiras o autoengaños son algo común en nuestros días.
Los seres humanos tenemos un gran número de maneras de cómo engañarnos a nosotros mismos, afectando a casi todos los órdenes de nuestras vidas. Pero no solo el engaño se restringe a los seres humanos, sino que se extiende a numerosos ejemplos del resto de seres vivos como los virus y las bacterias.
Una definición para el autoengaño
Robert Trivers define el autoengaño como el acto de mentirse a uno mismo. Y sostiene que la principal clave para definir y explicarlo, es considerar que la información verdadera es preferencialmente excluida de la conciencia.
El autoengaño juega como una sofisticación del engaño, ya que ocultar la mentira a uno mismo puede llegar a hacerla mucho más invisible al resto. Es un mecanismo que ha sobrevivido a la evolución como siervo del engaño y la mentira, para impedir su descubrimiento. Una adaptación dirigida a incorporar nuestras mentiras y hacerlas de alguna manera inconscientes o poco visibles para aparentar a veces ser fiables, ya que como Trivers pronuncia en muchos de sus textos: todo engaño se encuentra destinado a la autopromoción.
Cuando la verdad queda relegada al inconsciente y la mentira a la consciencia, el coste cognitivo disminuye a grandes rasgos, ya que la mentira se convierte en creíble tanto para el protagonista como para el resto de los interlocutores.
Atención y autoengaño
Las personas registramos constantemente el entorno en busca de señales que deben ser atendidas o que deben evitarse. Y son el mecanismo de la atención junto al de la memoria los que nos permiten recolectar aquella información necesaria para nuestra existencia y rechazar aquella que no nos interesa tener en cuenta.
Cuando esta información es considerada como una amenaza, la respuesta ante ella suele ser la aparición de la angustia o malestar en menor o mayor grado. Y es aquí cuando el autoengaño puede actuar y pronunciarse, ya sea de manera consciente o inconsciente. Es como si vendiéramos parte de nuestra atención por tener cierta sensación de seguridad. Llevando a cabo procesos de fragmentación de nuestra conciencia, perdiendo parte de nuestra atención en la situación y creando una especie de laguna mental. Es decir, utilizamos a la atención con la intención de negar esa amenaza y amortiguar así, el posible golpe de la angustia. Sin embargo, este autoengaño puede resultar beneficioso en algunas ocasiones, pero en otras puede resultar ser inapropiado.